¡Manual de instrucciones now!

>> 25 feb 2013

Todos sabemos que es posible saber algo y no saberlo.

Es decir, saberlo en la teoría, pero por alguna razón abandonar ese conocimiento en la práctica. Como cuando hago panqueques, por ejemplo. Yo sé el perfecto movimiento que hay que hacer para dar vuelta el panqueque en el aire, sin embargo, y con la sartén en la mano... eh... se ve que no sé nada (favor de ahorrarse los comentarios al respecto de la sartén por el mango, gracias). Por eso uso una panquequera eléctrica que es genial y con la que no necesito ese otro conocimiento que sé y no sé al mismo tiempo.
Así como es posible saber algo y no saberlo, también es posible saber algo y luego olvidarlo.
Y acá es a donde quiero llegar.
Hay conocimientos que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida, de los básicos y de los otros. Entre los conocimientos básicos podemos contar con, por ejemplo, el muy útil "el fuego quema". Ese fue un conocimiento teórico hasta que efectivamente me quemé y luego supe, empíricamente, que sí, que es verdad, que el fuego quema, che. Todos los fuegos, los chiquitos y los grandes. La colilla encendida de un cigarrillo quema, la hornalla prendida quema, una fogata también quema y un incendio en la propia habitación declarado a las cinco y cuarto de la madrugada cuando una está en el vigesimoquínto sueño ni les cuento. Quizás no en la misma medida, pero quemar, queman todos. Sin embargo, de vez en cuando me olvido y termino con un dedo chamuscado (o con un brazo), es así. Y no, no es que justo no estaba prestando atención, es que me olvidé, así de sencillo y así de estúpido. ¿O por qué creen que existe ese viejo refrán que reza "el que juega con fuego..."? Y lo loco es que nunca lo terminan porque sólo está para recordar un hecho cierto: ¡el fuego verdaderamente quema! De hecho no sé cómo termina el refrán, nunca lo escuché completo, podría ser "...amanece mojado", o "...Mahoma va a la montaña", pero seguro seguro termina en algo relacionado a que si jugás con fuego te quemás, así de simples son los refranes.
Pero en relación a los conocimientos no básicos, pero sí muy importantes, están los que adquirimos por experiencia pretérita. Cosas que sabemos que no tenemos que hacer y que, llegado el caso, las hacemos igual porque, de repente, nos "olvidamos" o, peor, desestimamos ese conocimiento porque "no se aplica a esta situación particular".
E-rror.
Siempre se aplica a la situación particular, señores (y señoras, claro). Siempre de los siempre. Si en el pasado, cuando íbamos caminando por esa calle tan bonita rodeada de árboles y vimos que en el diome del camino había flor de piedra (soy tan buena con los juegos de palabras que me aplaudo solita) y, ¡oh, el azar!, nos tropezamos con ella, lo primero que decimos es "si hay una piedra en un camino mejor rodearla porque si no me pego un palo como éste", pero tiempo después, mientras vamos caminando por otro camino tan o más bonito que el anterior, mirando los pajaritos y hablando pelotudeces, de repente vemos que ahí nomás, ¡oh, casualidad!, hay otra piedra, casi que igualita a la de la otra vez. Y ese conocimiento que adquirimos no viene en nuestra ayuda, no señor (y señora, claro), ese conocimiento se perdió en el limbo de los objetos perdidos y una ¿qué hace, eh? Pasa por encima y se pega un palo igual que el otro, o parecido, pero palo al fin. ¿Y dónde quedó aquello que sabíamos, eh? En el olvido, claro. ¿Y cuándo vuelve ese conocimiento a la parte conciente de nuestro bobo cerebro? Cuando ya no nos sirve para una mierda porque estamos en el suelo con la jeta llena de tierra y las rodillas raspadas (por no exagerar y decir que nos quebramos una gamba o algo así).
Existe un proceso cognitivo que entra dentro de la categoría de la comprensión que llamamos "darse cuenta". Es un proceso lento, de apertura gradual. No es el repentino "¡eureka!" sino el "ahhhhhhh..., mirá vos!". Y ese proceso llega cuando, al menos en mi caso, recuerdo aquello que sabía y que olvidé. Llega también de la mano con algún insulto a mi propia inteligencia, como por ejemplo "¡pero qué idiota!", lo que, en honor a la verdad, no me gusta mucho decirme, pero cuando tengo razón, tengo razón y no hay con qué darme.
En el proceso de darse cuenta es cuando recordamos aquello que sabíamos y que, oportunamente, olvidamos. Y nos queremos dar de latigazos por bobas, claro. También es posible que no es que hayamos olvidado sino más bien que hayamos desestimado aquel conocimiento y ahí, en lugar de latigazos, nos queremos hacer un cinturón doble de dinamita para ir, cual bomba humana, a cumplir algún designo superior. No sé, hacerle una visita al Señor Macri, por ejemplo, como para que, al menos, nos llevemos a algún otro hijo de puta en el camino.
El "darse cuenta" no es inmediato siempre. A veces lleva semanas, meses, años. A veces lleva más, pero eventualmente llega. Y no se aplica sólo a los conocimientos que hacen que no nos tropecemos con la misma piedra, con el mismo pie y en el mismo camino, sino a un montón de cosas. Ayer, por ejemplo, estaba tratando de sacar la imagen de una función de la siguiente manera:
f(x)=3sen(x/2)+1
y=3sen(x/2)+1
y-1=3sen(x/2)
(y-1)/3=sen(x/2)
arcsen((y-1)/3)=arcsen(x/2)
(Para Germán por si el gallego no te lee toda la mierda matemática: efe de equis es igual a tres por el seno de, paréntesis, equis sobre dos, cierro paréntesis, más uno. Luego, en el paso siguiente, i es igual a tres por el seno de, paréntesis, equis sobre dos, cierro paréntesis, más uno. Luego, i menos uno es igual a tres por el seno de equis sobre dos. Luego, paréntesis, i menos uno, cierro paréntesis, sobre tres, es igual a seno de equis sobre dos. Luego, arcoseno de, paréntesis paréntesis, i menos uno, cierro un paréntesis, sobre tres, cierro el otro paréntesis, es igual a arcoseno de equis sobre dos.)
Y así estaba yo en mi clase de matemática a las nueve y pico de la noche, embarrada hasta el caracú de funciones que odio hacer que sí, son fáciles, pero vieron cómo es esto, más sabe una de matemática y menos sabe hacer una cuenta pedorra, hasta que me dije "¡pero qué pelotuda!" y lo resolví en dos putos pasos con aquello de que el seno de cualquier mierda está siempre entre -1 y 1, más las cuentas correspondientes (para los que tienen dudas matemáticas, la imagen está en el intervalo [-2,4]). 
Es decir, los conocimientos olvidados nos cagan la existencia en más de un sentido. ¿Y todo por qué? Porque no hay manual de instrucciones, señores (y señoras, claro). Yo creo que, con lo complejo que es el ser humano, deberíamos venir con un manual. Si mi ipod que tiene siete botones chotos viene con manual del usuario, ¿cómo que nosotros no? Eso es una falla más que importante, barbudo. Exijo un resarcimiento al universo. He dicho.

