Lógica Memística

>> 18 sept 2015

Voy a buscar a las nenas al jardín y, como soy lo más paspado del mundo mundial, salgo en remerita. O sea, un tanto desabrigada. Llego a la esquina y caigo en que tengo frío (sí, soy lenta, ¿y?), pero pienso que si vuelvo a buscar una campera llego tarde y me parece una porquería que te dejen esperando en la puerta del jardín solito y tu alma, entonces voy así nomás puteándome bajito.
Llego. Sale Juli, después Meme y por último Tata. Dice Meme:
- ¿Me puedo sacar la campera?
- No porque hace frío.
- Pero vos estás en remera...
- Porque soy una tarada, pero tengo frío.
- Y ponete mi campera, yo tengo calor.
Y le tuve que dar permiso nomás. No me decidí entre cagarla a pedos por contestataria o sentirme orgullosa.

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Caperucita para Tata

>> 17 sept 2015

Almorzando.
- ¿Qué hicieron hoy en el jardín? - pregunta Maru.
- Leímos la parejita roja - dice Tata.
- Caperucita roja - corrijo.
- Sí, esa.
- ¿Y lo sabés?-
- Sí, era una nena que fue a visitar a su abuelita y se encontró con el lobo y se la comió.
- ¿A la nena?
- No, a la abuelita. Después vino el cazador y la salvó.
- ¿A la abuela?
- No, a la nena.
- Ok, yo te lo cuento como es, ¿querés?
- Sí.
- Empieza así: Había una vez una nena que se vestía con una capa con capucha que era toda roja, por eso le decían Caperucita Roja. Se ve que tenía muchas.
- No, pero usaba más cosas.
- Sí, abajo tenía otra ropa, pero arriba esta capa con capucha que te digo, de color rojo. Bueno, esta nena vivía en el pueblo con la mamá y la mamá la manda a llevarle comida a la abuelita que vivía en el bosque porque estaba enferma. La abuela, no la madre.
- Sí.
- Y ahí tenés el primer problema. Si tu abuelita estuviera enferma...
- No, no está.
- No, ya sé que no está, pero supongamos que tu abuela estuviera enferma, ¿yo te mando solita a visitarla?
- ¡No! Voy con papá, o con mamá o con vos.
- Muy bien, solita no vas, y ¿por qué no te mando solita?
- ¡Porque yo no soy Caperucita!
- Me cagó - le digo a Maru. - No, está bien, no sos Caperucita, pero pensá bien, supongamos que tu abuela está enferma, ¿yo te mando solita a visitarla?
- ¡No!
- ¿Y por qué no?
- Porque soy chiquita.
- Exacto. Porque sos chiquita. Así que muy mal la mamá de Caperucita que la mandó el medio del bosque...
- Con el lobo...
- Claro, con el lobo. Bueno, pero la mamá hizo muy mal y la mandó igual y Caperucita fue a llevarle comida a la abuela.
- Muy mal la mamá.
- Sí, muy mal. Y como Caperucita no hacía mucho caso, en el bosque se encontró con el lobo y se puso a charlar con él. El lobo le preguntó a dónde iba y ella le dijo que a la casa de su abuelita, y él le dijo que conocía un camino más corto y le jugó una carrera y ¿quién llegó primero?
- ¡El lobo!
- Claro, porque los lobos corren más rápido que las nenas chiquitas.
- Y el lobo era malo.
- No, el lobo no era malo, era un lobo, los lobos hacen eso, cuando tienen hambre quieren comer, no es culpa del lobo, es un animal, no lo podemos culpar. Entonces el lobo llegó primero a la casa de la abuelita y se la comió entera de un bocado y se puso la ropa de la abuela para confundir a Caperucita. Y ahí tenés el otro problema.
- ¿Cuál?
- Si yo agarro a Jagger y le pongo la ropa de mamá, ¿quién es?
- ¡Y Jagger!
- Claro, Jagger con la ropa de mamá, pero es el perro y vos te das cuenta...
- Sí.
- Bueno, Caperucita no se dió cuenta y le empezó a preguntar cosas como "¡qué dientes tan grandes tienes!" y todo eso. Y entonces el lobo, cuando llega la parte de "¡qué boca tan grande tienes!", entre otras cosas que también tenía grandes...
- Ojo... - advierte Maru.
- ... entonces se la va a comer y justo, justo y de casualidad llega un cazador y lo mata al pobre lobo, le abre la panza y saca a la abuelita medio digerida.
- Toda babeada.
- Claro, toda babeada, un asco. Pero, ¿ves los problemas? Muy mal la mamá que mandó sola a Caperucita al medio del bosque, muy mal Caperucita que se puso a charlar con el lobo y muy mal la abuelita que vive sola en el medio de la nada. Y pagó los platos rotos el pobre lobo que lo único que quería era comer. Y ya está, ese es el cuento. Una porquería.
- Sí.

