De palitos y otros bichos...

Nervios. Muchos.

La chica que no es mi novia, pero que anda queriendo, me trae a sus hijos para que los conozca.

Media hora intentando concentrarme en un ejercicio de matemática que es una pedorrez andante y que, sin embargo, no logro descifrar. Leo, pero por más que intento no paso del -2/3 de algo que no sé qué es...

Escucho el auto y salgo. El más grande llora, el más chico viene a upa conmigo.

Lo convencemos -lo convence ella- y jugamos un ratito. El piso quedó cubierto de palitos salados, que el chiquitín iba levantando para llevarse a la boca (parece que eran más ricos que los de la bolsita..., no quise comprobarlo igual), de palitos, un autito, una rana que también comió palitos junto con la jirafa que, parece, se iba a hacer "rande" comiendo "muto", de un caballo con dos patas menos, de un canguro que quedó en el olvido y de Dory: los pocos juguetes que existen en mi casa (memo to myself: comprar juguetes).

Raro. Muy.

Me pegué un golpazo al apurarme para que el chiquitín no se diera una ducha de coca cola. Puso cara de enojo y dijo algo en su idioma señalando el piso como pegándole. Malo piso, sí. Después se sonrió con todo el cuerpo.

Ahhh... creo que puedo con esto.

Los ojazos del más grande me miran con curiosidad. Me dice que la jirafa va a crecer si come palitos salados. ¿Sí? Sí. ¿Y el caballo? Tamién. ¿Y te vas a subir arriba para cabalgar? Dice, en su media lengua, que va a correr arriba del caballo, o eso es lo que yo entiendo, y el pibe no viene con subtítulos... ¿Y de la jirafa también? ¡No!

- ¿Cómo se va a subir a la jirafa, amor? -acota la madre.

- ¿Qué, no se puede? Te agarrás del cuello así y listo.

Madre e hijo se ríen.

Sí, puedo.

El chiquitín agarra un palito del suelo y me lo da en la boca, se ríe, agita los bracitos. Definitivamente puedo.