9 comentarios:

Anónimo,  25 de febrero de 2013, 16:46  

Sabés que tenés razón con eso de las cosas que sabemos y que no aplicamos o al menos, que cometemos el mismo error con conocimiento de causa.
Yo sé que no se puede tirar de la cuerda, porque la cuerda..., se rompe.
Y tiro igual.
Y se rompe.
Y me asombro.
:(

Gabriela Aguirre 25 de febrero de 2013, 16:50  

Vero: Jajaja! Lo sé.
En un punto creo que soy igual.
Pero sólo en un punto.
Besos.

Gerchu,  26 de febrero de 2013, 0:34  

Gaby:

Aquí me ganó, pero por media pendejésima de derivada!

Ya copié su entrada y le pediré ayuda a una amiga matematicosa, porque yo llegué a las 3 funciones básicas, a las tres consecuentes básicas inversas, y un par de pares de identidades trigonométricas ... y yaaaa estuvo bien!

Total, para calcular qué largo tiene que tener una tanza para ponerla justo en un pasillo determinado y hacer que algún inoportuno ruede por el suelo y grite de dolor, mientras yo acomodo el desorden y al desordenado de turno lo fleto por el ventanal mas cercano, para eso medio pitágoras, un cuarto de funcioncita y ya resolví el entuerto!

Pero con ese bagage infinitesimal, juro sobre mi tumba que entenderé su espeluznor mental.

Por otra parte, ¿todo esto para decir que estaba medio dormida, y que se le zafó la tableta interna de datos alpédicos, semiaprendidos alguna vez?

Naaaa mi vida! Yo pensé que había conocido al verdadero hombre lobo, que miraba con cariño sus empanaditas rellenas de vecindario, o que había visto una pileta llena de cucarachas, o que solita y en sólo tres renglones encontró una solución al tercer teorema de Fermat!

