La bella y la bestia

>> 6 sept 2012

Este siempre fue uno de mis cuentos favoritos, a ver si nos sale hacerlo pelota.
Primero, como siempre, un resumen:  Era un padre con seis hijos, tres mujeres y tres varones, rico. De sus tres hijas la más bella era la menor y también la más buena, las otras eran orgullosas y vanidosas y envidiaban la belleza de Bella, que así la llamaban todos. El padre pierde su fortuna y tiene que trasladarse al campo, sus dos hijas mayores se enojan, pero Bella acepta paciente y trabaja para complacer al padre. En un viaje el padre se pierde y termina en un castillo que gobierna una Bestia, queda ahí encerrado por robar una rosa y la Bestia acepta que se vaya siempre y cuando traiga a una de sus hijas en su lugar. El padre va, con riquezas que la Bestia le había dado y Bella viene en su lugar. Mientras está en el castillo, la Bestia la cubre de comodidades y poco a poco se van haciendo amigos. Todas las noches la Bestia le pregunta a Bella si quiere ser su esposa y todas las noches ella dice que no. Un día, luego de tres meses, la Bestia le pide que le prometa que nunca se irá de allí y Bella dice que sí, pero que quiere ver a su padre enfermo por última vez. La Bestia lo concede y le da ocho días, diciendo que si no vuelve en ese plazo él morirá de tristeza. Bella va y, ya en casa de su padre, sus hermanas, casadas ellas, la envidian mucho por lo feliz que Bella es en el castillo y deciden hacer que se quede más días con la idea de que la Bestia se enoje y se la lastre. Bella está en la casa de su padre por diez días hasta que tiene un sueño en el que la Bestia está muriendo, entonces regresa. Lo encuentra en el jardín, desmayado, lo besa y le dice que se equivocó, que pensó que sólo los unía una amistad cuando en realidad lo quería y que se había dado cuenta ahora al pensar en perderlo. Acto seguido la Bestia se transforma en flor de príncipe. Se casan y son felices y comen perdices.

Ay, odio tener que desmitificar este cuento, pero ahí vamos:

