Patitos

>> 11 ene 2011

13:00 hs.
Bajo las escaleras y entro a la oficina de mi jefe.
- Buenas tardes, señor don jefe.
- ¿Cómo anda Aguirre?
- Bien ¿y usted?
- Aquí.
Cuatro patitos bebés
(en esto es como yo, cuando una le pregunta cómo está responde geográficamente, como si el cómo y el dónde fueran sinónimos)
- ¿Qué la trae por mi oficina? -continúa.
- Le venía a avisar que como tengo los patitos volados y como la gente de sistemas está en mi máquina y estoy al dope como bocina de avión y como es mi horario de almuerzo...
- ... te vas a la mierda.
- Tal cual, me voy  la mierda.
- Bueno, que te aterricen bien los patitos entonces.
- Gracias.

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La verdad o la mentira

Está sobrevalorada la verdad. Es así.
Desde siempre nos han inculcado que decir la verdad está bien, mientras que mentir no. ¿Qué madre o padre no nos ha dicho alguna vez "decime la verdad o te reviento" cuando quería obtener una respuesta verídica a su pregunta (cosa que, obvio, no conseguía por ese medio ni en pedo)? Incluso desde la publicidad nos lo advierte una marca mundial de gaseosas cuando dice que "es sentir de verdad". Nunca supe cómo sería "sentir de mentira", nunca tampoco entendí lo que quería decir la publicidad esa (algún día vamos a hablar de la frase nefasta: "coca cola es así". ¿Así cómo, canejo?).
Como decía, la verdad está sobrevalorada. Cuando alguien quiere esconder su incontinencia verbal suele decir: "soy demasiado sincero/a", como excusándose, pero a la vez parándose desde el lugar de aquel que dice la verdad aunque al otro no le guste ni medio, un cruzado de la verdad vendría a ser, y me lo imagino con peto colorado y dibujo de un león dorado (ah, no, ese es el escudo de Griffindor) con el pecho inflado y la manito derecha apoyada en el pecho. Negro, andá sabiéndolo, no sos demasiado sincero sos un bruto que no es lo mismo. ¿Cuántas veces hemos escuchado -o protagonizado- que alguien le confesó a su pareja que le metió los cuernos hace dos mil años sólo porque "tenía que decirle la verdad, no podía vivir con eso"? Pedazo de pastel, si le metiste los cuernos y, además, tuviste la terrible suerte de que no se enterara, cuchame bien: c·e·r·r·á·e·l·o·r·t·o, porque vas a decirle esto, que ya fue, sólo para acallar tu culpita. Ajo y agua, querido/a, a llorar a la iglesia, lo hubieras pensado antes.
¿Qué es, entonces, la verdad? ¿Existe una? ¿Es verdad que el Néstor fue el mejor presidente desde Perón hasta Cristina? Es verdad para mi, tengo razones que me lo fundamentan, pero asumo que para otros no será así y tendrán sus razones también. Y no los hace más dueños de la verdad que yo (los hace gorilas, pero eso es otro tema... jejeje, perdón, se me escapó). Entonces no hay verdades, sólo interpretaciones subjetivas de los hechos. Punto. Final.
La verdad no tiene matices, es lisa y llana, se desarrolla de manera lineal y un acto es consecuencia del siguiente y así, tanto en un sentido como en el otro, si no me creen hagan la prueba, pregúntenle a alguien que ustedes crean que está mintiendo salteándose pasos, que empiece de atrás para adelante y van a ver como, si efectivamente miente, no puede reconstruir los hechos en otro orden, no puede contar todo de atrás para adelante, no puede saltearse hechos, no lo puede hacer. La mentira, en cambio, está llena de aristas, de recovecos, de matices, en la mentira todo es posible: "perdón por llegar tarde, pero mi tren fue abducido por unos alienígenas violetas con cabeza triangular y un sólo ojo, experimentaron conmigo y me soltaron en marcos paz, y encima me había quedado dormida".
Miren lo importante que será la mentira que tiene un verbo para que se la conjugue (yo miento, tú mientes, él miente), mientras que la verdad no lo tiene (a no ser que la RAE ahora me venga con un martes trece).
Siempre sostuve que es mejor una mentira a tiempo que una verdad a destiempo, pero por ahí no estoy hablando de verdades ni mentiras sino de destiempos y entonces ya nos vamos por las ramas.
Igual también es cierto que para mentir hace falta cierta habilidad que no todo el mundo posee, una memoria infalible y una persona capaz de cerrar los ojos y creer lo que estamos diciendo, tengo que admitir que todas las veces que me mintieron lo supe y elegí cerrar los ojos.
Y acá una confesión que me va a jugar en contra, pero que quienes me junan ya conocen: Si puedo evitarlo, no miento, pero es muy fácil, extremadamente fácil saber cuándo lo estoy haciendo porque uso dos maneras. Ante una pregunta directa respondo con otra pregunta ("¿dónde estabas?" "¿por qué me preguntás eso?") y eso lo hago para ganar tiempo e inventarme una buena excusa por un lado y, por el otro, tengo la teoría de que la mejor mentira es la verdad, ergo, si me decís abiertamente "seguro que en mi ausencia estuviste con una loca" y yo respondo "con dos, de hecho las escondí debajo de la cama recién" fíjense debajo de la cama, es muy probable que esté diciendo la verdad.

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