- Tía...
- ¿Qué, papi?
- ¿Tu novia no viene más?
Y me lo tiró así nomás, sin anestesia...
- No. Porque no es más mi novia.
- ¿Te portaste mal y te retó?
- No, pero... -qué le digo- nos peleamos.
- ¿Y estás triste?
Ok, memo to myself: nunca más expongo a mi sobrino, la próxima lo conoce después del año. Mínimo.
- Un poco, sí.
- Yo cuando estoy triste, lloro.
- Y sí..., claro.
- ¿Y por qué te peleaste?
- Porque... -estoy buscando en el disco rígido y no se me ocurre ninguna buena explicación- ¿Vos tenés novia?
- No.
Ni una me tira el pibe tampoco...
- Pero, ¿no hay una nena que te guste?
Se ríe.
- Bueno, ¿y nunca te peleaste con ella?
- Sí..., no juega más conmigo..., pero la perdoné.
Me lo como a besos.
- ¿Por qué te peleaste?
- Me dijo que no quería ser mi novia porque era feo.
Ahhh..., toda la violencia del mundo está en mi. La mato, la agarro a la salida del colegio y la mato, pendeja de m..., no, Gabriela, calma, no se insulta los niños.
- Te mintió, no sos feo. Sos el más lindo de todos.
Me mira con sus ojos enormes, no me discute, pero tampoco afirma, se ve que la situación lo angustió y yo quiero agarrar a la nenita en cuestión y explicarle que en unos años va a matar por alguien como mi sobrino. Los chicos, a veces, son crueles. Los adultos también.
Seguimos con las divisiones que de divertido no tienen nada, pero después nos pusimos a ver unos vídeos de bromas. Él se reía, yo pensaba.
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