Boludez
>> 14 nov 2011
- Hay tres cosas fundamentales para la vida: lo que sentís, lo que pensás y lo que hacés. Parece una boludez, es como sumar dos más dos, pero la cosa es que tu cabeza suele ir en contra de lo que sentís y luego terminás haciendo cualquier cosa. Y nada que vaya en contra de lo que sentís puede salir bien. La idea es alinear esas tres cosas, tratar de que tu cabeza sirva para llevar a cabo lo que sentís, es la mejor forma, siendo honestos con uno y también con el otro, nada puede ir horrible así, puede no salir del todo bien, pero uno se queda tranquilo porque hizo lo que sentía.
La escucho y creo que no está diciendo ninguna gran verdad, que no es nada que no sepa, nada que no haya escuchado antes, el enano prejuicioso antilibritodeautoayuda ya está saliendo a decir su monólogo del bla bla bla cuando, en algún lugar, la máquina comienza a funcionar..., engranajes que giran despacio al principio y que van tomando velocidad, pistones que suben y bajan cada vez más rápido hasta que ya no se ve de ellos más que una estela de movimiento continuo. En la línea de montaje va tomando forma el concepto que acabo de escuchar y empiezo a pensar que al enano este hay que pegarle flor de patadón.
Ella sigue hablando y yo pienso en qué difícil me resultó hasta ahora hacer esta "boludez".
14 comentarios:
Bueno, creo que conciliar esos tres elementos, lejos de ser una boludez, es bastante complicadito... Además podríamos también distinguir entre lo que sentís y lo que deseas ¿el deseo se aloja del lado de lo que pienso o de lo que siento? Creo que el mayor problema reside en creer que uno siempre sabe lo que siente o quiere y que sólo se trata de "hacer algo consecuente con eso". A veces, intentamos calcularlo todo cuando ciertos actos tienen efectos imprevisibles que sólo emergen una vez que se arrojó la moneda. Desde esta perspectiva el sentido adviene luego del "hacer" y nunca antes. Porque justamente todas las trampas y los cálculos que hacemos para intentar controlarlo todo son sencillamente neuróticos y vanos.
Y con respecto a lo de la honestidad se me viene a la cabeza el oráculo de Edipo Rey, no es que éste mintiera sino que dice la verdad de un modo velado, críptico, que debe ser descifrado. Muchas veces nuestra lectura de lo que nos pasa queda atrapada en una lógica que en vez de acercarnos a develar el enigma nos aleja de él. Y no sé si se trata tanto de alinearlo todo sino de, al menos, llegar a tener una mera idea de lo que deseamos más allá de todo espejismo. Luego haremos lo que podamos con eso, al modo de una apuesta. Besos.
Yo creo que la felicidad son justamente esos momentos donde hay coherencia entre lo que sentís, lo que pensás y los que hacés. Nada más que eso, ser consciente de que ese presente es maravilloso.
Y vaya a saber quién tendrá la respuesta de cual es la verdad de nuestro propio deseo...
Wanda: Ahí vamos, Wanda... en la trampa de la lógica.
Vio como es... una quiere algo, pero inmediatamente se pone a hacer cálculos de posibilidades y de si vale la pena y de si está 'realmente' bueno y toda la perorata cuando en realidad nada de eso importa porque una desea ese algo igual, tanto si vale la pena como si no. La lógica nos cagó la existencia. No en todos lados, claro.
Creo que tiene razón, al menos ayuda tener aunque sea una lejana idea de lo que deseamos y hacer lo que se pueda a partir de eso.
Besos!
Lucy: in the sky...
Claro, pero sabés qué difícil darse cuenta?
Besos!
No es difícil, prestá atención!
Lucy: Jajaja!
Lucy in the sky... es difícil cuando te pasaste toda tu vida racionalizando cada acto. Ahora es un desaprender lo aprendido...
De ninguna manera imposible, sí? Vamos por muy buen camino, pero para llegar hasta acá me tuve que pegar flor de golpazo.
Ya hablaremos, Lucy, vino de por medio.