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Sana, sana, culito de rana...

>> 14 sept 2015

Se acaba de cumplir mi peor pesadilla.
¿Que me secuestren los aliens y además sean feos? No.
¿No aprobar Análisis Matemático? No.
¿Que me digan "doña"? No.
Me acabo de rallar un dedo mientras intentaba que el rallado sea el queso (porque en esta casa los findes se cocina como si no hubiera mañana, miren: Cakes and Pops.
Me cago en los ralladores del universo.

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Poder de convencimiento

>> 8 sept 2015

Mientras tomábamos la leche (ellas, yo mates).

- Cuchame, Tata, hacemos así: las regalamos, dale?
- ¿A quién?
- ¡A tus hermanas!
- No.
- ¡Dale! Pensá: todos los juguetes para vos solita, nadie que te moleste, nadie que te saque la lapicera cuando estás escribiendo...
- No. Son mis hermanas...
- Sí, pero son unas rompebolas.
En eso llega Juli llorando por algo y a los gritos. Tata me mira, yo la miro y continúo:
- ¿Ves? Es una hinchabolas.
- Pero es bebé...
- Un bebé hinchabolas. ¿La regalamos? Se la damos a otra gente y listo, la van a querer.
- No. Son mis hermanas.
- ¿No puedo convencerte entonces?
- No.
- Bueno, intento por otro lado, conste que te pregunté a vos primero. ¡Meme!
- ¿Qué? -y viene.
- ¿Regalamos a tus hermanas?
Lo piensa. Mira a Tata, a Juli, a la madre y a mí.
- Bueno.

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Mentira y memoria (o sólo memoria)

