- Y le pregunté, finalmente, qué línea política seguía... - le digo a Rubenito.
- ¿Y qué te dijo?
- Lo peor que podía decirme.
- ¿Pro?
- ¡Ojalá! Con alguien del pro al menos puedo discutir.
- ¿Peor que el pro? Mmmm... ah, ya sé, te dijo "no me interesa la política".
- Sí, ¿podés creer?
- Sí, pero es un horror.
- Ay, gracias, pensé que yo era la prejuiciosa nomás.
- ¿Y qué hiciste?
- Y..., con esa primera respuesta seguí preguntando. Le pregunté qué pensaba de la iglesia. ¿Sabés qué me contestó?
- Católica Apostólica Romana.
- ¡Ojalá! Peor, me dijo "no hablo de religión".
- Ay, dios...
- Jajajaja!
- ¿Y qué le dijiste?
- Que era un problema porque la mitad de mis temas de conversación eran sobre politica o sobre religión. Después le pregunté si era visible. Me dijo que no.
- ¿Piensa algo?
- Yo qué sé. Igual que no sea visible condice con su falta de pensamiento político, digo, es coherente con eso.
- Claro, claro. ¿Y qué le dijiste?
- Que si mañana se le ocurría casarse lo iba a poder hacer porque gente con más ovarios que ella salió a la calle a reclamar por sus derechos.
- Uh..., sos dura vos también, ¿eh?
- Soy.
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