Rosario
>> 1 mar 2010
Los mejores días en mucho tiempo.
Ufff... Los mejores en no me acuerdo cuánto tiempo, así que debe ser mucho en serio.
Llovió los primeros días. Mejor así. Apenas si sirvió de excusa para no salir de la casa.
Después fue cocinar rico (o eso dicen...), pedir sushi, pelear con los palitos un rato, pasear por el parque a la orilla del río, juntarse con amigos a cenar, conocer a la familia, jugar con la gata (ok, es linda ¿contenta?), cerveza (stout para ella, rubia para mí) y salamín, ir a cenar a ruta de especias (¡dios, qué rico!) y pelear con los palitos un rato más aunque menos que antes, vino, velas, recital en el monumento, la sinfónica provincial tocando Dvorak, Liliana Herrero cantando, Jairo, un bandoneonista de diez años..., luego Sabina bar, cantando como locas a Sabina, a Fito, a Drexler...
Una ciudad maravillosa. Una ciudad para vivir.
Quiero a Rosario. Y no sólo lo quiero porque ella está ahí ni porque sea una ciudad socialista ni porque la cultura y la mar en coche, sino porque es un lindo lugar para vivir, para trabajar, para disfrutar, para tomar mate en el parque, para ver correr a Ema atrás de una pelota (Lily no, Lily camina pegadita a mí), para pelearme con la piba del McDonalds, para esperarte a la salida del trabajo...
¡Cómo cambian los planes en una semana!
Me mudo, sépanlo.
No hoy, no mañana, ni siquiera la semana que viene, ni -seguramente- tampoco a fin de año, pero me mudo.
Y ahora ya volví de mis mini vacaciones y otra vez el trabajo y las corridas de Buenos Aires. Mis gatos abandonaron la cama de mi madre para volver a la mía (si eso no es lealtad, no sé qué es) aunque me maullaron largo y tendido en señal de ofensa -asumo, esto de humanizar a los bichos...-.
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Llovió los primeros días. Mejor así. Apenas si sirvió de excusa para no salir de la casa.
Foto de Liliana Herrero cantando. |
Una ciudad maravillosa. Una ciudad para vivir.
Quiero a Rosario. Y no sólo lo quiero porque ella está ahí ni porque sea una ciudad socialista ni porque la cultura y la mar en coche, sino porque es un lindo lugar para vivir, para trabajar, para disfrutar, para tomar mate en el parque, para ver correr a Ema atrás de una pelota (Lily no, Lily camina pegadita a mí), para pelearme con la piba del McDonalds, para esperarte a la salida del trabajo...
¡Cómo cambian los planes en una semana!
Me mudo, sépanlo.
No hoy, no mañana, ni siquiera la semana que viene, ni -seguramente- tampoco a fin de año, pero me mudo.
Y ahora ya volví de mis mini vacaciones y otra vez el trabajo y las corridas de Buenos Aires. Mis gatos abandonaron la cama de mi madre para volver a la mía (si eso no es lealtad, no sé qué es) aunque me maullaron largo y tendido en señal de ofensa -asumo, esto de humanizar a los bichos...-.
El único problemita de Rosario fue la carencia de Lucky Strike Click and Roll. Todo mal Nobleza Piccardo ¿qué onda, te pusiste urbanocentrista?
La foto la sacó N.