The Weight Of Us

>> 31 may 2012





Canción lacrimógena de la semana con Sanders Bohlke.

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Dos al hilo

Estoy caminando por un pueblo, las casas son todas iguales, es como el pueblo de la Iniciativa Dharma, deben ser las siete u ocho de la mañana, la mayoría todavía duerme. Pasa un avión cerca y volando bajo, vuela raro, vuela como volaría un helicóptero, está sobre unos cerros que hay en los límites del pueblo, suspendido en el aire. De repente se pone de costado y cae. Se escucha el estruendo, pero no hay explosión.
Entro a casa a buscar la cámara porque quiero ser la primera en llegar. Me acompañan dos o tres personas de la Iniciativa Dharma, el pueblo ya no es ese pueblo, ahora se parece mucho al de Silent Hill, pero sin el miedo.
Estas personas van por delante mío mientras yo me retraso buscando mi cámara. Llevan teas encendidas y bidones con gasolina. Cuando yo llego todo es humo, pero no hay cuerpos.
No quiero ver cuerpos, el avión está prácticamente intacto, le falta todo el techo, los asientos están en perfecto orden, pero no hay personas, ni muertas ni vivas, como si el avión hubiese llegado sin tripulantes.
Ya no es tan interesante para mí puesto que el objetivo de ser la primera en sacar fotos era venderlas al mejor postor y me digo que si no hay muertos, no hay noticia, pero hay algo que no deja de hacerme ruido. ¿Por qué llevaban teas la gente de mi pueblo? Yo no escuché explosión alguna, ni vi humo, ni nada, ¿por qué estaba todo quemado cuando llegué? Empiezo a sospechar un complot. Me despierto.

Estoy en algún pueblo de África haciendo trabajo voluntario cuidando bebés abandonados. Pero se ve que soy la inutilidad hecha mujer.
Una mujer, mi supervisora o alguien que sabe mucho, se acerca. Lleva un guardapolvo de médico, tiene más de 40 años y el pelo a lo He-Man tirando a colorado. Esta mujer, que se llama Sara, me dice que estoy levantando mal a un bebé que tengo en brazos. Me dice que, culturalmente, ahí se tiene que hacer de otra forma, que se sienten más seguros si los envolvés apretaditos y los cargás con una especie de manta atada a mis hombros. Me explica cómo es, envuelve al bebé negrito, enfermo y débil, y me dice que es mi responsabilidad que viva hasta mañana. Eso es terrible porque el bebé está muy mal, la piel se le cae a jirones y queda en carne viva.
Tomo sus palabras como una sentencia y ahí voy con mi negrito a cuestas. Tengo puesta una pollera larga hecha con retazos de jeans de diferentes colores, una blusa blanca medio hippie y un montón de pulseras en las manos y en los pies descalzos.
Hago cosas siempre con mi negrito a cuestas, a veces paro para alimentarlo, y vuelvo a hacer cosas. Cuando cae el sol, me siento en el suelo cansada y recuesto la espalda contra un montón de madera atada, aflojo un poco al negrito, lo tengo apoyado sobre una pierna, boca abajo, el se mueve un poco hasta pararse entre mis dos piernas abiertas y se hace pis. Yo veo que se está haciendo pis sobre mi pollera y no me importa una mierda porque estoy tan cansada, tan sucia y es tan bueno que él se haya movido solo, que, en un punto, me pone feliz que me esté ensuciando toda. El líquido corre sobre mi pollera hasta el final y se pierde en el polvo del piso. El negrito se vuelve a acomodar en su lugar y se duerme.
Pasa un día. O dos. O mil, no lo sé.
La persona que me enseñó a cuidarlo vuelve y yo estoy toda sonrisas. Me pregunta cómo me fue y le digo "Mirá a mi negrito" y le señalo a un bebé rollizo que juega en una cama, puro ojos y puro dientes blanquísimos, y su piel, antes descascarada y arrugada, ahora suave y perfectamente negra.
Me despierto.

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Lelez al cubo

>> 30 may 2012

A ver, Elena querida, parecés una chica inteligente, pero sos flor de boba.
El tipo no se lastima nunca y cuando lo hace, misteriosamente se cura, le viste la cara de mostro un par de veces, escucha jazz (y tiene 17, ahí nomás tendrías que haber sospechado), sabe todo de todo, y aparecen cuerpos de gente mordida..., ¿y te diste cuenta recién al quinto capitulo de que era un vampiro? 
Bue, ponele que sos tan lela..., ¿lo vas a ir a encarar a su casa de noche? ¿en serio sos tan tarada?

