Agustín

>> 16 oct 2011

Los días de la madre nunca fueron días felices para mí. Históricamente, digo. No los entendía. O los entendía y envidiaba secretamente a quienes podían festejarlo o, al menos, decir sinceramente un "feliz día".
Yo no podía. O lo hacía con figuras que cambiaban y que por un período corto de tiempo cumplían algún tipo de función materna conmigo. O, mejor dicho, figuras que yo creía (esperaba, deseaba) cumplieran esa función en mi vida.
A veces se lo decía a mi papá. Nunca me corrigió, siempre aceptó mis regalos con sonrisas y besos. Mi mamá era sólo un nombre.
Los años pasaron y me llegó el momento de ser madre. No lo busqué, simplemente pasó. Agustín no fue un hijo buscado, pero sí muy esperado. Su papá y yo estábamos felices y proyectábamos la manera de educarlo mientras él crecía en la panza. Nos costó mucho decidir el nombre, sabíamos que era Agustín y que era Nicolás, pero nunca pudimos decir cuál primero y cuál segundo. Tampoco importaba demasiado, a decir verdad, estábamos demasiado ocupados en comprarle cosas lindas para cuando asomara a la vida exterior y en imaginarlo creciendo y jugando en el patio. Mi madre también estaba embarazada en esa época y seguía siendo solamente un nombre para mí.
Agustín creció siete meses en mi panza y se fue. Franco, mi hermanito, nació un par de meses después y fue un duro golpe verlo. Mi madre, que seguía siendo un nombre, me pidió que eligiera el nombre de su hijo, supongo que en una especie de acto amoroso, andá a saber. Yo no me sentía capaz de elegir nada, pero lo elegí igual.
Siguieron pasando los años y ya los días de la madre eran días no felices por más de un motivo. Mi madre dejó de ser un nombre a mis casi treinta años. Más por un movimiento mío que por otra cosa aunque es verdad que ella respondió a ese movimiento con uno propio también.
Los días de la madre siguen siendo días no felices. Días en los que me permito algún llanto por lo que no fue, no fue conmigo y no fue para mí.
No hay día en que no me pregunte cómo hubiera sido Agustín, de qué color serían sus ojos, cómo sería su risa...

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Presbicia

El tema era la presbicia.
- ¿Vos tenés presbicia? -le pregunta Gaby a Moni.
- No sé...
- ¿Ves bien de lejos?
- Sí.
- ¿Y de cerca?
- Más o menos... a ver...-y agarra el salero y lee- Es-ta sal... adivino más que leer, bue, esta sal ha sido refund... no... refi... refinada espe... cialmente por... ¿dios?
- Jajajajajajaja!
- ¿Por dios? ¿Dice por dios?
- Jajajajajaja! 
- ¡No te rías!
- Pero, ¿cómo querés que no me ría? Jajajajaja! ¡Refinada por dios! Jajajaja! A ver, dejame leer. -le digo y agarro el salero- Esta sal ha sido refinada especialmente por Dos, jajajaja, por Dos Anclas, jajajajaja!

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