"Yo sé que vos sabés que las dos sabemos"

Entran dos personas al local. Una chica y alguien tan andrógino que no puedo identificar su género. Me piden una pizza para las once de la noche, la pagan, pregunto a nombre de quién, me dice el/la andrógino/a "Jacqueline", señalándome a la chica. Se van. Mi hermana me mira y pregunta con la mirada.

- Sí. Dos tortones patrios. Torta bodas de oro. No hace falta tener gaydar, es más que obvio. ¡Qué lindo! ¡La comunidad torteril paceña me viene a comprar! - le contesto.

Una hora antes de lo previsto viene la tal Jacqueline a buscar su pedido.

- ¡Viniste antes! - le digo -. No te preocupes, en diez minutos te la saco.

Preparo la pizza y la entrego. La señorita se va, pero se vuelve desde la puerta y me dice:

- ¿Tenés teléfono para hacerte un pedido otro día?

- ¡Claro! Dame un segundo que te lo anoto.

Se lo anoto, pongo mi nombre debajo y le aclaro:

- Llamá o mandá un mensaje. Firmalo, yo me voy a acordar.

- Bueno.

Y se va.

Mi hermana y Bebo están muriéndose de risa en la cocina.

- ¡La torta te pidió el teléfono!

- Una cliente me pidió el teléfono, zoquete.

- Nahhhh... no era para hacer un pedido.

- Ay, callate gorda mal pensada.

- ¡Sí! ¡Te re identificó!

- Todas nos identificamos. Nos miramos y por dentro decimos "yo sé que vos sabés que las dos sabemos". Es un don de la gaytud.

Eso fue ayer. Hoy suena mi teléfono y hay un mensaje que dice: "Hola, soy Jacqueline..."

Mi hermana todavía se está riendo.

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