Sólo una cosa

>> 23 ene 2010

Nada puede con la tristeza cuando se instala en tu vida.
Nada.
Ni la alegría que parece que no alcanza a soplar esas nubes de tormenta, ni la compañía de amigos que te dicen lo importante que sos, ni la rutina diaria de tener que levantarse para hacer lo mismo de todos los días.
Nada puede con la tristeza cuando ésta decide quedarse.
Lo único que le gana es el deseo(*), le gana por goleada.
Y, mágicamente, aparece cuando menos una se lo espera.


(*)Deseo: m. Fuerte inclinación de la voluntad hacia el conocimiento, consecución y disfrute de algo.

π

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