Eventualmente
>> 29 ene 2013
Y, eventualmente, tenía que pasar que no pudiera dormir, ¿no?
Bueno, no puedo.
Y lo intenté. Di vueltas para un lado, luego para el otro. Prendí la luz, leí Ender 01 completito, apagué la luz y volví a dar vueltas. Finalmente entendí que no, que no era hoy la noche en que iba a dormir y prendí la luz y acá estoy hablando pavadas.
También es cierto que la oscuridad me intimidó. Otra vez. Hacía rato que no pasaba. Como tres años, más o menos, seguramente hay algún post que hable de eso, pero no tengo ganas de buscarlo y no sabría ni por dónde empezar tampoco (memo to myself: las etiquetas son una garcha).
Y como no sé de qué hablar, voy a contar los últimos acontecimientos nomás. En principio, hace algo así como dos semanas que todos los virus del planeta se hicieron presentes acá en mi casita para contagiarme de todas las pestes conocidas. En el medio comenzaron mis clases intensivas de verano (intensivas significa: clases todos los días -menos el miércoles- de seis a diez de la noche). Y como son intensivas, y como la idea es ahorrarte seis meses en uno, la cosa es que no puede faltar, ¿viste?, así que con 40 grados de fiebre e interrumpiendo la clase cada tres minutos con ataques de tos, una va igual. Y como los días que no curso, trabajo, y si no trabajo, no como, entonces trabajo igual (ahora que lo pienso, mi barrio probablemente tenga una epidemia, señores de la salud estén atentos). Todo esto implica que sí, que puedo tomarme los dos millones de antibióticos que quieran, pero que sin reposo no es lo mismo y acá me tienen, con algunos kilos menos, ojeras que me las pateo y tratando de que mis pulmones se queden adentro porque me parecen más efectivos y sobre todo más estéticos que afuera.
¿Qué más? Ah, sí, me encontré una bicicleta. Bueno, probablemente lo correcto sea decir que algún señor beodo se la olvidó en el cosito para estacionar bicicletas que puse en mi negocio. Yo esperé cuatro horas. El señor no vino. Y luego esperé cinco días a que venga a preguntar. Tampoco vino. Así que, no se ofendan, pero por el momento parece que tengo bicicleta. Y todo gracias a un señor beodo que se olvidó dónde la dejó.
Magui dice que conoce bicicletas que han salvado vidas, como la suya (no sé bien si su vida o su bicicleta, pero supongo que para el caso es lo mismo). Ésta debería ser la supergirl de las bicicletas si pretende salvar la mía, así que mejor que se vaya poniendo las pilas.
A todo esto ya son las cinco y diez y yo con los ojos como el dos de oro. Y el sol ni asoma.
Hoy cuando llegué de la facultad encontré un sapo en mi baño al que le dije que se fuera y se fue. Si los sapos empiezan a hacerme caso me lleno de plata, que se sepa. Y uso esa plata para mudarme a donde no haya sapos, que se sepa también.
¿A qué soto hora amanece? Para mi que el barbudo de los doce sabe que no quiero dormir en la oscuridad y se está vengando por todas las veces que me cagué en su doctrina arcaica. Lo siento, man, la hubieras actualizado. Igual la oscuridad me asusta. Veo cosas que no están ahí, o sí, no sé. Y como veo cosas que por ahí están y por ahí no, escucho cosas que por ahí suceden o por ahí no. Y como los "por ahí" no me gustan una mierda, mejor dejar las luces prendidas y listo.
El gallo canta, pero todos sabemos que mi gallo adelanta, así que eso no es garantía de nada. Ya le mostré el reloj al gallo, pero ni bola. Yo creo que nació en algún otro país y todavía vive con ese horario. Eso o es un reverendo hijo de puta.
Si tuviera cigarrillos me los fumaría de a tres sin importarme un soto si mañana no puedo respirar, pero no tengo, desde hace dos semanas que no tengo, así que tomo agua nomás, pero mañana voy y compro porque no paso otra noche en vela sin un cigarrillo que me acompañe.
Y ahora son las cinco y media y el gallo canta, pero el sol no sale. Y no tengo más ganas de escribir y, sobre todo, nada más que contar. Así que me voy a mirar páginas pedorras de manualidades o datos que no sirven para nada.
Eso.
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