Estoy viendo desde el vamos The Vampire Diaries y ya me indigna. Y todo porque tengo que esperar a la segunda temporada de Once Upon a Time, de la que no quiero hablar porque la rosarina dijo que iba a escribir post, pero sepa rosarina que en cualquier momento le piso la manguera. Las series no es lo que eran. Lost, te extraño (aunque no extraño tu capítulo final que fue una bosta al cubo.

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Segregando

"Recorte cinco sustantivos femeninos y cinco masculinos", decía el cuaderno de tareas de mi sobrino.
Primer grado..., ¿es muy necesario que vean esto ahora? Bue, parece que sí.
- ¿Cuáles son los sustantivos femeninos, Rodrigo?
- Los que empiezan con "la".
Ok, nos quedamos con esa definición. Mi hermana recorta la palabra "delantal", él la pega.
- ¿Qué es, femenino o masculino?
- Femenino.
- ¿Por qué? ¿Cómo decís "delantal"? ¿Decís "la delantal"?
- Sí.
¬¬
- ¿Qué es un delantal?
- Un trapo.
- Un trapo que se pone dónde.
Rodrigo piensa.
- No sabe lo que es un delantal, gorda - le digo a mi hermana.
- Sí, sabe. Rodrigo, el delantal que me pongo yo cuando cocino...
- Ahh...
- Bueno, ¿y cómo es? ¿femenino o masculino?
- ¿Masculino?

Primer grado. Segregando desde chiquitos.

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Paso uno

>> 29 may 2012

Ya está. Ya la lloré.
En los colectivos, los trenes, fumando y tomando un mate. Caminando a la una de la mañana por la estación de José C. Paz y mientras me paraban un grupito de unos diez chicos entre fumados y drogados o ambas (no, no es valentía, es estupidez), mientras lavaba los platos en mi casa y mientras cortaba catorce mil kilos de cebolla (y ahí tenía una buena excusa y nadie preguntaba). La lloré frente a la compu y en la cama hasta que me venció el sueño.
Ya está. Ya lo hice. Ese es el paso uno.
¿Cuál era el paso dos?
"Levantá la cabeza" me dijo Vero. Ah..., sí, ese era el paso dos.

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Agnóstica furiosa

>> 28 may 2012

Salgo para la facultad después de una tarde particularmente del orto y, en la vereda de mi casa, tirado, un panfleto que dice "Dios es amor".
No lo pude resistir y dije en voz alta:
- ¿Me están jodiendo? ¿Por qué no te vas un poco a la recontraconcha de la lora?
Y me fui puteando las tres cuadras que me separan de la parada del colectivo, previo hacer mierda el puto panfleto.

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Y para muestra...

A veces el clima no es más que una muestra gratis del estado de ánimo.



(como hoy)

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Golpe

>> 27 may 2012

Tener un negocio de comidas hace que, cada tanto, la realidad te pegue un golpazo. No creo estar muy alejada de la realidad de mi país, sin embargo, ayer me pegó un golpazo y fue este:

Ocho o nueve de la noche, nena de unos cinco o seis años. Sola. Al menos entró sola al local. Ropa gastada, pero limpia, con una bolsa enorme para su tamaño, un poco despeinada, las manitos sucias y unos ojos que traspasaban cualquier cosa.
Yo estaba de espaldas a ella, no la vi entrar.
- Señora - me llama.
La veo. La miro a los ojos. Unos ojazos marrones hermosos que guardan, todavía, un poco de infancia y de juego.
- ¿Qué, mi amor?
- ¿No tendría un vaso de agua?
Para vos tengo todo, agua, comida, un abrazo y lo que quieras.
- No, pero tengo jugo, ¿querés?
- Sí, por favor.
Le traigo un vaso de jugo, lo agarra como con miedo, toma un poquito.
- Gracias.
- También tengo una empanada calentita, ¿querés?
- Sí.
Y se la doy. Y me agradece otra vez y se va con su bolsa enorme, sus manitos sucias y sus ojazos. Y me deja un nudo en la garganta. 

