Emma
>> 14 jul 2012
Casi las doce de la noche y estoy volviendo de mi jornada laboral.
En el medio de la vereda de mi casa, Emma hecha un bollito durmiendo. Ni se percata que estoy a dos pasos, está dormida en serio, profundamente. Camino hacia ella y levanta la cabeza, mantenemos esta conversación mientras vamos entrando.
- Emmita, ¿qué hacés durmiendo afuera?
Se levanta, mueve la cola como si ésta no le alcanzara y necesitara otra más. Bosteza.
- ¿Cómo vas a dormir en la calle? ¿Sos tontita? ¿No ves que hace frío?
Me sigue mientras entro al jardín de casa. Salta perezosamente, como para no perder la costumbre, pero se nota que no quiere saltar, quiere seguir durmiendo.
- Afuera no es un lugar para dormir, Emmita, hace frío. ¿Por qué no estás en la cucha con Lily?
Lily escuchó que llegué y asomó media cabeza desde la cucha. "No salgo ni en pedo, te saludo desde acá", parece decir y lo bien que hace.
- Lily te desalojó, eh? Bueno, igual, afuera no es un buen lugar para dormir porque hace frío.
Saco las llaves y comienzo a abrir la puerta. En el umbral ya está esperándome mi gata para entrar. Abro la puerta, entra la gata, entro yo, Emma se queda afuera.
- Entrá, Emma, hace frío.
Dos patas adentro y dos afuera. Me mira como pidiendo permiso.
- Dale, gorda.
Y entra. Y huele todo, y se va al costado de la cama y se hace un bollito y se duerme otra vez.
Y ahora estoy acá, en la compu, mientras ella está allá, en la habitación, durmiendo. Tiene una pantufla mía debajo de su trompa. Y ronca.
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