A.
>> 15 sept 2010
Mi amiga A. otra vez por estos lares y me voy a buscar refugio en lo de mi otra amiga, ésta bloggera.
No pude terminar el curso de la respirada loca, si me quedaba me lloraba todo y no tenía ganas de llorar entre pseudodesconocidos, mejor llorar entre amigos.
- Tal, voy para tu casa, me siento mal, estoy angustiada.
Fue todo lo que tuve que decir.
Llegué y ella no había llegado. Esperé. Tres, cinco minutos. La veo venir desde la esquina, se acerca y me mira a mi y a mi bolsito cargado hasta las bolas. La miro. Me mira.
- ¿Qué? No me vengo a instalar a tu casa, son mis cosas del curso!
- Ah..., no, todo bien.
Igual me permití hacerle el chiste mientras subíamos las escaleras... "mañana me traen las perras", si no se muere hoy no se muere más.
Y después sí, hablar hasta que faltan las palabras, hasta decir por vigesimoquínta vez "no sé de dónde venía esto", hasta que dice "vas a tener que crecer de una vez, nena". Hablar del viaje, de decisiones, del pasado, del presente, del futuro que no existe más que en expectativas que no sirven para nada más que para que se caigan de a pedazos, de los por qué, de los miedos. De la soledad.
Del pasado, sobre todo del pasado, que vuelve con lo peor que tiene.
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