Salta

>> 23 feb 2011

A ver... cómo empiezo esta crónica. Primero debería decir que pasé casi veinticuatro horas en ese micro nefasto de Macri. Me paseó por todas las provincias de Argentina, creo que hizo un rodeo hasta Calafate, sino no se entiende, pero, dentro de todo, bien... digo... no lo padecí demasiado.
Primera parada Rosario (¿Pueden creer que de todas las putas ciudades intermedias teníamos que parar a cenar en Rosario? ¡Dios! Lo único bueno del asunto es que, como ya conozco -jeje- no perdí tiempo en la terminal y salí a comerme una hamburguesa en el McDonald's de ahí a la vuelta). En Rosario, decía, se me sentó al lado una niña que, oh casualidad, vivía en los joseses como yo y que no paró de hablar hasta Tucumán donde bajó. Yo me pregunto ¿es necesario saturar el espacio audible? ¡Me gusta el silencio! Ok, hablemos, comentemos la enorme casualidad de vivir en el mismo barrio, pero..., bueno, todo tiene un límite.
[ok, es muy probable que yo sea horriblemente intolerante]
Luego paramos en Santiago del Estero, Tucumán, y Salta -como dos veces por provincia-.  Llegué a Salta, capital, a las casi seis de la tarde, me instalé y muy cansada muy cansada, pero me fui a dar una vuelta igual.
En la vuelta dichosa me crucé con un par de artesanos salteños, esos que venden pulseritas y demás? Bueno, re buena onda los pibes. Yo peco de confiada con la gente, pero resulta que, al menos esta vez, no pasó nada. No juntamos a tomarnos unas cervezas y luego se sumaron dos artesanos más y una señorita artesana. 
Estos chicos me recomendaron un lugar para cenar y escuchar música y me encantó. Maybe demasiado turístico, pero me gustó igual.
En el hostel, mis compañeras y compañero de habitación no hablan español, sólo inglés, menos una que por ahí "ha.bla la es.pa.ño.la un po.qui.tou". Medio en inglés, medio en castellano medio en lenguaje de señas nos entendimos y todo bárbaro. De hecho, excepto un chileno que llegó ayer a la noche, nadie más habla español. Debería grabar las conversaciones porque son geniales.
Y eso fue el primer día.
Luego llovió y me cago en Perón, con lo cual no pude hacer Cafayate -se medio desmoronó el camino- ni San Lorenzo, lo haré a la vuelta.
Hoy es mi segundo y último día en este hostel y parto a Jujuy y de ahí nomás a Purmamarca. Hasta recién estuve cenando con Heather, Natalie y Kime (mis compañeros de habitación) más Kimberly, Scott, Kate and Diego. Más que cenando diría bebiendo ¡dios, cómo beben los ingleses! una especie de mezcla de vino tinto, más fruta, más jugo de limón, más no sé qué soto más. Rico, pero potente.
Hasta ahora todo fue buenísimo, la gente super amable.
Y yo que me cagué en las patas durante toda la previa comienzo a disfrutar del viajar sola, de hecho, comienza a romperme la paciencia tanta gente hablándome.
No sé inglés, así que, please, alguien que me ayude... ¿cómo se dice "¿qué parte de 'viajo sola' no se entiende?"?
Se agradece.
De derecha a izquierda: Kate, Kime, Natalie, Heather, Diego, yo, Kimberly and Scott, todos en la cocina del hostel. Lo que se ve en primer plano es una olla, ok, lo que no se ve es de qué está llena, una mezcla rara de vino, jugo, limón y pedazos de manzana.
Cambio y fuera.

Sin embargo, lo más lindo de todo fue que él me llamara, diez años, hermoso, para avisarme que se había desmoronado una ruta camino a Cachi.

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