Ordenando (o tratando de) el cuartito de las porquerías encontramos libros.
- Hay que ver bien qué nos quedamos y qué no porque ahí hay libros de mi madre... - me dice Maru.
- Los libros no se tiran - repondo.
- Eso lo decís porque no viste los títulos.
Empiezo a separar. Coelho, Bucay, dos millones quinientos mil de autoayuda, algunos de poesía, dos o tres novelas que no leí. Separo en dos pilas.
- Estos se quedan - le digo señalando la pila más pequeña.
- Bueno.
- Y estos se tiran. Ni pienses en donarlos a ninguna biblioteca, no se le hace eso a la gente, a la basura directo - y no agregué, pero debería haberlo hecho: "mejor quemalos, para estar seguras...".
Ni tengo que explicar cuáles fueron a esa pila, ¿no?
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