Vergüenza
>> 19 ago 2011
Mi hermana me grita desde el patio para ver si llegué.
- ¡Goooorrdaaaaaa!
- ¡Pasá, puta! -le contesto.
Ah, sí, nos gritamos de patio a patio. No sé si los vecinos escuchan y no me importa. Igual ya me han escuchado gritarle a la gata "¡Negra Puuuutaaaaa!" cada vez que la llamo, así no creo que se sorprendan demasiado.
Mi hermana entra a mi casa con dos cervezas, papas fritas, palitos salados y aceitunas.
- Ah, bueno... viniste a quedarte -le digo mirando lo que trae.
- Sí, te extrañé, mierda.
Servimos y vamos contándonos lo sucedido en la semana. Estamos revolcadas en los sillones y tapadas con una mantita porque somos friolentas y estamos mayores.
- ¿Qué hacés el finde? -me pregunta.
- No mucho. El viernes terapia, después salgo con Gaby, el sábado a la noche tengo un cumpleaños y no sé si a la tarde no la voy a ver a Marisa que hace mil que no la veo y el domingo me encuentro con un señor.
- ¿Un señor? -me mira.
- Sí, un señor.
- ¿Un señor, señor?
- Sí, un señor señor.
- ¿Y de dónde lo sacaste?
- Nos leemos mutuamente.
- Ah... -toma un trago de cerveza y se queda pensando, yo espero porque sé que algo para decir tiene, y tuvo nomás:
- ¿No te vas a volver hetero, no?
- Jajajajaja! ¡Qué tarada!
- ¡Es que sí! ¡Todo lo que dije, todo lo que salí a decir que mi hermana esto y mi hermana esto otro, todo lo que te defendí de los boludos que decían pelotudeces, y que estoy orgullosa y que la pindonga de mahoma! ¿Y ahora te hacés hetero? ¡Te cago a golpes! No salgo de la vergüenza...
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