Besos!
Bueno, yo también estoy tratando de hacer esa "boludez". Y de casualidad, actualmente, estoy leyendo un libro que habla de algo así.
Y sí, se puede dejar de racionalizar. Yo también estoy yendo por ese camino. Creo que ya lo hablamos. Y sabés que yo también me tuve que dar tremendos golpazos para llegar a esto. Jajaja... Por eso estoy yendo tan seguido al dentista.
"Cabeza final", de Joaquín Giannuzzi.
Modelada por la época,
apaleada por todas las ideologías,
no conoció la alegría de lo posible.
Sin música, inestable
como un comediante fracasado
esta cabeza calva toca su fin.
En el melodrama matinal del baño
escupe los últimos dientes
y otras obras menores del destino.
Lo desconocido
va a rodearla como una oscuridad malsana.
Ahora se inclina bajo el agua, vacila
y lentamente cegada se abandona
a una vieja descomposición. Se acabó
su tiranía.
Que nuestras cabezas tiranas se descompongan bajo el agua, Gabriela.
Me encantó el comentario de Wanda. Yo creo que el deseo se aloja del lado de lo que siento.
Estoy de acuerdo con que no siempre uno sabe qué es lo que siente o desea. A veces, porque uno siente o desea varias cosas juntas que se contradicen.
Justamente, estas semanas, estuvimos discutiendo conmigo mismo. Yo deseaba hacer algo que yo consideraba que no nos convenía. Pero yo hacía cosas obrando en consecuencia de lo que deseaba. Y yo no hacía más que repetirme a yo: no nos conviene, no lo hagas, eso no nos conviene.
PD: ¿Lo mío es un comentario o un post?
¿Un sub-post?
¿Eh?
Guillermo Altayrac: Wow, Guillermo, Wow.
Hermoso poema.
Ojo ahí, el deseo es tirano también, y caprichoso. Yo me tiro más por el sentir, si siento hacer tal o cual cosa o si no. No me resulta fácil callar mi mente cuando empieza con las consideraciones lógicas, pero voy tratando, paso a paso.
Ahora quiero saber qué cosas considerabas que no te convenían...
Lo tuyo es un comment largo, pero interesante, así que estás perdonado.
¡Hagamos blog conjunto entre su yo de veinte y la mía!!!
Besos.
Bueno, me alegro de haber sido absuelto, pues.
No sé si el deseo es tirano.
El deseo es animal, fiera a duras penas domable.
«Ahora quiero saber qué cosas considerabas que no te convenían...»
Como decís vos: con café, Gabriela, con café.
No, no hagamos un blog con mi yo de veinte. No me gusta como escribía ese pibe.
Besos.
Guillermo Altayrac: Ufa, con café entonces.
No le gusta como escribía el pibe de veinte?
A mi me gustaba como escribía a los veinte... aunque era un poco grandilocuente, ahora que lo pienso...
Besos.
Mi yo de veinte también era grandilocuente, justamente. Tipo poeta maldito. Oh, cómo sufría... (rostro de perfil, dorso de la mano sobre la frente, mentón en alto).
Besos.
Guillermo Altayrac: Jajaja!
Ahhhh... entonces probablemente nos hubiera gustado cómo escribía el otro, aunque por lo bajo pensáramos "no tiene mi nivel poético...".
Me gusta cómo escribe su yo actual, estoy terminando su novela, luego le cuento.
Besos!
¡Aaaaahhh, qué lindo!...
Me alegro.
Luego me cuenta, pues.
Con café.
Pero ese es mi yo de hace cuatro años, no el actual.
Abrazote.
Guillermo Altayrac: Ahhhh... amé, la te dije en un comment anterior. Amé.
Ah, era su yo de hace cuatro años?
Avisele que escribe lindo lindo.
Besos.
¡Gracias! Te dice mi yo de hace cuatro años. Que está acá adentro, pero con un par de capas más encima, como la cebolla.
¿Qué me dijiste en un comment anterior? ¿Eh? Me perdí...
Besos.
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