Pasado

>> 9 mar 2013

El pasado, cuando vuelve, es una cagada, que se sepa. Porque vuelve como presente, no como aquello que fue, sino como algo que es o será y, por ende, lleno de incertidumbre. Mientras se mantenga en su lugar pudo haber sido maravilloso o un horror, pero una está segura de cómo fue, sabe los porqués o, al menos, los intuye; sabe qué decisiones tomó y cuáles se tomaron a nuestras expensas. Mientras el pasado es pasado, valga la redundancia, una sabe (que no es menor, ojo) y está tranquila, puede rememorar todos los aciertos y todas las cagadas, ir de atrás para adelante y de adelante para atrás y no cambia, se mantiene igual.
El pasado, para ser digno de llamarse de ese modo, debería quedarse ahí en donde está y dejarse de joder. O venir con una propuesta interesante que, al menos, nos haga dudar al respecto de dejarlo ahí detrás o traerlo para acá adelante. Y la propuesta no debería limitarse a eso que una sabe que fue, sino más bien a algo nuevo, algo distinto. Porque por algo se convirtió en pasado y no en presente continuo.
Cada día estoy más convencida de que nuestras ex, una vez comienzan a llamarse así, deberían... eh... no, morirse no, pero sí convertirse en un puntito de luz y perderse por ahí. O mudarse de país y de idioma. O, mejor, de planeta. Debería existir un planeta lleno de exes.
Claro que eso se complica porque una también es ex y, seguramente, con esta cosa de la endogamia torteril, bueno, existirían algunos cruces en ese planeta que, ojalá, esté lejos lejos, del otro lado de la Vía Láctea como mínimo... Ok, yo tiro la idea y que de la logística que se ocupe otra.

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