Algo estamos haciendo mal. Algo estamos haciendo muy mal si esto pasa, y yo sé que pasa todo el tiempo. Algo estoy haciendo, entonces, muy mal si lo permito.
Creo que se abre una puerta acá. Creo que esta nena me abrió una puerta. Creo que no quiero permitir que un sólo nene en mi barrio tenga hambre. Voy a hablar con mi hermana para ver qué podemos hacer, aunque sea poquito.

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Ciega y muda

Él era viudo, tenía dos hijos, era mago, pero no mago como los que sacan conejitos de los sombreros, mago como Harry Potter, se parecía a Robin Williams (yo era más alta que él, incluso), y era el amor de mi vida.
Pero el amor de mi vida se había "tomado un tiempo" y yo, como suele suceder con estas cosas, lo había dado por perdido.
Estaba sentada en el patio de una casa de campo que, aparentemente, era mi casa. Todas estábamos sentadas alrededor de una gran mesa bordando o tejiendo una especie de colcha. "Todas" no sé quiénes éramos, pero llegábamos a las diez o doce personas. Entonces llega él. Yo estoy de espaldas a la calle, pero las chicas me miran significativamente y giro la cabeza. Lo veo. Viene radiante, sonriente, viniendo hacia mi con su capa de mago al viento. En principio quiero mandarlo a freír espárragos a la Antártida y decirle quién se cree que es para jugar así, pero me ganan las ganas y lo abrazo.
- Vine a buscarte - me dice. Y es suficiente para mí (ahí ya tendría que haberme dado cuenta de que estaba soñando).
Le pregunto dónde están los nenes y me dice que en el auto. Le pregunto dónde está el auto y me dice que estacionado como a cinco kilómetros. Los nenes también tienen poderes mágicos, el más grande tiene pico de pato y cuernitos móviles como los caracoles, el bebé todavía no se sabe.
Ahí ya me calenté para el orto y le pregunté si no lo estacionaba frente a mi casa por vergüenza o qué, pero no me responde y vamos caminando hacia donde está el auto, que era en la ciudad de Pilar.
Mientras caminaba, yo adelante y él atrás, le recriminaba que cómo carajo se le había ocurrido dejar a los nenes solos en el auto. Él no decía nada, caminaba atrás mío sin decir nada. En un punto yo estaba feliz de que volviera, en otro estaba furiosa.
Llegando a Pilar comienza a haber más movimiento de gente y lo pierdo, pero asumo que debe estar por ahí, así que me pongo a buscar el auto. Entro a un estacionamiento donde casi me atropella un micro, pero no está y me empiezo a desesperar porque siento que es flor de irresponsable. No sé cómo me pierdo y termino en un laberinto de casas y habitaciones todas comunicadas. Vago por estos lugares y descubro que no puedo hablar, no puedo comunicarme con nadie, la gente me mira raro, hablan entre ellos señalándome, eso no me importa, pero me incomoda un poco. Se hace de noche y duermo en una especie de nicho con colchón y frazadas. Era toda una pared llena de estos nichos-camas y dormían alumnos y profesores de algún colegio privado porque todos iban con uniforme. En algún momento siento que me tengo que ir de ahí y seguir buscando, bajo del nicho-cama que estaba como a dos o tres de distancia del suelo y salgo por un pasillo, pero recuerdo que estoy descalza y vuelvo por mis zapatillas. Alguien, una mujer, parece profesora de algo, me las saca y yo me enojo, pero no puedo más que emitir gruñidos, soy una especie de mujer salvaje, entiendo lo que dicen, pero no puedo comunicarme. La mujer me dice algo y yo agarro sus botas enojada. Ella me ordena que las suelte, me ordena como se le ordena a un perro que suelte algo y yo se las tiro a la mierda y me voy corriendo.
Termino en una plaza desorientada, hay mucho ruido, mucho movimiento, mucha gente, no sé dónde estoy ni quién soy. Descubro que tampoco veo, estoy ciega. Alguien me lleva al hospital y ahí termino. Al hospital también fueron los hijos del amor de mi vida (que, obvio, desapareció), pero yo no los veo. El más chico está en una cuna jugando, al más grande se ve que quisieron sacarle el pico de pato que le quedaba tan lindo y ahora está descascarado y vendado, tampoco ve nada, se llama Pedro, no está feliz, la gente del hospital no puede entender a nenes con poderes mágicos...
El tiempo pasa y termino cuidando a otros nenes en la nursery donde también están Pedro y el bebé, pero como no veo, a pesar de cuidarlos no los reconozco. Ahora veo todo como si fuera espectador y no protagonista.
Veo a un enfermero levantar al bebé y llevárselo a su hermano, cuando el bebé se ríe salen estrellitas blancas, el enfermero lo ve, pero no piensa en ello. Lo pone en la cama con su hermano todo vendado, yo paso cerca, ciega, llevando agua para  un nene de otra cuna, Pedro me agarra con su manito. Veo, veo su manito en mi mano y me despierto.