En principio no entiendo cómo es que un hombre acaudalado pierde todo de un día para el otro. Andá a saber, por ahí jugaba en la bolsa y tuvo un mal dato, por ahí era jugador empedernido y pedió todo en el casino, no sabemos, el punto es que el padre, viudo asumimos porque jamás nombran a una madre, lo pierde todo. 
Tuvo seis hijos porque no había televisión en esa época. De los seis, a las dos hijas mayores las debería haber matado de pequeñas porque no servían ni para espiar. Parece ser que, mientras tenían plata, muchos caballeros quisieron casarse con ellas, pero ellas, agrandadas como eran, no aceptaron las ofertas porque querían a un noble como esposo. Como si la noble cuna garantizara algo. Como corresponde, ni bien perdieron la fortuna no se les acercó ni en mono... 
Pero no sólo eran flor de conchuditas éstas dos, sino que, además, marcaban un gran contraste con la menor. Parece ser que toda cualidad que les faltaba a estas dos paspadas, la tenía Bella. Tarde al reparto llegaron.
En un punto les entiendo la envidia. El mundo ya le dice "Bella" a mi hermanita menor y no sólo que es bella sino, además, amable, servicial y un conjunto de cualidades que no puedo ni empezar a enumerar... ¡Pará, loca! ¡Todas las tenés! Parece ser que a Bella también le había propuesto matrimonio unas cuantas veces, pero ella no aceptó diciendo, primero que era joven y, luego, que quería acompañar a su padre en la desgracia. Mmmmm... dejemos este punto acá por el momento.
Mientras son pobres otra vez quien se encarga de todo trabajo hogareño es, claro, como no podía ser de otra manera, Bella. Esta cosa de poner siempre toda cualidad en una, la dicotomía de "para una, todo, y para el resto, nada", o son buenos o son unos hijos de puta, o son generosos o el colmo del egoísmo, en los cuentos infantiles no hay términos medios ni grises. 
Entonces, decíamos, Bella hacía toda limpieza de la casa mientras sus hermanas no hacían un soto. O sea,  hablando mal y pronto, era la sirvienta. O sea, otra vez, habrá sido muy buena muy buena, pero también era flor de boluda. Mirá si yo, querida, voy a hacer todo mientras vos te la pasás boludeando, ¿quién te creés que sos, la reina de corazones? Pero como toda la bondad del mundo (y la idiotez) estaba rejuntada en Bella, ni se quejaba.
El padre: un nabo. Autoridad, querido, ¿para qué sos el padre? Las agarrás a las otras dos y las mandás a laburar. Pero no, como todo tipo, es un pollerudo del orto que prefirió que su hija menor se las arregle sola con esas dos arpías (acá me salió la torta talibán, sepan disculpar) a tener que abrir la boca para expresar su descontento.
Bue, la cosa es que el padre ve la oportunidad de recuperar en algo sus riquezas y parte en un viaje de negocios. Sus dos hijas, con los ojitos con el signo pesos, le piden regalos caros, Bella, obvio, una rosa (en este punto ya estoy haciendo causa común con las dos hermanas y queriendo agarrarla a patadas).
El padre parte y vuelve, pero a la vuelta se pierde en medio de una tormenta (lugar común siempre de los siempres) y termina en un castillo en el diome del bosque. Entra y no hay nadie, pero tiene la mesa puesta para uno. Se calienta en el fuego y come. Recorre el castillo y no encuentra a nadie, pero encuentra una habitación con una cama preparada y duerme ahí. O sea, hace allanamiento de hogar. Igual qué valiente el tipo, no?, porque donde yo encuentro un castillo sin nadie y comida y cama preparada me voy a la mierda así afuera se desate un tsunami porque seguro seguro que hay gato encerrado ahí.
Y había nomás, no gato, pero si Bestia. A la mañana siguiente el padre se va, pero al pasar por los jardines del castillo corta una rosa para Bella y ahí nomás se pudrió todo. Sale la Bestia hecha una furia diciendo que por robarle una rosa el tipo merece morir (la Bestia era un jardinero muy muy obsesivo). Es decir, te podés comer mi comida, dormir en mi cama, entrar sin permiso, pero donde me cortés las flores vas muerto, pibe. No entiendo su escala de valores.
El padre suplica por piedad y le explica que esa flor era para su hija menor. La Bestia lo deja ir con la condición de que lleve a una de sus hijas a morir por él. El padre acepta y vuelve a su casa. En realidad en el cuento dice que él no iba a llevar a ninguna de sus hijas (yo habría llevado a dos, mirá) sino que volvía a despedirse y pensaba regresar él nomás, y todo en el marco de una promesa, me mata el colmo del honor de empeñar la palabra y cumplir, ojalá sucediera en la vida real, pero no, ilusas, sólo en los cuentos. 
Y regresó a su casa cargado de riquezas que la Bestia le había dado (aunque todos sabemos que no fue de puro altruista sino que le compró a la hija, obvio). Cuando el padre cuenta lo que sucedió, Bella quiere ir en su lugar, discuten, pero el padre acepta.
¡Qué hijo de puta, no?! Digo, tu mejor hija, la más linda, las más buena, la única que labura quiere ir en tu lugar en el colmo de la bondad que no le creemos nada y, ¿vos aceptás? ¿Dónde quedó el viejo concepto de "los padres protegen a los hijos"? Acá no, evidentemente.
Bella viaja al castillo y se encuentra con la Bestia, que le da miedo, claro, porque es feo. ¡Porque es feo!, ¿mentendés? Nada más que porque es feo. Ahí vemos que a la Bella esta le faltó la cualidad de ver a alguien por lo que tiene adentro. Superficial del orto. Pero, con el correr del tiempo, subsana este error y resulta que hasta es simpático y todo el Bestia éste. La llena de regalos, es feliz en el puto castillo, las tiene todas (y sus hermanas se deben estar queriendo cortar las... trenzas), pero, el único problemita es que la Bestia todos las noches le pregunta si quiere ser su esposa. Y claro, será Bella pero no idiota y sabe que si se casa con la Bestia después va a tener cachorritos y le parece que bastante con los pelos del gato en todos los sillones como para además agregarle otro trabajo más.
Y ni hablar de la noche de bodas. Una Bestia de ese tamaño debe ser toda... mmm... grande. Obvio, da miedito (el tamaño importa Bella, andá sabiéndolo desde ahora, y te lo digo desde toda mi tortez, eh?).
Todas las noches Bella le dice que no, que sólo son amigos. ¡Histérica! ¿A quién se le ocurre que sólo son amigos, eh? La pasás bien, te divertís, el tipo te da todo lo que se te antoja, sos feliz... ahhhh... elo rror, Bella es flor de ciega, eso pasa, y superficial, ya lo habíamos dicho.
Bue, una de esas noches ella pide ver a su padre y la Bestia se lo concede con la condición de que vuelva a los ocho días o él se va a morir. Y así se lo dijo nomás: "me voy a morir". Nada de "voy a sufrir mucho, te voy a extrañar, voy a mirar tu foto cada veinte segundos y a revisar tu facebook todo el día", no, "me voy a morir". Mucha presión, varón.
Ella acepta. Cuando llega todo es la felicidá ja ja ja ja, menos para sus hermanas que ya están casadas y son dos marmotas infelices como corresponde. Y cuando Bella les cuenta de su felicidad se mueren de la envidia y creen que si la hacen quedarse más días la Bestia se va a enojar y se la va a comer como era su intención primera. Y acá nos ahorramos la similitud de la palabra comer con coger, ok? Porque somos unas damas y las damas no decimos algunas cosas (las pensamos, pero no las decimos).
Bella se queda diez días. O sea, para que no hagan cuentas, se pasa dos días del plazo. En esos dos días se da cuenta de que extraña a la Bestia, y sí, paspada, te acabo de marcar que no ves lo que no querés ver. Y tiene un sueño donde la Bestia, efectivamente, se muere y corre al castillo nuevamente y sí, está medio muerto el bicho peludo.
Se da cuenta de que, en realidad, lo ama cuando está a punto de perderlo (como todas, como todas, ahhh... las mujeres son todas iguales) y le dice que quiere casarse con él y tener una camada de cachorritos de ojos grandes y toda la bola. Automáticamente se rompe un encantamiento y resulta que la Bestia era un príncipe más lindo que Brad y que ella ahora es la reina y bla bla bla.
Viene un hada, porque no hay cuento que esté completo sin un hada, y condena a sus hermanas malvadas a ser estatuas en las puertas del castillo hasta que se arrepientan de lo malas que fueron (es decir, nunca) y Bella y Bestia se casan y son felices y comen perdices.