Igual, le reconozco el valor literario de la intriga en la que nos sumió, porque estoy seguro de que cada uno de sus lectores iba ya rumbiando como para el lado de los tomates, y usted nos aparece detrás de las latas de atún.

Uno apredne lo que está interesado en aprender, y muchas cosas en las que no, también. Sólo que nos cuesta mucho más resucitar de entre viejas neuronas las últimas cosas. Lo valioso de su experiencia no es darse cuenta de que se había olvidado de una boludecita matemática, sino haberse dado cuenta de ello, a pesar del tedio y el fastidio de no resolver algo que parece taaaan tontín de una sola mirada.

No se preocupe, estas cosas pasan cuando uno está vivo. Yo no hace mucho he terminado de deducir un par de esas boludecitas matemáticas en una simplísima cuadrática, de esas que cuando las aprendés, te hacen resolver de memoria la perra parábola más perruna, y que uno está contento de compartir ... bueno, ese es mi caso, porque estas cosas me pasan cada vez que preparo en matemática 3 - de la secundaria, claro! - a algún futuro ingeniero espacial.

Mire la sarta de pavadas que me hace decir! Y yo, que tengo que empezar a escribir prácticos para mis blancas palomitas versión 2013!

Un beso, admirativo de su sinceridad y sapiencia ancestral!

Gerchu.

Anónimo,  26 de febrero de 2013, 10:27  

¡Qué feo que sonó esa aclaración!

Pero sólo en un punto

Recién ahora la leo..., leeeeeenta la tipa hasta para estas cosas.

:(

Gabriela Aguirre 26 de febrero de 2013, 16:14  

Gerchu: No, no es que estaba medio dormida y se me zafó la tableta interna... ¿No sabés leer entre líneas? Lo que estoy diciendo, en caso de que no haya sido suficientemente clara, es que tengo la puta costumbre de tropezar con la misma piedra, con el mismo pie y en el mismo camino reiteradas veces. Y no es que no aprendí nada, es que me olvido o desestimo.
En cuanto al teorema de Fermat, ya lo resolví, pero no me entra en este espacio de comment, así que dejo que lo resuelvan ustedes.
Besos.


Vero: Lenta. Pufff.

Gerchu,  26 de febrero de 2013, 23:20  

Ayyy ... ayyy ... ayyy ... canta y no llorees ...
Claro que leí y entendí. Sólo que para la hora en que lo hice, preferí concentrarme en la cuestión matemática.
Si ve un parrafityillo serio entre tanta pavada comentada, pues ahí ve usted que sí comprendí.
Igual que en matemática, en la vereda, la playa o el resto de la vida, uno tarda más en rescatar saberes viejitos porque,después de todo, somos apenas humanos.
Si no, jamás se podrá entender por qué ese "aire de familia" entre amores tan diversos de la misma persona que, por ejemplo, soy yo. Me busco siempre el mismo tipo de gente, lo juro, aunque usted me hubiere conocido envases muy diversos, el contenido no ha cambiado jamás.
La contrapartida - si y solo si - es que yo tampoco cambié. En esto - como en matemáticas - no se termina de aprehender lo aprendido.

Besos!

Gabriela Aguirre 27 de febrero de 2013, 16:46  

Gerchu: Talcualmente con el "aire de familia", Ger.
Se ve que no, que no cambié nada tampoco entonces, aunque me encante pensar que sí.
Ufa.
Me deprimiste.
Besos.

Gerchu,  28 de febrero de 2013, 20:03  

Gaby:

Lo de los aires de familia son casi inevitables, porque no es la razón la que elige, es otra cosa.

Pero parece que uno sí puede buscar detalles que hagan de esa genética espiritual que uno carga en las elecciones, una cosa menos determinista y un toque mas sensible a nuestras necesidades.

Tal vez, en mi caso, deberé estar atento a no ser tan atento y dejar que se preocupen un toque del otro lado. Tal vez. No es fácil, pero se puede aprender a esconderse un toque - lo del bichobolismo autoprotector, ¿recuerda? - pero no comoinevitable característica, sino como acción planeada y cuidadosamente administrada.

No se deprima, nadie vale ese dispendio energético.

besos!

Ger.

Gabriela Aguirre 2 de marzo de 2013, 14:40  

Gerchu: Mmmmm... lo del bichobolitismo no me ha funcionado, la verdad sea dicha.
Listo, ahora que me lo decís no me deprimo (léase, por favor, con un toque de sarcasmo)
Besos.

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