El brillito en la nariz

>> 15 abr 2013

De un tiempo a esta parte no sé bien qué es el amor.
A veces creo que es ese sentimiento que nos embarga, las mariposas en la panza y todo lo que gente mejor preparada que yo explicó y describió alguna vez. Aunque, como siempre digo, las mariposas en la panza también pueden ser explicadas con una indigestión.
Creo que muchas de las veces en que creí estar enamorada no fue más que eso: una indigestión. Algo que comí, no puntualmente en mal estado, sino, simplemente, demasiado. Como cuando una se "empacha" con un alimento que nos gusta mucho, no sé, las almendras, por ejemplo. Una vez comí como medio kilo de almendras de un saque y después de eso ya no las pude ver sin sentir eso de las mariposas en la panza. Y eso no es enamoramiento, justamente.
Muchas otras de las veces en las que creí estar enamorada, no fue más que la congruencia de soledades. Ella estaba más sola que la una, yo también, ella venía de una serie de dolores provocados "en pareja", yo también, y ¡zaz!, un día nos encontramos y, en medio de una charla de horas, creímos zonzamente que como a ambas nos gustaba Harry Potter (o la poesía, o el teatro, o cantar, o leer) eso era amor. Y, por supuesto, claramente no lo era. Eso, querida, no fue nada más que la intersección de tus conjuntos de soledades y los míos. Y fue una intersección chiquita además. Matemáticamente tendiendo a cero.
Por supuesto, estoy confundiendo términos y una cosa es estar enamorada y otra muy distinta (diametralmente distinta) es amar. En ese sentido (y ya lo dije alguna vez por estos lares), nos faltan términos para expresarnos correctamente.
Pero bueno, haciendo cálculos hoy (hoy y ahora, sentada en el Café Martínez de Belgrano) caigo en eso, en que todo eso que alguna vez llamé "estar enamorada" no fue más que la confluencia de sus soledades y las mías. La teoría de la maceta, dice Flor, y paso a explicarla: Ella dice que cuando una ama tiene una maceta cargada de todo ese amor que construyó, pero que, un día, y por esas cosas de la vida, ese amor se terminó y se separan. La maceta queda cargada de todo ese amor construido con otra persona y una no sabe qué hacer, entonces va hacia el balcón y lo tira por la cabeza del primer distraído  que pasa. ¿Cuántas veces hicimos eso? y, ¿cuántas veces cuando creímos que nos amaban no era sino un macetazo en el marote?, un macetazo con todo el amor construido con otra persona, está claro.
Yo no sabré bien qué soto es el amor, pero sé bien qué cosa no es y no es la confluencia de soledades, no es que como te gusta Harry Potter entonces sos mi alma gemela, no es que como nos llevamos bien sexualmente somos la una para la otra, no es que como nos reímos de los mismo, opinamos parecido políticamente, y estuvimos juntas y sin saberlo aquella vez en aquel recital, qué loco, no?; eso definitivamente no es. Es otra cosa, no sé qué, pero el conjunto de particularidades, de coincidencias, eso, seguro, no.
Las coincidencias son nada más que eso: coincidencias. Y el amor es bastante más que pasar una tarde tranquilas viendo una película, mucho más que la coincidencia en las lecturas preferidas e infinitamente más que lo bien que nos llevamos en la cama. La confluencia entre tus soledades y las mías no es más que eso, una confluencia. Y no significa nada más que eso.
Tengo la firme sospecha que es, entre otras cosas, retirarse del propio ombligo y ver al otro tal cual es, con sus cosas lindas y sus miserias, y aceptarlo así sin querer que cambie para nuestra propia comodidad. Por supuesto esto no abunda y no se vende en el super en oferta de 2x1.
¿Qué es el amor, el deseo, qué te gusta del otro cuando te gusta?, me preguntaron ayer en el cumple de una amiga y yo me preparé para dar un monólogo de las cosas que me enamoran, eso que digo siempre y para el que tengo un speech armado: la forma en que mueve las manos cuando habla, lo que dice y cómo lo dice, las cosas que leyó, la opinión que pueda ofrecer y defender al respecto de muchas cosas, la risa, el buen humor, la libertad..., pero me frenó en el acto y me dijo "el brillito en la nariz . Es decir, nada. Algo tan intangible que no puede ni describirse. Ni Harry Potter, ni el hecho de que te guste leer tanto como a mí, ni que te guste cantar, ni la forma en que movés las manos, ni la libertad sexual, ni la intelectualidad de la que hacés gala, ni lo linda que te ves cuando recién te despertás y tenés todos los pelos revueltos; no, nada de eso, el brillito en la nariz.
Ahora bien, con el brillito en la nariz, pero sin valentía no hacemos nada. Y el mundo está escaso de gente valiente, es mucho más fácil quedarse sentado en la comodidad de tu hogar y escribir sobre aquello que creíste que fue amor y no lo fue, lo que sentiste aquella vez que te miró, lo que te pasó ese otro día, en lugar de aceptar que lo único que estás haciendo es idealizar el pasado porque el presente y futuro te dan pánico y no podés ni planear un juego de bolita para mañana.

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