Dos eventos...
>> 28 jul 2012
... que me hicieron sentir muy muy muy vieja.
El primero: Chat con Cris.
Gabriela dice:
Yo mantengo los números de todas. Aunque las odie (a algunas). Porque si recibo una llamada quiero poder decidir si atender o no, y como ni en pedo me sé sus teléfonos de memoria... Gracias que sé el mío...
Cris dice:
Yo, eso si, recuerdo números de teléfono que no he marcado en años, los tengo en la punta de los dedos, los voy marcando en el aire cuando los recuerdos.
Gabriela dice:
Ah, no, yo recordaba cuando no existía la agenda del celular (existió esa época, ¿podés creer?), después ni en pedo, no desperdicio capacidad de mi ram en algo que puedo guardar perfectamente en un papelito (o en un dispositivo de bolsillo).
Cris dice:
(Ay, sí, qué tiempos aquellos...)
Gabriela dice:
Tiempos en que no existía el celular... ¡yo lo viví, señores, y sobreviví! ¡Tiempos en que no había la interné en las casas! Y, adivinen, ¡me divertía igual!
Cris dice:
Yo tenía tele en blanco y negro.
Gabriela dice:
¡Claro! ¡Yo vi tele en blanco y negro!
Cris dice:
Y escuchaba vinilos.
Gabriela dice:
Y jugaba al family game o a la escondida.
Cris dice:
Sí, y al elástico.
Gabriela dice:
O a la soga, o a la payana (ahí se me cayó el documento, no lo divulguemos).
Cris dice:
Yo tenía una msx y jugábamos mucho, y después sí, el family.
Gabriela dice:
Attari, Commodore 64, la tortuguita del lenguaje Logo. ¡Yo lo viví, señores, y Windows no existía!
Cris dice:
Jajajaja!
Gabriela dice:
Me siento vieja, es un hecho.
El segundo: Viene con historia pretérita.
Allá por el 2002 daba clases particulares en mi casa (en toda mi vida viví sólo dos años cerca de mi madre, ese año y este) a nenes desde los 6 a los 12 ó 13, ponele.
Hoy se acerca una señorita al negocio y me dice.
- Hola, ¿vos sos Gabi?
- Sí. - la miro y tengo su cara de algún lado, pero no puedo identificarla...
- ¡Yo soy Belén! ¿Te acordás de mí? Me dabas clases, y a mis hermanitos también...
Belén tiene hoy unos veinte o veintidós años, me estiro a los veinticinco, pero no más.
- ¡Belén! ¿Cómo estás? ¡Tanto tiempo!
- Le pregunté, el otro día, a tu hermana por vos, para ver si todavía dabas clases...
- Jajajaja! Sí. ¿Para vos?
- No, para Johanna, ¿te acordás de Johanna? Está en octavo y se lleva matemática.
- Me acuerdo de que era un piojo, de eso me acuerdo. ¿Y Christian? ¿Cómo está?
Christian fue mi alumno favorito de todos los tiempos. Y él me correspondía corriendo a mis brazos donde me encontrara al grito de "¡seño, seño!". Se había medio enamorado de mí (afirmaba la madre) como sólo los niños se enamoran. Tenía clases dos veces por semana a las nueve de la mañana y llegaba puntualmente dos horas antes..., lo recibía en pijama, me traía facturas o pan calentito y tomábamos mate charlando de la vida hasta que comenzábamos las clases, a veces jugábamos ajedrez que quiso que le enseñe. Un sol de nene. Maduro para su edad (tendría, en esa época, unos siete). La madre me contaba que se despertaba temprano, antes que todos en su casa, se ponía la pava y salía a tomar mate solito al patio. Ahhh... me lo comía.
- ¡Bien! Ya está terminando el secundario.
- Me siento tan vieja, Belén...
- Nahhhh... los chicos crecen. Yo ya tengo un hijo, mirá.
- Ay, dios...
Y arreglamos los horarios y honorarios. Es un hecho: estoy vieja.
3 comentarios:
¿Vieja?
¡Bah, bah, bah! ¡Que no entro acá para leer pavadas, eh!
Guillermo Altayrac: Ah, no? ¿Y a qué entra si este blog está lleno de pavadas?
Basta, bobita. ¿Ah?
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