Las cosas que una hace...

>> 6 feb 2012

Abriendo una nueva sección esta vez hablaremos (yo y mis otras personalidades) de las cosas que una hace por amor. En esta oportunidad: los bichos.
Primero definamos la palabra "bicho": Dícese de cualquier animal que cause asco, miedo o la combinación de ambos estados, por ejemplo: sapos (o anfibios en general -las ranas son iguales y las salamandras también aplican-, arañas, murciélagos, cucarachas y algún que otro bicho que seguro me olvido, pero que los/as amigos/as lectores/as serán tan amables de recordarme).
Hablemos primero de los anfibios. En honor a la verdad no me gustan nada. Les tengo miedo, sí. Y ya sé que no hacen nada y que ellos me tienen más miedo a mí y toda la bola, pero cualquier racionalización está fuera de discusión. El miedo no es racional. He dicho.
Pero resulta que me tocó estar en pareja con mujeres que también les temían, parece, más que yo.
En capital una se olvida. No hay. Ni en las plazas después de la lluvia. Y entonces una puede ir haciéndose la valiente sin problemas. El punto de inflexión viene cuando una se va de vacaciones a algún lugar con mucho verde. Ahí la cosa se pone peliaguda.
Me ha tocado ir adelante espantando sapos mientras mi pareja se quedaba atrás casi gritando y pidiéndome por favor que la salvara del sapo malo y feo que seguro la quiere asesinar. Una se hace la valiente una vez más y va espantando sapos metiéndose el miedo en el bolsillo porque la damisela en apuros no-es-una (y acá la frase importante es "se hace", dejando constancia de que "no es" valiente, sino que "se hace"). ¿Y qué se logra? Sentirse una heroína al mismísimo nivel que si hubiéramos entrado en un edificio en llamas y la sacáramos en brazos. Y todo por un sapo. No está mal. Es barato.
A las arañas no les tengo miedo así que ahí no hay un problema. A no ser que hablemos de esas arañas de películas de terror, pero como en la vida real y a menos que andemos haciendo turismo aventura en el amazonas no se encuentran, se las mata y listo (nobleza obliga, yo trato de no matarlas si puedo evitarlo, las agarro y las dejo afuera para que se busquen otra casita).
Un gran tema fueron los murciélagos en algún momento. No sólo los odio: les tengo pánico. Pero me crucé con una que les tenía más pánico que yo y había que decidir: o quedarse en la cama tapadas hasta la cabeza y que encontraran nuestros cuerpos en descomposición dos meses después o levantarse y ver qué se hacía con el mamífero volador. Y me levanté nomás. Y lo saqué. Ella nunca se enteró de que todo esto lo hice con taquicardia y casi llorando (bueno, se entera ahora si está leyendo). Pero volvi a la habitación con cara de "ya esta, chiquita, lo saqué, podés dormir tranquila", que si hubiera tenido sombrero otra que Indiana. Cagada en las patas, pero canchera hasta el final.
Lo que quiero decir es ¡mirá las cosas que una hace por amor!
Y todo esto lo pensaba el otro día cuando encontré un sapo horrible en el baño de mi hermana (por mis pagos abundan) y pegué un grito. Y cuando la gorda vino corriendo a ver si me estaban matando y yo medio le señalo (de lejitos) el bicho feo, me dice, tiene el tupé de decirme: "ah, es Pepe, mi amigo, se come los mosquitos". "¡Comprá Raid hija de puta!" alcancé a decirle mientras me iba espantada.
Después me reía sola porque yo sé que para espantárselos a la señorita en cuestión casi que los corría con el pie porque son tozudos los sapos eh? ¿y ahora no puedo verlos ni a dos metros? ¿Por otro sí, pero para una no?  (Ay, necesito terapia después de esta pregunta).
Las cosas que una hace por amor. Dejen sus anécdotas en el cosito que dice "comentar".

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