Cinco

Abril, la perra de Mónica y Gaby, acaba de tener cachorros. Cinco. Hermosos todos. Fuimos parteras Mónica y yo porque ella no les da cinco de bola. Nos turnamos para darles de mamar, limpiarlos, mantenerlos calentitos y la mar en coche. Ayer la posta la tomábamos Gaby y yo.

8:20 pm.

Dos de los cachorros de Abril.

Convencer a Abril para que se acueste en su camita. Poner a los bebés a mamar. Siempre hay un bobo que no encuentra la teta aunque se la pongas adelante, ¿quién es, a ver?: hembra, qué raro. Se pisan, se dan vuelta, se desesperan. Mimos a Abril para que se quede. "¡Qué bien que se porta esa perra!" (dígase con voz de feliz cumpleaños)

9:00 pm.

Fin de la alimentación. Operación limpieza. Algodoncito húmedo para estimularlos a que hagan sus necesidades. Lloran. "Bueno, bueno, ya está, no te gusta, ya sé" (dígase con voz de "pobrecito ese nene"). Me hacen pis encima. ¬¬. Decí que sos lindo, bicho.

El próximo turno lo tiene Gaby, cenamos y yo me voy a dormir. Me toca el turno de las tres de la madrugada. Suena el despertador y repito todo lo anterior mientras miro Dr.House y me fumo un cigarrillo.

Tener un cachorro de cualquier especie en brazos no tiene precio.

Y ahora hablo con ustedes. A ustedes les hablo: Mónica y Gaby. Me escuchan bien (o me leen): no sé, repito: no sé si quiero que alguien se lleve a esos bichos, eh?

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