Campus

>> 25 jul 2011

Estábamos mi amigo Brian y yo caminando por el campus. Atravesábamos una galería de árboles en dirección a una de las facultades. Hermoso día, sol radiante, alumnos en el cesped comiendo o cantando, parecía una foto de esas que tienen los libritos de los testigos de jehová. Él tenía una camisa a cuadros abierta y por debajo una camiseta blanca, jeans y su infaltable mochila hecha pelota. Para mí era perfecto, le profesaba un amor incondicional a prueba de balas. Y era correspondida, claro.
Se nos acerca una compañera cámara en mano. Nuestra compañera se llama Marian y es una chica menudita que aparenta dieciocho (bueno, quizás todos tenemos dieciocho), blanquísima y con el pelo negrísimo que usa todo recogido. Le saca fotos a todo, nos dice que por qué no nos casamos, le contestamos que somos amigos, que nuestra relación pasa por ese lado y no por el sexual. Vamos abrazados con Brian y ella nos saca fotos y dice que se las va a mostrar a la novia de él. No nos importa, decimos.
Seguimos caminando, al llegar a la facultad ella y yo vamos al baño. Para llegar ahí tenemos que subir dos tramos de escalera, el edificio si bien no está oscuro tampoco es un despunte de luz, ella entra en el primero y yo en el último. Se corta la luz y Marian grita:
- Marian, por dios, es un apagón nomás, dejá de exagerar...
Se escuchan pasos. Las puertas son de vidrio esmerilado. Vuelvo a escucharla gritar, pero esta vez no contesto. Dos figuras se acercan a mi puerta con linternas, apoyan su cara contra el vidrio y dicen en tono cantarín "te vamos a lastimar".
Entiendo que no me puedo quedar ahí encerrada. Marian grita histérica. Abro la puerta. Cuatro figuras en la escalera me miran. Paso junto a ellos para salir, me miran, me respiran cerca, me muero de miedo, pero sigo bajando. El último tramo lo bajo corriendo y salgo gritando ayuda, que mi amiga está encerrada con estos tipos y que amenazaron con lastimarla. Me escuchan, está lleno de gente, pero no me hacen caso. Paro un auto, le pido que por favor me acompañe, me dice que no y arranca. Detengo a gente en el bar, le pido que me acompañen y me dicen que no. A esta altura ya estoy histérica y llorando. Grito en medio de la escalera por ayuda, pero nadie viene.
Escena siguiente la noticia de mi amiga muerta. Horriblemente muerta. Violada y apuñalada.
Otra escena, una especie de velatorio o misa o la mar en coche. Me levanto hecha un mar de lágrimas y señalo a uno por uno diciéndo:
- ¿Qué hacés acá? ¡Vos te negaste a acompañarme a ayudarla! ¿Y ahora venís? ¿A hacer qué?
De a uno se van levantando hasta que uno dice:
- Vos la dejaste sola.
- ¡Salí a pedir ayuda!
- Sí, pero la dejaste sola.
Y tiene razón. Me derrumbo. Me despierto.

4 comentarios:

Grieguis 25 de julio de 2011, 11:04  

Insisto. Llamás a esa fiebre AMANTE??? estuvo alta es evidente.
Esta semana ya tenés tema para la terapia, no olvidar!
jaja
abrazo

Gabriela Aguirre 25 de julio de 2011, 12:44  

Grieguis: Jajaja! Sí, estuvo alta. Muy. Habida cuenta del semejante capítulo de csi que me mandé.
Y mejor no posteo los otros delires porque cuido mi buen nombre... un poco al menos.
Beso.

Guillermo Altayrac 3 de agosto de 2011, 0:22  

Bueno, estamos a mano con lo de mi relato, piba.
Es tarde y me voy a dormir. y en la cama estaré completamente solo. Porque la gata de mi hermana, cuando me acuesto, se va a la cama de ella.
Espero no tener sueños pesados por tu culpa.
Escribís muy lindo, ¿sabés?
Saludos.

Gabriela Aguirre 3 de agosto de 2011, 8:22  

Guillermo Altayrac: Jajaja! Está huérfano de gatas? Yo tengo algunas para prestarle eh?
Nah... mi relato no asusta a nadie (a mí sí, claro).
Gracias por el piropo, viniendo de usted (que realmente escribe lindo) es mejor todavía.
Besos!

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