Fui muy buena porque me encanta este cuento, pero acá va lo que yo pienso:
Yo creo que ésta Bella es la misma que la Bella aquella que se la pasó durmiendo cien años en el otro cuento del que hablamos antes. Y Que, como la obligaron a casarse a los dieciséis con el pavo del príncipe que la despertó, se divorció al año siguiente argumentando incompatibilidad de caracteres. Y volvió con un escudero de su padre, el rey, que había caído en desgracia para pasar desapercibida y evitare la vergüenza de ser "la divorciada". Y creo, además, que en el año que duró su matrimonio se dio cuenta de que la belleza no lo es todo y que su marido era muy lindo muy lindo, pero también pasaba demasiado tiempo frente al espejo y maquillándose tanto o más que ella. Se peleaban por los vestidos y el colmo fue cuando lo encontró con sus enaguas depilándose la entrepierna y dijo hasta acá llegué. 
Bella sabía lo de la Bestia y se dijo que ahora quería un hombre como dios y la iglesia mandan, uno con pelo en pecho (pero se le fue la mano) y que le de todo lo que quiere galante y sexualmente. Entonces armó todo el plan en complicidad con el que llamaba su padre para conocer a la Bestia y enamorarla, obvio. Y Bella , que sabía de sus encantos, los usó todos y cada uno para lograr su cometido, no por nada le decían Bella. La pobre Bestia cae rendida a sus pies y listo, se rompe el encantamiento, el príncipe es bello, pero agradecido, le tiene ganas y todos felices.
La moraleja es la de siempre, la del principito: lo esencial es invisible a los ojos.
Amamos a la Bestia, que se sepa.

Para Germán: Los protagonistas de una seria que se llamaba "La bella y la bestia". Yo amaba a Vincent.
Sus opiniones en el cosito ese que dice "comentar".

15 comentarios:

E 6 de septiembre de 2012, 17:59  

las palabras sobran....
SAludos

La eX,  7 de septiembre de 2012, 5:01  

Gabi!!! la verdad que todavía me estoy riendo con la camada de cachorros, me encanta el cuento, pero yo no creo que bella haya sido la misma boluda que durmió 100 años!!! Esta es otro personaje que no hace más que ponderar la superficialidad de los valores, la belleza y la riqueza como sinónimo de felicidad y la pobreza y la fealdad como sinónimo de desgracia... seremos tan pelotudos los seres humanos...??
Igual habría que hacer hincapié en que por lo menos acá hablan de lo efímeras que son estas cosas... un día sos un príncipe, otro día sos una bestia....
Tal vez el hecho de enamorarnos nos transforme y nos de la belleza y la dicha y por eso los enamorados siempre comen perdices y viven en un castillo, por ahí se sienten así!!! yo quisiera un cuento de princesas que abandonan por amor a sus familias aristócratas y se van a lavar los calzones al río porque se enamoraron de una campesina!! porque no???
Me encantan tus cuentos Gabrielle!!! besos y abrazos!!