>> 2 sept 2015

La única, lean bien, la única, manera de que nadie nos descubra en una mentira es lograr una de dos cosas:
a) O bien mentimos de forma que nadie se vea implicado y, por ende, es sólo nuestra palabra la que se necesita para demostrar tal o cual hecho (falso, está claro), o bien
b) Nos aseguramos que las personas implicadas guarden absoluto silencio.
Claro que cualquiera de estas dos cosas representa un problema. O más de uno. Ya hablé de las bondades de la mentira por estos lares, ahora vamos a hablar del otro lado de la vereda. Supongamos el punto a)
Mmmm..., ok, no se me ocurre ningún ejemplo concreto, de hecho me parece que no lo hay, ¿de qué manera podría mentir siendo la única persona implicada en esa mentira?
...
Ah!, ¡ya sé!, podría decir que siento algo que en realidad no siento, supongamos un "te amo".
Sería más o menos así: digo "te amo" cuando sé perfectamente que no es así porque, ponganle, amo a otra... ¿para qué por el amor de Buddha? Bueno, no sabemos para qué, pero supongamos que sí sabemos por comodidad literaria; si quiero que esa mentira se mantenga en el tiempo necesito que la otra persona no sólo escuche mi "te amo", también lo tiene que ver reflejado en acciones, es decir: tengo que mostrarle que la amo además de decírselo. O sea, un laburo enorme. Eventualmente la odio a ella, me odio a mi y odio al mundo (menos a la otra que amaba antes aunque por ahí también cae en la volteada). O, por ahí, en una de esas, termino amándola nomás sólo por la costumbre de fingir. Alguien dijo alguna vez que el amor también se construye, no creo que esta sea la forma, ¿pero quién soy yo para tener todas las respuestas?
Se me ocurrió otro ejemplo menos horrible: digo que te llamo a las tres, pero me olvido de llamarte a esa hora porque, no sé, porque me colgué viendo los dibujitos o porque la cantimplora, no importa. Por supuesto si te digo que me olvidé yo sé (y ella también lo sabe) que nos vamos a enfrascar en una discusión de cuatro horas en la que van a salir cosas del tipo "te olvidaste porque no me querés más" o huevadas de ese estilo, entonces me parece más productivo mentir y ahorrarme doscientas horas: "se me cayó el celular al agua y se murió" hecho que deberemos acompañar con la muestra de nuestro celular chorreando agua, por supuesto. Y no importa si es uno que nos acabamos de comprar y que nos salió un ojo de la cara y la mitad del riñón izquierdo, si queremos que esa mentira se mantenga hay que llevarla hasta las últimas consecuencias; "tenía el teléfono en la mano para llamarte y me caí en el baño, se ve que me golpee la cabeza porque me desperté tres horas después" y, claro, presentar radiografía de la fecha que indique el traumatismo de cráneo que nos autopropinamos para zafar. 
Por supuesto era mucho más fácil decir que nos olvidamos, pero bueno, cada una...
Ahora supongamos el punto b) porque este es el más común.
Supongamos que invité a mi ex a almorzar a mi casa y se lo dije a mi actual porque una no come vidrio y porque no da no atender el celular durante horas, supongamos también que promediando la tarde se largó la tormenta del siglo, se inundó todo y no había colectivo, remis, taxi o helicóptero que se la llevara a la seguridad de su hogar y, por ende, se queda a dormir. Imagínense que si ya mentí por un pequeño olvido en una llamada, es obvio que acá también voy a mentir porque, bueno, supongo que porque sé que ella me va a hacer un escándalo padre si sólo se lo menciono como posibilidad. Cuando me pregunte al día o al mes siguiente "¿y cómo se fue tu ex a su casa?" yo tengo que tener preparada una respuesta que cierre por los cuatro costados "la llevo mi hermano/cuñado/vecino porque no había colectivos ni remis", por ejemplo. 
Y acá sonamos.
En principio ya tengo a dos personas implicadas, a mi ex y a mi hermano/cuñado/vecino, ponganle que mi ex no tenga ninguna comunicación con mi actual, pero eso no me garantiza nada, puede hablar con alguien y, vieron cómo es esto, tarde o temprano alguien le dice lo abierta que es por no enojarse y a la mierda todo, pero ponganle que no, que mi ex es el colmo del ostracismo y vive en el diome de la montaña sin wi-fi ni amigos ni correo argentino que le lleve una postal de vez en cuando, todavía queda el temita de mi hermano/cuñado/vecino, al que yo podría decirle "si mi novia te pregunta, vos llevaste a mi ex a su casa, ok?" y él va a decir que sí porque es mi hermano/cuñado/vecino, pero conforme vaya pasando el tiempo se va a olvidar porque, todos y todas sabemos, para mentir hace falta una excelente memoria.  Una recuerda perfectamente los hechos reales, pero los inventados es otro tema; en cinco años en una conversación pelotuda resulta que salta que no, que no la llevó nada porque ese día justo había salido a no sé dónde y estaba contando la anécdota y ¡zaz! 
Lo mejor es matarlo, por supuesto, pero matar al hermano/cuñado/vecino de una no está bueno (ok, matar a nadie está bueno, pero juro que hay gente que se lo merece) y, ¿entonces? Entonces estamos fritas. Si hay más de una persona implicada (y esa una es una misma, valga la redundancia), la posibilidad de que se descubra esa mentira es exponencial a la cantidad de personas en el ruedo.
Otra posibilidad es mudar al hermano/cuñado/vecino de país y, si es posible, de planeta. Preferentemente a un lugar donde no haya wi-fi, ni amigos, ni correo argentino que le lleve una postal de vez en cuando.
Pero no se puede, claro. O sea, sí, se puede, pero no es práctico ni barato y mepa que hay algún derecho humano que estaríamos violando. ¿Entonces? Entonces nada, si en la mentira hay más de una persona implicada, e-ven-tual-men-te sale a la luz.
Moraleja: Mejor decir la verdad que trae menos problemas.
Yo soy una mentirosa horrible, me olvido, digo pelotudeces y la mejor mentira que se me ocurre es "mi perro se comió mi tarea". Y todo eso es porque no tengo memoria.
Corrijo: no tengo memoria para mis propias cosas, para la de los demás tengo una memoria asquerosamente exacta. Y además paciencia. Sé que si te engancho en una mentira lo mejor es no enfrentarte en el momento, sino esperar. Y espero porque sé que, eventualmente, te vas a olvidar y te vas a pisar solito/a. Y ahí, ahí mismo, agarrate.
Y corré.

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