Está tan lleno de asociaciones este sueño que me da miedo empezar a hacerlas.

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25

>> 25 may 2012

Hoy es 25 de mayo y para argentina es una fecha patria.
Hoy mi viejo cumpliría años. Ni sé cuántos años cumpliría, 62, creo, pero no lo sé con certeza, debería revisar partidas de nacimiento o defunción y, la verdad, no tengo ganas.
Pero hoy es 25 de mayo y él cumpliría años. Y lo extraño.
Y me gustaría tener diez otra vez para sentarnos a tomar mates de leche o para dibujarle un perrito.
No, mentira, no me gustaría retroceder el tiempo, me gustaría encontrármelo hoy para decirle que estoy triste, para hablarle durante horas y que él solo haga silencio (hombre de pocas palabras, mi padre) y después me ofrezca tomarnos una coca como si la coca curara todos los males del alma. Me gustaría sentarme cerca y contarle que tengo miedo, que a veces creo que no puedo con algunas cosas aunque me haga la superada y diga que sí, que me cuesta dormirme a la noche, que a veces me siento sola y que entonces me río o pongo música a todo volumen y canto para exorcisarme un poco, que no siempre hago las cosas bien, que la frustración me gana casi siempre, que todavía no logré lo que quería lograr, pero que sigo intentándolo aunque no viene resultando fácil.
Supongo que él haría lo que hizo siempre, me miraría callado, me pasaría un mate, y después de un rato me diría "hacé lo que sentís". Y ahí, seguro, se vendría toda una discusión acerca de su autoridad moral para decir semejante cosa y entonces, probablemente, él diría un chiste, yo me reiría y terminaríamos planeando la mejor manera de hacer una silla alta para mi escritorio.
Él cumpliría años y yo tengo siete otra vez y tengo miedo a la oscuridad, a los vampiros, a los fantasmas, a los sapos. Y al abandono. Y no está para decirme que no es nada, que pasa, que mañana vuelve a salir el sol, que aguante un poquito más porque cuando el sol sale los miedos se van. 
Ni está para decirme que abajo de mi cama no hay ningún mostro escondido, ni yo puedo decirle que ya sé que no está abajo de la cama, está al lado, pa, está acostado al lado esperando que te vayas, vos no lo ves, pero yo sí, está sonriendo, está esperando, sabe esperar, sabe de lo horrible de la espera, sabe que cuando te vayas voy a taparme hasta la cabeza porque siento su respiración cerca. Y se va a quedar ahí, no va a hacer nada porque también sabe que ese es el peor de los miedos, el no saber qué va a hacer a continuación, se va a quedar ahí mirándome tener miedo.
Y vos cumplís años y yo te extraño. Y el mostro no se fue nunca. Aunque ponga música alta y cante, aunque haga como que no existe y me diga que puedo con todo. No se va, nunca se va del todo porque vive adentro mío.
En un punto me enoja, ¿sabés? Me enoja el mostro que no es más que la suma de todos los miedos, me enojás vos porque no estás, me enoja mi infancia aunque hayas tratado de hacerla lo más feliz posible, me enoja que no hayas podido cuidarte, me enojo conmigo porque tengo 36 años y todavía quiero que me ofrezcas tomarnos una coca porque la coca cura todos los males del alma. Pero estoy triste, pa, y vos siempre encontrabas la manera de hacerle frente a la tristeza aunque fuera haciéndote el payaso un rato y yo no sé cómo hacer eso, a mí no me sale. Y en casa no hay coca porque ahora me gusta más la pepsi, de hecho ni siquiera hay pepsi porque no fui al super, pero en unas horas me compro una y brindo en tu nombre aunque tenga la certeza de que no era la gaseosa lo que curaba todos los males del alma, eras vos.