Gabriela Aguirre 7 de septiembre de 2012, 14:21  

Flavita: Los seres humanos somos así de pelotudos y un poco más también. La fe en la humanidad la perdí hace bastante...
Tal vez es como vos decís y cuando nos enamoramos resulta que vivimos en un castillo y somos los más bellos seres del mundo mundial..., mmmm..., a ver, recurramos a la experiencia, ¿vos te sentiste así cuando estuviste enamorada? Yo sí, aunque no todas las veces, ¿eso significa que no todas las veces estuve enamorada? Maybe...
Queremos, sí, un cuento donde la princesa se enamore de una campesina y lave sus calzones en el río. Hagámoslo!
Besos y abrazos, Fla.

La eX,  7 de septiembre de 2012, 18:02  

viste que no tener madre es factor de riesgo para que te pasen cosas horribles en los cuentos de hadas???

Gabriela Aguirre 7 de septiembre de 2012, 22:18  

Flavita: Vi. Sí, pero a veces tenerla no te garantiza nada, mirá Hansel y Grethel...
Besos, Flavita.

Maggie 8 de septiembre de 2012, 18:26  

¡Magnífico! No es mi desmitificación favorita, pero está cerca. Creo que de no haber tanta indulgencia en sus comentarios, esta entrada sería una obra maestra... O algo así *carita guiñando el ojo*

Vero,  10 de septiembre de 2012, 18:10  

Excelente metacrítica, como siempre, pero con el agregado de la creación de nuevos vocablos, como ¿mentendés? y la pluralización del adverbio de tiempo: siempre devenido en siempres si la ocasión lo amerita.
Destaco el humor ácido, las alusiones a todo aquello que heteronormativamente las damas no debemos decir, la bajada de línea en un velado diálogo con Bella, en fin, destaco todo el post. De nuevo: excelente.

Gabriela Aguirre 10 de septiembre de 2012, 19:45  

Maggie: Es que me gusta mucho este cuento...
Besos.


Vero: Gracias. Exagerada.

Guillermo Altayrac 10 de septiembre de 2012, 20:37  

1- «... la envidian mucho por lo feliz que Bella es en el castillo y deciden hacer que se quede más días con la idea de que la Bestia se enoje y se la lastre.»
Jajajaja.

2- «... la Bestia era un jardinero muy muy obsesivo.»
Jajajaja.

3- «Es decir, te podés comer mi comida, dormir en mi cama, entrar sin permiso, pero donde me cortés las flores vas muerto, pibe. No entiendo su escala de valores.»
Nontendés nada vos. La Bestia sometió al viejo a una prueba. «Podés tomar de mí sólo lo que te doy. Como la puerta está abierta, podés pasar. Como la mesa está servida, podés comer. ROBAR rosas de mi jardín: eso si que no. Has abusado de mi confianza.»
Lo mismo hubiese sucedido si el viejo se hubiese robado un jabón o una toalla del baño, como hace cierta gente en los hoteles, ponele. ¿Entendés?

Gabriela Aguirre 10 de septiembre de 2012, 21:35  

Guillermo Altayrac: 3.- Ahhhhhhh... ahora entendí!
¿O sea que a la gente que se afana las toallas en los hoteles hay que encerrarla y pedirle que traiga a una hija que esté buena para que se quede? Me voy a poner un hotel con muchas toallas. He dicho.

Vero,  11 de septiembre de 2012, 3:25  

Exagerada, no. Sabés que tus metacríticas de cuentos infantiles me encantan. Otras cosas que escribís, no tanto, y otras, directamente, nada. Pero las MC de los cuentos infantiles, sep! He dicho!

Gabriela Aguirre 11 de septiembre de 2012, 10:05  

Vero: Bueno, bueno, está bien...

Guillermo Altayrac 18 de septiembre de 2012, 7:14  

¿Y podemos regentearlo ambos ese hotel? ¿Ah?

Gabriela Aguirre 18 de septiembre de 2012, 13:49  

Guillermo Altayrac: Dale. Hecho.

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