Y sucedió...
>> 27 ago 2012
... que fueron horas interminables de charla y de risa; y, al día siguiente, después del almuerzo y los mates y el baño, cuando ya la tarde caía por el balcón y la lluvia nos regalaba el marco perfecto, nos sentamos, ella y yo, cada una frente a su computadora, mesa de por medio, a chequear mails y otros bichos raros.
Cada tanto una de las dos levantaba la mirada de la pantalla y sonreía. Estábamos a menos de cincuenta centímetros de distancia y, sin embargo, aparece su ventana de conversación en mi monitor diciendo:
"¿No vas a cocinar?"
Y yo:
"La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día
Tanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande
tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer."
Y sucedió también que cenamos tarde ese día.
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