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Historia del Pueblo Argentino

>> 24 may 2012

Estoy leyendo este libro.

Contratapa

Con un estilo que combina la erudición, el lunfardo, la diatriba y la ironía, los análisis de Milcíades Peña son dinámicos, materialistas, antiheroicos: la historia se construye a partir de la lucha entre fuerzas sociales que ocupan diferentes posiciones en la estructura de clases de la Argentina. A contrapelo de los cimentados relatos tejidos por liberales y revisionistas para glorificar a tales o cuales próceres que representan diferentes intereses de clases propietarias (los primeros enalteciendo a Sarmiento, Alberdi, la Revolución de Mayo y la batalla de Caseros; los segundos reivindicando un proyecto "nacional y popular" de Rosas y los caudillos del interior del pais), la Historia del Pueblo Argentino demuele las construcciones edificadas por estas corrientes.
¿La independencia de 1810 se logró gracias a un levantamiento popular? ¿Fue, entonces, una revolución social? ¿Era nacionalista el gobierno de Rosas? ¿El peronismo encauzó el desarrollo nacional autónomo?
El lector encontrará las respuestas a estas y otras cuestiones en este libro. Sin embargo, otros interrogantes planteados por Peña permanecen abiertos en el presente, y es así como los argentinos seguimos protagonizando la Historia.

Ampliamente recomendable.

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Erráticamente

>> 16 may 2012

A veces (sólo a veces) me levanto odiando al mundo.
Me enervan las madres que creen que porque llevan a un infante en carrito pueden atropellarte o, peor, las que, al esperar su turno para cruzar la calle, esperan pacientemente paraditas en la seguridad de la vereda mientras el carrito con su vástago permanece en la calle por delante de ellas (a no ser que el carrito en cuestión tenga una barrera invisible que proteja al niño, en cuyo caso no me molestan para nada).
Me exasperan los grupos de adolescente/administrativas/vecinas varias que se juntan a charlar en una vereda de 50 cm de ancho y que dificultan mi paso. O las señoras que van muy len-ta-men-te por delante mío en las mismas veredas cuando yo voy apurada. Incluso a veces creo que se complotan para salir e interrumpir mi camino porque no es posible que todas me toquen a mí.
Me sacan de quicio los empleados públicos que vienen en malón a cortar el pasto de una plaza y termino viendo a once personas en alegre montón vestidas de algún color fosforescente donde uno debe ser el gerente general de los señores cortadores de pasto, otro el supervisor en jefe, otro el ingeniero agrónomo que mide cada ramita y saca cuentas para andá a saber qué cosa, otro el consultor asociado, otro el supervisor junior, otro el jefe de mantenimiento (porque lleva las herramientas -de a una-), otro el ayudante del gerente general, otro el vocero del sindicato de los señores cortadores de pasto, dos guardaespaldas y finalmente uno que corta el pasto con mucha parsimonia.
Me hacen querer arrancarme los oídos con una cucharita de helado los que escuchan música desde el celular y sin auriculares. Y no importa qué tipo de música sea, no discrimino, los odio a todos por igual.
Quisiera hacerles una lobotomía con dos cables pelados a los señores que me atienden en el 0800-quéjese- porque-no-tiene-internet de la compañía que contraté porque cada vez que me dejan sin señal además me dejan sin paciencia.
Los taxistas que hablan demasiado, los vendedores que te persiguen por todo el local preguntándote si necesitás algo, las cajeras del supermercado que jamás tienen monedas para darte el cambio, pero sí un stock importante de caramelos para compensar su falta, los choferes de colectivos que se enojan porque un señor de cuatro mil años tocó más de dos veces el timbre, los niños que cagan a patadas el respaldo de mi asiento en el colectivo, los hijos de puta que llevan a su perro tirando de la correa como si fuera un autito, la señora que le gritó ayer a su hija de unos cinco años "apurate conchuda de mierda" mientras la nena la seguía llorando y a muchos más. A toda esa gente: mi más profundo desprecio.

