Preludio, desarrollo y recapitulación

>> 10 oct 2012

"La forma más comúnmente usada en las obras clásicas de mayor envergadura es la sonata. Es la base de casi todas las sinfonías y conciertos. Consiste en tres partes principales: exposición o apertura, en la cual se adelantan y presentan mutuamente pequeñas ideas, temas, fragmentos y piezas; el desarrollo, en donde estas pequeñas ideas y motivos son explorados a fondo y expandidos, con frecuencia pasados de tono mayor (alegre) a menor (triste), ida y vuelta, y finalmente desarrollados y entretejidos en una mayor complejidad, hasta que al fin se produce: la recapitulación, en la cual hay una reafirmación, una gloriosa expresión de la madurez plena y rica en que se han convertido las diminutas ideas, a través del proceso de desarrollo." (*)

Y entonces hay personas que son todo apertura, que comienzan una y otra vez porque lo que las enamora es el comienzo, las mariposas en la panza, la excitación constante. En ese momento se sienten cómodas, muestran lo mejor de sí mismas y sólo ven lo mejor del otro, no tienen que movilizar defensas, no saben (ni les importa) qué cosas son importantes para el otro, qué cosas los conmueven, cuáles las entristecen, con qué sueñan a la noche y durante el día, qué pensamiento las hace reír. Nunca pasan al desarrollo porque no pueden, se aburren. Necesitan alejarse y volver a comenzar, necesitan romper para volver al comienzo una y otra vez. La excitación constante, la adrenalina, el deseo irrefrenable: un preludio.
No saben de la maravilla del desarrollo, de lo importante de explorar y explorarse, del conocer. No saben que el café para ella va con dos de azúcar y no con tres como para el resto de los mortales, que se pone terriblemente intolerante si movés un libro de su biblioteca y lo cambiás de estante. No saben leer sus expresiones, en realidad no les importan, porque en el preludio todas las expresiones son de alegría o de deseo, o de ambas, y no necesitan aprender otras nuevas.
El desarrollo necesita de una construcción y no saben nada de eso porque las construcciones son laboriosas y en el preludio la vida fluye. Para construir es necesario ensuciarse las manos, cavar hondo, hacer cimientos fuertes y a veces te martillás un dedo. Y duele, obvio. Construir también es probar, errar, y volver a probar. Aprender y aprenderse. Y las personas que son sólo preludio no saben de eso, no necesitan ahondar porque la apertura es sólo un esbozo de ideas, aunque sean hermosas ideas, pero son apenas el perfil, el delineado tímido.
Como no pasan del preludio y jamás llegan a un desarrollo, no tienen manera de saber acerca de lo importante de la recapitulación de todo lo anterior. No tienen la más pálida intención de pensar y pensarse, de tomar todo lo bello del preludio y las construcciones del desarrollo y reafirmarlas. No saben, no pueden saber, que en esa reafirmación se toman las ideas primeras de la apertura y las que fuimos pensando en el desarrollo y se vuelven a poner en juego, que se necesita madurez para hacerlo, pero que el resultado siempre es satisfactorio porque una sonata no está completa si no tiene esas tres partes inseparables una de la otra.
Y, por supuesto, no conocen de finales. Los finales para las personas preludio son sólo la manera de volver a empezar, apenas una ruptura momentánea para la vuelta al comienzo, y así pueden declararle su amor eterno a una y a la semana a la otra sin conflictos. ¡No saben de conflictos porque en el preludio no los hay! Por supuesto, cuando hablan de amor lo hacen en otro idioma, con otro código, no les dan el mismo peso que nosotras a las palabras y por eso aman a una y luego a otra con la misma liviandad e intensidad. Y la aman, ellas creen que la aman, no están mintiendo. No saben que los finales pueden ser definitivos porque no pueden pensar más allá de la fugacidad, como tampoco saben que algunos dolores del final son inevitables, pero no todos.
El mundo está lleno de personas preludio. Yo soy de las otras, las de la sonata completa, preludio, desarrollo y reafirmación. Conste que avisé.

(*) Fragmento de "Un puente hacia el infinito" de Richard Bach.

