El barbudo ese de los doce apóstoles viene cerrando filas a mi alrededor. Lo sé, lo veo.
Primero fue mi padrastro. Se convirtió al evangelismo. Nadie le cree nada igual, pero lo cierto es que el tipo va a la iglesia y todo. ¡Hasta agradece los alimentos el desgraciado! ¡Se bautizó, entendés?! Lo metieron en un río. Nosotros lo miramos así: O_o.
Luego mi hermanito que, parece, toca la batería ahí. Nos tapó el agua, me dije.
Por último la señorita que todavía no es mi novia, pero que anda queriendo...
Como si todo eso fuera poco, me inauguraron una iglesia pentecostal en la esquina exacta de mi casa y me tuvieron cuatro días con música desde las tres de la tarde a todo volumen. A todo volumen, entendés? Avisándome que a las 19:30 empezaba. Me avisaban cada diez minutos desde las 15:00 hs que a las 19:30 empezaban. Saquen la cuenta de cuántas veces lo escuché. Dejen, la saco yo: 27 veces.
Ahí ya había empezado a sospechar, pero resulta que vuelvo tarde un día, paso con el auto por la esquina donde se reune toda la gente a cantar y aplaudir y esas cosas que hacen y ¿a quién veo sentadita frente al púlpito? Emma.
Me bajo, desde afuerita nomás la llamo bajito como para no levantar la perdiz, siempre tengo miedo de que me secuestren, viste? Como los aliens...
- Emmita... vení -y me golpeo las piernas en señal de juego.
La perra me ve, me mueve la cola, pero por lo demás no mueve un músculo.
- Emma, vení y la que te tiró de las patas o te hago pantufla.
Mueve la cola otra vez, se levanta como para venir, pero justo paró de hablar uno que, estimo, era el pastor y comenzó la música. Ahí nomás apoyó el culo otra vez y miraba a la gente cantar como si entendiera.
Y tuve que entrar nomás. Con carita de "permiso, permiso, perdón, sí, mi perra..., linda, sí, pero atea". Y la agarré del collar y la arrastré hacia mi casa a las puteadas.
El barbudo de los doce apóstoles me está buscando mepa. Solicito asilo político.
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