El punto a)

>> 14 oct 2013

Entra un cliente al negocio. No sé su nombre, nosotras lo conocemos como "el hincha de Independiente" porque cada vez que viene, o cada vez que nos lo cruzamos por la calle, tiene puesto o bien la remera de su equipo, o la campera, o el pantalón, o una gorra o algo.
Pide algo para comer. Lo pide así "algo para comer".
- ¿Como qué? - pregunto.
- No sé. Algo. Estoy solo, no quiero cocinarme.
Le recito de memoria lo que tenemos. Me dice que quiere una pizza. Mientras mi hermana la prepara me dice:
- No tengo ganas de estar en casa.
- Mirá vos...
- Es que estoy solo y no me gusta.
- ¿Escuchás? Suenan violines me parece.
- Sos mala.
- Terriblemente.
- Tengo ganas de salir por ahí a tomar una cerveza.
- ¡Y salí!
- No, pero solo no me gusta.
- ¿Necesitás guardaespaldas? Te consigo uno barato-barato, mi hermano está al dope, eso sí, le vas a tener que pagar la cerveza.
- ¿Y vos?
- Nahhh... 
- ¿Por qué?
- Porque tenés tres grandes problemas. Problemas, por otro lado, irreconciliables conmigo.
- ¿Ah, sí? ¿Cuáles?
- a) Sos hombre. Ahí ya tenemos un problema ¿ves? b) Sos hincha de ese equipo nefasto y yo soy de la gloriosa Academia y c) Estoy comprometidísima. Ahora que lo pienso con el punto c) era más que suficiente, pero quise dejar clara la idea.
- Ahhh... ¿y él es de por acá?
- ¿"Él"? ¿No entendiste el punto a), no?

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