A veces, sólo a veces que conste, me levanto odiando al mundo. Me dura un rato, después se me pasa...

...y se me pasa cuando sucede algo lindo. Y últimamente me suceden muchas cosas lindas así que no tengo mucho tiempo de andar odiando a nadie (excepto a la señora de ayer y al chofer del colectivo). Es más, le vengo sonriendo hasta a los árboles y me siento un poco boba, entonces me hace bien recordar qué cosas son las que odio u odiaba para no sentirme tan extraña en mi propio cuerpo, a ver si todavía es cierta la teoría de la abducción de los extraterrestre y resulta que mi yo verdadero está en alguna nave a millones de años de luz de distancia sirviendo para andá a saber qué (para nada, probablemente) experimentos alienigenas y esta que escribe no es más que una replica que me suplanta y que por las noches come cucarachas y ratones y se convierte en un bicho parecido al murciélago o en...

... mariposas de colores.

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Abriendo puertas II

>> 13 may 2012

Jueves. Momento previo a la clase de Lecto y estamos tomando unos mates en el parque cuando llega mi compañero, antes llamado Eduardo, pero que realmente se llama Rodolfo.
- Hola - saludo - ¿Cómo va?
- Mal.
- Ups. ¿Qué pasó?
- Se aprobó la ley.
Ay, dios. Si empieza con la ley de identidad de género voy a encontrar un mejor destino para el termo que tengo en la mano.
- ¿La ley de identidad de género? ¿Te molesta?
- No. Esa también, pero me refería a la ley de muerte digna.
- ¿Y cuál es tu problema con esa ley?
- Mi papá me enseñó que se vive dignamente, no que se muere dignamente.
- ¿Pero vos tenés la más mínima idea de lo que implica esa ley? Si tenés una enfermedad terminal y te vas a morir igual, no dentro de dos años, ahora, hoy, mañana o pasado o el mes que viene, ya te vas a morir, estás sufriendo como un hijo de puta...
- Yo quiero vivir.
- Buenísimo. Vos. Otra gente no, otra gente prefiere dejar de sufrir si no hay esperanza de mejoría o cura.
- Pero vos no sabés lo que siente esa otra gente, la que está en estado vegetativo por ejemplo.
- Ah... vos decís que si tenés un accidente y quedás en estado vegetativo durante..., no sé..., ponele..., dos años, con muerte cerebral declarada, querés que te mantengan vivo.
- ¡Y yo quiero seguir viviendo!
- ¿Y eso es seguir viviendo?
- Para mí, sí.
- Bueno, para vos. Entonces a vos te mantenemos con respirador y te damos de comer por un tubito, los que no piensan igual, eligen la otra opción.
- No me parece que esté bien. Y lo de cambiarse el nombre tampoco.
Estoy convencida de que un día de estos lo voy a matar. Que se sepa. El que avisa no traiciona.
- Identidad de género, querrás decir. 
- Sí. Yo no sé lo que es sentirse mujer, para sentirme mujer tengo que haber nacido mujer.
- Vos mezclas conceptos. Eso pasa.
- No.
- Sí. Una cosa es el sexo biológico con el que naciste, otra distinta es tu identidad de género y otra, ya que estamos, es tu orientación sexual.
- Que me guste un hombre no me convierte en mujer.
- ¡No, claro que no!
- A vos te gustan las mujeres, ¿cómo tengo que tratarte?
- ¿Cómo que cómo me tenés que tratar?
- Claro, ¿qué te digo? ¿sos hombre o sos mujer?
- ¿Te parezco un hombre?
- ¡Y no sé, te gustan las mujeres!
Miro a mi alrededor y algunas de las chicas me dicen que no con la cabeza, que de por terminada la discusión antes de que llegue a la violencia física.
- Mi nombre es Gabriela, por empezar me podés decir así.
- Bueno, pero te gustan las mujeres, ¿vos te sentís un hombre?
- ¡No! ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
- Y no sé...
- Estás confundiendo términos, ya te dije. ¿De qué querés hablar? ¿De la ley de identidad de género? Bueno, eso no tiene nada que ver con la orientación sexual.
- Pero yo no sé lo que es sentirse mujer.
- Ok, vos no. ¿Por qué generalizás y como vos no podés creés que el resto del mundo es igual a vos?
- Porque yo supe lo que es sentirse un hombre cuando tuve a mi hija.
