 |
Un chanchito |
Hora de almuerzo en mi laburo y estoy leyendo dos mil folletitos de esos que te tiran por debajo de la puerta para ver qué soto comemos [dos mil hay y pedimos siempre en dos, ponele].
Leo en voz alta:
- Sandwich vegetariano: queso, tomate, lechuga y huevo... ¡me cago de hambre! Pónganme un animal muerto ahí...
- Bueno -dice Karina- pero, justamente, es 'vegetariano'.
- Uno muerto por causas naturales entonces.
- Claro, antes que se lo coman los gusanos...
- Obvio.
Ah, sí, Socie, comemos cosas con rostro. Y nos gustan encima ¿me voy al infierno?
Y la So aporta este texto de Kundera para hacerme sentir culpable:
"Sigo teniendo ante mis ojos a Teresa, sentada en un tocón, acariciando la cabeza de Karenin y pensando en la debacle de la humanidad. En ese momento recuerdo otra imagen: Nietzsche sale de su hotel en Turín. Ve frente a él un caballo y al cochero que lo castiga con el látigo. Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora.
Esto sucedió en 1889, cuando Nietzsche se había alejado ya de la gente. Dicho de otro modo: fue precisamente entonces cuando apareció su enfermedad mental. Pero precisamente por eso me parece que su gesto tiene un sentido más amplio. Nietzsche fue a pedirle disculpas al caballo por Descartes. Su locura (es decir, su ruptura con la humanidad) empieza en el momento en que llora por el caballo.
Y ése es el Nietzsche al que yo quiero, igual que quiero a Teresa, sobre cuyas rodillas descansa la cabeza de un perro mortalmente enfermo. Los veo a los dos juntos: ambos se apartan de la carretera por la que la humanidad, «ama y propietaria de la naturaleza», marcha hacia adelante."
Read more...