Ponele que no entiendo...
>> 12 ago 2010
Ayer tuve una conversación, como mínimo álgida, con mi jefe.
Tan así fue que me fui de esa reunión casi diciendo "y busco otra cosa y a la mierda, arreglen sus problemas, pero no me metan en el medio". Fu-rio-sa salí.
Llegué hoy dispuesta a decirle un par de cositas que me quedaron atragantadas ayer.
Termino de controlar el último flete, me fumo un cigarrillo y paso por su oficina.
- Quedate un segundo - me dice.
[sí, me iba a quedar, a eso vine...]
Me siento con mi mejor cara de orto [modelo XXIV patentada], mientras él termina una charla telefónica.
Cuelga. Sonríe. No sé de qué se ríe, yo no me estoy riendo.
- Bueno, hace rato vengo pensando en regalarte algo...
- ...
[estoy tentada de mirar hacia atrás, este tipo se confundió de persona...]
[estoy tentada de mirar hacia atrás, este tipo se confundió de persona...]
- Y siempre tuve prúrito o vergüenza o, como decís vos, guachufreí..., pero ya hemos pasado el suficiente tiempo juntos como para sacarme ese prúrito y decirme "quedate tranquilo, no va a pensar que te la querés levantar"...
[oh, dios...]
- ...
- Vos me dirás si lo aceptás o no porque necesitás disponer de tiempo y... bla bla bla, yo creo que te va a hacer bien, después me dirás, bla bla ba...
En definitiva me regaló un curso de esos tipo "relájate y goza" de métodos de respiración y yoga y no sé qué soto más que dura una semana. Y esa semana me la da de asueto porque sino "no sirve" (sic).
No entiendo nada. Ayer volaron cosas en esa oficina y hoy...
No sé si me dijo "histérica, calmate" o "necesitás bajar un cambio".
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