14 comentarios:

Anónimo,  10 de octubre de 2012, 17:56  

Buenísimo este post, Bas.

Y eso que venías flojita con esto de las mariposas, ponys sobre arcoiris tirando globos de forma de corazon y blablases... :P

besos querida!
Manat-í

Gabriela Aguirre 10 de octubre de 2012, 20:05  

Mana: Ay, qué linda ella tirándome flores...

Seee! Le aflojamos a los ponys, decís?
Le aflojamos, no?
Volvemos al modo "odio y destrucción"?
Re volvemos!

Besos, Mana, te quiero, perra!

Cami 10 de octubre de 2012, 20:38  

Me encantó! Sus post siempre me hacen reflexionar Srta. Gabriela. Abrazo!

Anónimo,  10 de octubre de 2012, 21:43  

Excelente post
Me dejaste pensando en qué parte de la sonata entro yo, o mejor dicho, qué calificación merece mi madurez emocional, que no es lo mismo. Y no me digas que tengo la madurez emocional de una arveja porque también soy sensible, ok? Así que si tenés algo para acotar, avisame que me tomo el antiácido. :P
Besos!

Gabriela Aguirre 10 de octubre de 2012, 21:57  

vero207: Tengo algo para acotar, claro.
Sin antiácidos.
Mepa que el grado de madurez emocional lo sabe cada uno, ¿vos te identificás con una arveja? no te creo ni un poco.
Y, además, no es cierto aunque te identifiques con la bolita verde esa.
Besos.

Loohan 10 de octubre de 2012, 22:24  

Me encantó el post. Conozco mucha gente que es puro preludio y no se banca el desarrollo y, por supuesto, no conoce el final. Yo, por ahora, nunca pude llegar al desarrollo con mucha gente porque casi siempre me cortan la canción antes, hay gente que tiene esa mala costumbre.


¡Un besote!

Gabriela Aguirre 10 de octubre de 2012, 23:41  

Loohan: Sep. Es la gente preludio esa, la que te pone stop antes por las dudas.
Hay que correrse, lisa y llanamente.
Ya te lo dije por ahí.
Besos.

Anónimo,  11 de octubre de 2012, 14:21  

Gracias por el manto de piedad
Con los tiempos que corren, te diré, ponele arveja no, pero no subo mucho de categoría. Estoy metida adentro de una centrifugadora. Cuando salga, Aguirre, disparo "pa' cualquier lao".

Besos.

PS/ ¿Leíste el broli al final? ¿Valía la pena?

Anónimo,  11 de octubre de 2012, 15:17  

Ay Pascu... no se puede inventar un sensor de preludios ?? porque yo que siempre soñé ser desarrollo (antes, ponele) tengo un imán para la gentepreludio... y ya dejó de ser divertido hace mucho ...
Acá, directo, directo al centro del pecho tu escrito. Gracias eh? Y ahora qué hago con todo este ruido??
Besos boni.

Gabriela Aguirre 11 de octubre de 2012, 15:33  

vero207: De nada, ja.
Entonces será el momento de apretar el bonito de "off", no?
Besos.
p.s.
No. Aún no. Le pegué una leída muy por arriba nomás, después te cuento.


Pascu: Eh... Es que el sensor de preludios existe. Se llama "alertar" y funciona así: si algo te hace ruido es que hay ruido nomás. El punto es no hacerse la boluda.
Besos, boni.
Te quiero. Hasta Chascomús ida y vuelta, infinitas veces.

Anónimo,  12 de octubre de 2012, 3:14  

Sí, todo muy cierto.

Pero quién les quita lo bailado.

Ta luegazo.

Gabriela Aguirre 12 de octubre de 2012, 14:04  

L a O b v i ó l o g a: Jajaja!
Esa es otra visión.
La verdad que, a veces, una preferiría no bailar.
Digo..., sabiendo lo que luego sabe, no?
Besos!

Unknown 23 de marzo de 2016, 22:59  

De todo se aprende, de cada preludio y del desarrollo también, cada camino tiene su música ,que nosotros mismos elegimos, a no culpar a nadie por nuestras propia elección
Gaby estoy maravillas me encanto!!

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