Traumatizando la infancia
>> 18 mar 2014
Después de no poder dormir más de quince minutos en todo el día, Juli, finalmente, se durmió a las nueve y pico de la noche mientras nosotras cuatro terminábamos de cenar. A cada rato se escuchaba mi "shhhh" hacia las nenas porque no quería que despertaran al pequeño bodoque.
Primero Meme tiró un tenedor, después arrastró una silla y finalmente gritó no sé qué cosas.
- ¡Meme! - le dije
- ¿Qué?
- Seguís haciendo ruido y yo misma con mis manitos te descuartizo en pequeños trozos.
- ¿Po qué?
- Porque vas a despertar a Juli.
La madre me mira. La tengo sentada al lado y me mira y yo creo que, por ahí, me extralimité con el reto.
- ¿Qué? - le digo.
- Estaba pensando en si no era redundante esa frase..., pero no, porque una puede descuartizar en trozos grandes.
- Claro.
La mirada de Meme va de su madre a mi siguiendo la conversación.
- Y si restás órganos y huesos no te queda mucho...
- No. Para dos o tres empanadas nomás.
- Y sí...
- ¿Escuchaste, Meme? Si seguís haciendo ruido te hago empanadas.
- No, no quero.
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