¿Electra?
>> 25 jun 2011
Viernes. Once de la noche. La casa de mi hermana.
Mi hermana y yo estamos tomando un café mientras mi madre está desparramada en el sillón mirando no sé qué programa pedorro en la tele (Tinelli, creo). Le estoy contando los últimos acontecimientos y mis planes para el finde. Es tarde y ya me estoy yendo a dormir (sí, me duermo temprano como las gallinas y?), antes de irme le pido:
- Gorda, me das la depiladora? (de la que mi hermana se apropió).
- Sí - y la va a buscar.
Mi madre me mira con carita.
- ¿Qué pasa? - le pregunto.
- ¿Qué vas a hacer?
- ¿Qué te importa?
- Vos estás de duelo - me anoticia como si yo no lo supiera.
- Ajá, y? ¿Qué, como vos no cogés nadie puede? - tenemos estos diálogos con mi madre, sí, no me da vergüenza.
- No, no es por eso, sino porque estás de duelo.
- Ya lo sé, mamá, yo lo sé mejor que nadie. ¡Ay, madre, me voy a depilar porque ya es hora no por los motivos que estás pensando!
- Bueno. ¿Volvés mañana?
- No.
- ¿Seguro que no son los motivos que estoy pensando?
- Jajajaja! Qué bobita que sos...
Y me fui con mi depiladora dejándola que piense lo que quiera.
Y después preguntan por qué necesito terapia.
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