- Ah, ¿sí? Mirá vos..., ¿y vos decís que para sentirme mujer tengo que ser madre?
- ¡Y sí! ¡Eso es lo que te convierte en mujer!
- Estoy a punto de tirarte con algo, nene...
- No, no quiero ofenderte, entendé eso, yo quiero entender.
- Pero no estás escuchando. Te parás ahí y decís las barrabasadas que decís sin apelar a un mínimo de raciocinio de tu parte. Escuchá, estás mezclando términos. Vos naciste con un sexo biológico llamado "masculino", podría no haber sido así, podrías no sentirte cómodo con el sexo biológico con el que naciste, podrías estar disconforme, podrías querer ser distinto, y eso no tiene nada que ver con que te gusten las mujeres o no, eso es otra cosa.
- Pero, aunque me opere, jamás voy a sentirme mujer porque no puedo, no sé cómo es...
- ¡Vos! ¡El mundo, gracias a Dios, no es como vos!
- Dios hizo al hombre y a la mujer.
- Y ahí vamos..., ¿y?
- Y si todos fuéramos gays, si el 80% del mundo fuera gay..., nos extinguiríamos...
- ¿Vos me estás jodiendo?
- ¿Y cómo tendrían hijos?
- Que sea torta no me convierte en infértil, eh? Te lo aclaro por las dudas...
- Pero no podés tener hijos.
- ¿Cómo no voy a poder? ¡Re puedo!
- Pero, ¿cómo?
- Tratamiento de inseminación si quiero ser medianamente razonable, si tengo ganas de mentirle a alguien me puedo acostar con un tipo, me embarazo, no se entera en su vida y listo, sólo que no tengo ganas de empezar una maternidad desde una mentira, pero podría, claro...
- Pero sería tu hijo, no el de tu..., amiga, novia, novio, no sé cómo llamarlo.
- Novia. Es esta, mirá - le muestro una foto en el teléfono -. ¿Vos creés que un hijo lo da la biología? ¿En serio creés que madre es quien gesta? ¿Y los hijos adoptados? ¿Son menos hijos que uno propio? ¿Tienen una categoría menor?
- Es linda... Pero eso es para gente que no puede tener hijos.
- Sí, qué problema, las tortas no somos todas feas, viste? Sos un obtuso. O sea que los hijos adoptados tienen una categoría menor, pero se los damos a los que no pueden tener hijos porque total se conforman con cualquier cosa...
- No, pero...
Y llegó la profesora y lo salvó de una puteada, pero, increíblemente siguió en clase.
- Además - dice alto - nos están sacando derechos a los heterosexuales.
- ¿Perdón? - y me doy vuelta porque ahora sí lo mato - ¿Qué derechos? Nene, hasta hace nada yo era una ciudadana de segunda que no podía casarse, no podía darle la obra social a mi pareja, no podía pedir días por enfermedad si a ella le pasaba algo y ni soñar con decidir sobre su vida y, por supuesto, no podía ni heredarla ni que mis hijos la heredaran si algo le pasaba. Ciudadana de segunda, pero pagando impuestos como ciudadana de primera. ¿Qué derecho se te sacó? Vos te juntabas con la mujer que se te cantaba y, llevara a tu hijo en la panza o no, firmabas como el padre y listo, es más, te agarraba cualquier mujer que acabara de parir por la calle y estuviera yendo al registro civil a anotar a su hijo y, sin ningún problema, para la ley eras el padre, nadie te preguntaba nada. Yo no podía ni ir a buscar a mis hijos al colegio sin autorización de la madre que lo había parido, por muy pareja mía que hubiera sido durante cuarenta años, yo tenía que comprobar con testigos que co-no-cí-a a la mujer que parió a mi hijo para iniciar una acción legal, presentar fotos, pruebas, cualquier documento que tuviera, si a ella se le antojaba irse con mi hijo. Yo, buscando un hijo, tuve que pensar en situaciones extremas porque la ley no me amparaba, o no amparaba a mi mujer, tuve que pensar en qué pasaba si me moría, saber que las decisiones sobre mi hijo no iban a recaer en su otra madre sino en mi familia que, menos mal, estaban a favor de la relación, sino hubiéramos tenido que replantearnos la gestación. Mientras yo hacía cáculos extremos, vos pensabas nombres. ¿Cuál es tu problema? ¿En qué te molesta la ley de matrimonio o la de igualdad de género?
- ¡Me molesta!
- Bueno, analizate, nene...

