Úvula

Cena en casa de mis amigas.

- Me quemé la úvula -dice Mónica. Gaby y yo nos miramos.

- A ver... preguntale a ella a ver si sabe -dice Gaby desafiante y yo que no entiendo nada.

- Teté, qué es la úvula?

- No tengo la más puta idea, pero con ese nombre tengo miedo de preguntar cómo te la quemaste...

- ¡Ves! ¡Ella tampoco sabe! -ataca Gaby y acá ya estoy entendiendo que quedé en medio de una discusión familiar y me quiero ir despacito.

- Ay, Teté, anatomía de tercero...

- Pero si yo no estudié medicina...

- Anatomía en la secundaria, Teté.

- No sé en que época fuiste al colegio, pero en la mía no existía esa materia, todo era biología..., y de todas maneras nunca me enseñaron eso o me lo acordaría.

- Agrandada.

- No, agrandada no.  Me sé una cantidad de datos que no sirven para nada: el idioma oficial de Rwanda, el total de temporadas de ER, la cantidad de huesos en el cuerpo, la fórmula de raíz cuadrática, el peso de un elefante recién nacido... ¡puras estupideces! Si alguna vez me hubieran enseñado qué soto es una úvula, lo sabría.

- Es la campanita -dice señalándose la garganta.

- Ahhhhh! Hubieras empezado por ahí... ¿Por qué no hablás en castellano? ¡Nadie sabe qué es una úvula!

- Todo el mundo lo sabe.

- Mañana pongo una consulta en mi blog y vas a ver que no lo sabe nadie..., y además..., ¿cuántas veces usaste la palabra úvula en una conversación eh? Cam-pa-ni-ta se dice.
- Ay, Teté...
Me río, miro a Gaby y le digo:
- Gaby, no sabés lo que me pasó, me contracturé el esternocleidomastoideo...
- Juaaaaa!!!!

Ignorancia: 1

Mónica: 0

Ahora sí, díganme la verdad, nadie sabía qué era la úvula eh?

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