V y V
>> 7 ene 2010
Todas somos valientes para decirle a otra por dónde no debía pasar o qué no debía decir o hacer en lugar de lo que sí dijo o hizo. Para eso estamos todas 'mandadas a hacer'. Resulta, cómo mínimo, fácil dividir el mundo en pares de a dos: mujeres/hombres, homosexuales/heterosexuales, buenos/malos, maduros/infantiles, víctimas/victimarios. Pero poca gente ante un error, un algo que sentimos que 'nos' pasa, es capaz de preguntarse cuál es su parte en el asunto, por dónde le toca, qué podía haber hecho para evitarlo.
Dividir el mundo en dos bandos donde de un lado siempre están las víctimas pobres e inocentes, sin culpa alguna, encarnando toda la bondad del mundo, siempre con buenas intenciones, siempre volviendo a confiar en aquel otro bando, el de las victimarias, mala gente que reúne todo lo malo que existe, siempre queriendo hacer daño y siempre consiguiéndolo..., decía, dividir el mundo así: es irreal. Ni toda la bondad la encarga una persona, ni toda la maldad está en otra.
No es fácil tomar la decisión de no devolver un golpe, esperar que pase la crisis y luego decirle a la otra "sos una golpeadora, sos violenta" y ver cómo toma esta verdad y qué quiere hacer con ella. Es mucho más fácil esperar que nos caguen a trompadas un par de veces y luego tomar nuestros petates y marcharnos diciendo 'me maltrataba y por eso me fui' y dejar toda la responsabilidad de nuestro abandono en la otra persona.
Es fácil decirle a la otra 'no me cuidaste, dejaste que jugaran con mi cuerpo, podría haber sido una catástrofe' cuando la verdad es que una tampoco se cuidó y que cómo va a pretender que la otra la cuide si la descuidada es una. Y sí, podría haber sido más desastroso y si no lo fue es debido a la suerte únicamente.
En esta dicotomía facilista todo resulta más que simple y no hay mucho para analizar. No hace falta hacer introspección alguna, la cosa es sencilla: 1) Vos sos mala porque a) me metiste los cuernos, b) me mentiste, c) me hiciste creer algo que no era, d) me lastimaste, e) dejaste que yo creyera tal cosa, f) los puntos a,b,c,d y e son suficientes; y 2) Yo soy buena porque a) jamás pensé siquiera en engañarte, b) nunca te mentí, c) creí lo que creí porque vos hiciste que yo creyera, d) nunca te lastimé, e) nunca hice nada para que vos creyeras algo que no era, f) los puntos a,b,c,d y e son suficientes.
A nadie se le ocurre preguntarse por qué. A nadie se le ocurre pensar en que pudo cerrar los ojos, en que pudo no querer ver ni oir lo que la otra tenía para decir, tanto diálogo de sordos al pedo, tanta justificación de novela rosa A nadie se le ocurre que los errores se cometen de a dos, que pueden ser una culpa compartida. No, señores: víctimas y victimarios, las cosas claras, por favor, que para oscura la vida.
No estoy de acuerdo con esos lugares.
Dirán que es porque quiero desligarme de cierta responsabilidad y repartir culpas. Diré que no, que tengo claro dónde está mi responsabilidad y mi culpa, que para algo tengo toda la tradición judeo-cristiana encima, más la culpa innata del escorpiano -que no tengo idea de qué es, pero que es algo que me repiten los que creen en la astrología-. Diré que tengo culpas de sobra, que ya las tenía de antes y que ahora se sumaron algunas más. Diré que es lo que hay, que tomé malas decisiones, que podría haber hecho las cosas mejor, que hice lo que pude y que pude bastante poco; que lastimé, sí, pero sin querer hacerlo, sin pensar en las consecuencias, canchereando la situación que terminó pasándome por encima. Dirán que es peor así, que hubiera sido más respetable si hubiera tenido la intención de hacer. Diré que, probablemente, tengan razón.
Sinceramente, merecer, merezco, dice Galeano y yo le hago eco de este lado del río.
Aunque no me parezca justo que comparen las épocas felices a los errores del presente. No importa, es lo que nos toca a los que estamos en este lado de la vereda. Víctimas y victimarios.