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"Esto"

Hace frío afuera, pero adentro está calentito. La estufa prendida, música baja, ella y yo arrellanadas en sendos sillones enfrentados. Ok, la arrellanada es ella, envuelta en una manta como si adentro la temperatura fuera de -14°. La música suena baja y le estoy leyendo cosas que me gustan. La música es ecléctica como yo, pasan con tanta liviandad tanto Armstrong como Chayanne, 20 gb de música en función random. A veces hago silencio para escuchar y subo un poco el volumen.
Estoy leyendo a Galeano, El Libro de los Abrazos, cuando ella dice:
- Amor, ¿podemos pasar esto?
Hago silencio y escucho.
- No. "Esto" es Bach. "Esto" no se pasa, es un movimiento de la suite 4. "Esto" es de lo más maravilloso que existe en la música. "Esto" se queda.
- Ufa.

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La mitad

>> 10 may 2012

Falto a mi clase porque le estoy haciendo de enfermera a mi amiga (sin uniforme cachondo, aunque lo pidió expresamente). A la noche me contactan mis compañeras y se da este diálogo con Flor:
- Che, ¿al final alguien sabe qué me saqué? - pregunto.
- Pao y yo nos sacamos cuatro, así que vos veinte, seguro.
- Nahhh... Pao dice que siete.
- No creo.
- Bueno, como sea, ¿somos grupo para el parcial comunitario?
- Sí, pero estamos pensando en cederte.
- ¿Cederme?
- Sí, porque Cel se sacó un uno y estaba re mal...
- ¿Y me van a ceder?
- Lo estamos pensando.
- Al menos alquílenme y hacemos guita. Además, ¿no es que el grupo del parcial es el mismo que el del informe?
- Sí.
- ¡Y bueno! Yo quiero hacerlo con vos, Flor, porque, ya sabés, sos la mitad de mi cerebro: yo resuelvo, pero vos planteás.

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Listen

>> 7 may 2012



Ah..., lloré mucho con este nene (sí, estoy sensible, ¿y?).

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Narayana



Este mantra maravilloso me da ganas de volver a la respirada loca...

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Abriendo puertas

>> 4 may 2012

Llegué temprano a clases y nos vamos al aula porque en el parque hace frío. Celeste y yo estamos sentadas en el escritorio de la profesora (que todavía no vino) comentando el libro de Feinmann que llevé, algunos de los otros alumnos están dispersos por ahí.
Se habla de política: Cristina, YPF, los planes, la educación.
Celeste aclara:
- Ojo que ésta es re K eh? - y me señala.
Me río. Es la verdad. Un chico, Eduardo de nombre, creo, dice:
- Yo estoy a favor de muchas de las cosas de Cristina, lo que no comparto es eso del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Celeste me mira y yo me río.
- ¿No? - le digo desde mi lugar.
- No. No me parece... 
Creo que iba a decir "normal", pero lo interrumpí.
- ¿Y me lo decís en la cara? - le digo riéndome - ¿En serio?
- No sé, yo no te conozco, no sé nada de vos, pero Dios...
- Ah... viene por ese lado... yo no creo que haya una dicotomía entre la fe y la homosexualidad.
- ¿No?
- No. De hecho mi novia... - veo su cara -. Sí, tengo novia, y antes de eso tuve mujer, me casé. Como te decía, mi novia cree en Dios. Yo no, pero no veo una causa de "condenación" en la fe.
- Ah..., perdón..., no quería ofenderte.
- No me ofendés.
La conversación se pierde porque justo llega la profesora. Nos mudamos de aula. Mientras nos vamos instalando en el aula nueva alguien pregunta:
- ¿Y, profe? ¿Cómo estuvo el casamiento? ¿Trajo torta?
Me doy vuelta hacia Eduardo y le digo:
- Suficiente con la que ya hay, no?
Y se ríe.

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Be rational / Get real

Para Germán: una letra i diciéndole a pi "be rational" y pi contestando "get real" (donde la i es un número imaginario y pi es 3,14 bla bla bla)

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