El testigo

>> 11 ene 2014

Cena. Cinco personas en la mesa. Cena suntuosa: tres copas, muchos cubiertos, flores en el centro.
El lugar es un comedor enorme, lo único iluminado es la mesa con los comensales de los cuales yo soy una.
Cena decía. Cinco persona en la mesa y un mono. Un chimpancé modificado genéticamente que puede leer, escribir, entiende perfectamente todo lo que decimos, pero no habla. El chimpancé es un testigo, se le llama así a los animales modificados que se ocupan de grabar en su memoria (tiene un puerto usb en la nuca) todo lo que ocurra a una persona en particular.
¿Ya dije que este comedor está emplazado en una nave espacial? No, no lo dije, pero bueno, está en una nave que se dirige a otro planeta con el fin de colonizarlo.
Charlamos de cosas, o, al menos, eso es lo que parece porque todos mueven la boca aunque yo no escuche ningún sonido. El mono mira a unos y a otros siguiendo la conversación.
Llega el Zar de Rusia y se reúne con alguien (quizás ese alguien sea yo) en el estudio a tomar un café escritorio de por medio. Después de un minuto o dos llegan tres tipos vestidos de mozos con el cátering para el Zar y su acompañante (que quizás sea yo). La comida se compone de cerebro humano, trozos de queso y gajos de naranja, todo esto se sirve en el casco que uno de los mozos se pone. Es como un casco de moto, pero más grande y con espacio para todo eso que acabo de describir. El tipo del casco se arrodilla hasta que queda a la altura de la mesa y tanto el Zar como su acompañante se sirven de ahí.
De repente el mono entra al estudio y se abalanza contra el tipo del casco en una situación un tanto confusa. El animal lo muerde, el tipo grita, todos salen corriendo, llegan los guardaespaldas del Zar y preguntan por qué el mono atacó al del cátering. Nadie responde.
Yo voy al estudio cuando no hay nadie y veo una especie de aguja hecha de resina. Está partida a la mitad. Como primero encuentro la parte de atrás no me doy cuenta de que es una aguja y me la acerco a la nariz, la huelo y luego la pruebo para ver si tiene algún sabor. Después descubro la otra parte y voy con ambas hacia el comedor donde están todos, mientras camino me voy sintiendo mal y entiendo que el mono había salvado al Zar de ser envenenado.
Me despierto.


Mi mujer me avisa que suspenda la lectura de libros de ciencia ficción. Toda la cosa del mono testigo es de Orson Scott Card, claro.

7 comentarios:

Anónimo,  11 de enero de 2014, 23:15  

tu mujer tiene razón, pero lo que te tiene que prohibir es el opio que te debés estar mandando, jajaja!

besos putona!
Manatee

Gerchu,  13 de enero de 2014, 0:12  

Ah!

Esa fue mi expresión al llegar al final del post.

Es que - criticona con tutti cuanti como venía - me imaginé que esa cena era real y que el "chimpancé" - bueno, un mono, no voy a volver a ver de qué especie es - constituía su modo de retratar a un humano asistente a la ocasión.

Igual, no creo que sea opio, pero yo le recomendaría dejar de darle a la ligustrina, puede causar estragos.

Besos, chimpanceáceos.

Ger.

Gabriela Aguirre 13 de enero de 2014, 13:02  

Mana: Jajaja! Ella dice que la culpa es de los libros de ciencia ficción que me devoro de a tres por fin de semana.
Yo no digo nada.
Besos, perra!


Gerchu: Jajajajaja! La ligustrina es para mis hormigas, por el momento, pero nunca se sabe...
Besos moneriles!
Y sí, era un chimpancé, aunque en el libro de Card era un capuchino.
Besos.

Guillermo Altayrac 29 de enero de 2014, 23:49  

¡Qué buen sueño!
Jajaja. Al comienzo, a mí se me cruzó por la cabeza la misma idea que a Gerchu.
¡Seguí leyendo ciencia ficción que estás teniendo sueños re copados!
Lástima que al final ingeriste veneno, claro. Jajaja.
¿Hay algún robot médico en la sala?

Gabriela Aguirre 1 de febrero de 2014, 0:34  

Guillermo Altayrac: ¡El mono debería haberme salvado! ¡Era mi testigo!
Bueno, quizás yo fuera el mono también...
En fin...
Sigo con la ciencia ficción porque me gusta mucho.
Besos!

Guillermo Altayrac 4 de febrero de 2014, 0:29  

Yo pensé que era el testigo del zar. Bueno, igual era tu testigo, no tu guardaespaldas. Ese es otro tipo de "mono". La tarea de este era, simple y únicamente, grabar en su memoria cómo te morías.
Siendo que es un sueño, es probable que vos también fueras el mono, sí. Y el zar, incluso.
¡Besos para vos!

Gabriela Aguirre 8 de febrero de 2014, 16:20  

Guillermo Altayrac: En mis sueños soy el alfa y la omega!
Besos!

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