Aladino y la lámpara maravillosa
>> 20 oct 2013
Primero, como siempre, un resumen: Aladino vivía en Oriente Medio y cuando murió su padre, su madre tuvo que trabajar todo el día dejando que el pibe se criara solo en la calle sin un oficio. Un día se encuentra con un viejo que le dice que es hermano del padre y se lo lleva para darle un trabajo en la India. En el medio del viaje, el viejo lo manda a buscar una lámpara de un pasadizo secreto, pero no lo quiere ayudar a salir y prefiere cerrar la puerta del pasadizo con Aladino dentro. El pibe descubre primero al genio del anillo y luego al genio de la lámpara y lleva riquezas a su madre para no ser más pobres, hasta que un día ve pasar a la hija del Sultán y manda a su madre a pedir su mano. El sultán dice que sólo le concederá la mano si hace un castillo para el día siguiente lo que le resultó fácil puesto que se lo pidió al genio y listo. El supuesto tío se entera de que Aladino no la palmó en el pasadizo y viaja para recuperar la lámpara, lo que logra, y luego le pide al genio que agarre el palacio y a la princesa y los lleve a Africa. El Sultán sospecha de Aladino cuando desaparece su hija y le dice que le perdona la vida si la trae antes de cierto tiempo. El pibe la va a buscar con el genio del anillo, la encuentra, la rescata, mata al viejo y vuelve y viven felices y comen perdices.
Antes que nada, le hablo a la madre: Existen guarderías, hija de puta. Si no tenés plata para pagarla, siempre una amiga puede cuidarte al pibe, si no tenés amigas, dejame que desconfíe. Otra cosa: la educación es gratuita en todos lados, al menos la primaria y secundaria, eso es universal. Si dejaste a tu pibe en la calle, en este blog no te queremos ni un poquito así, que se sepa.
En fin, el pibe se cría en la calle "sin oficio". O sea, boludea todo el día. En uno de esos días en que estaba boludeando se encuentra con un tipo que le dice que es el tío, o sea, el hermano del padre.
¿Nadie te dijo, nene, que no se habla con extraños? No, nadie. Ni la madre ni nadie en la calle, bueno, dale, pero así es como pasan las cosas que pasan y que salen en los diarios todo el tiempo. El viejo te dice que es tu tío y ¿vos le creés? Sí, le creés, pero no sólo le creés, ¡lo llevás a tu casa! ¿estás loco? ¿y si era un asesino serial? ¿y si le gustaba sodomizar madres que trabajan todo el día y dejan a sus pibes en la calle? Bueno, no era, pero casi.
El viejo pseudo-tío va a la casa y ve que no tienen para comer, les da unas monedas, les dice que es rico y que se quiere llevar a Aladino a la India para ponerle una tienda de telas. Ahí ya tendría que haber desconfiado, este tipo no es musulmán, es judío. La madre, de todas formas, lo deja ir con este señor que-no-le-consta-que-sea-hermano-del-difunto-marido. ¡Y aunque le constase! ¿Qué onda, vieja, le das a tu hijo a cualquiera que diga cualquier pavada?
La cosa es que ambos, el viejo y Aladino, se van. Viajan hasta la noche y se detienen a descansar. El viejo le pide al pibe que junte maderas para hacer fuego y cuando lo prenden, empieza a decir palabras mágicas (así dice el cuento) y del fuego surge una puerta.
El viejo, que no sabemos si era realmente el tío o no (en el cuento no dice que no lo fuera), pero que seguro seguro era mago, le pide al pibe que abra la puerta, baje, atraviese un jardín y que, al final, encontraría una lámpara de aceite, que se la traiga.
Nos vamos a detener un poco acá. Si yo voy viajando con un viejo que no conozco, si el viejo prende un fuego, si del fuego sale una puerta y el viejo osa pedirme que baje por esa puerta, primero de todo, ni en pedo, segundo llamo al escuadrón antibombas, o a Indiana Jones que seguro sabe qué hacer en estos casos y está más capacitado que yo para bajar por puertas que se abren desde el fuego, y, tercero, ¡hola! ¡es obvio!, el viejo aprovechó cuando el pibe no veía y hechó unos polvos alucinógenos en el fuego y ahí podían ver puertas, barcos, castillos y hasta elefantes rosas bailando la conga si se concentraban.
La cosa es que Aladino baja nomás por la puerta y encuentra la lámpara y dentro de la lámpara un anillo que se pone, eso en mi país se llama hurto, además de piedras preciosas que colgaban de arbustos, eso en mi país se llama hurto reiterado y, si sos pobre, está penado con cárcel de uno a cinco años. Cuando vuelve, le pide ayuda al viejo para salir del pozo, pero el viejo no quiere. ¿Ven? Esta parte no la entendemos. Si el viejo quería la lámpara tan imperiosamente, si no se animaba a bajar él por el motivo que fuera, si lo manda al bobo éste y el bobo va y la trae, ¿por qué no lo ayuda a salir para tener lo que quería? Yo les digo porqué: porque si lo ayudaba el cuento se terminaba ahí. Igual el punto es que no lo ayudó y prefirió cerrar la puerta a dejarlo salir. Aladino se queda adentro a oscuras y empieza a hacer frío, entonces se frota las manos para darse calor y del anillo sale un genio que le dice que hace lo que quiera (Aladino, no el genio). El pibe pide que lo lleve a la casa de su madre y ahí estuvieron en un segundo, pero cuando llega y le cuenta a la madre todo lo que pasó, lo único que la vieja dice es que no tiene plata para la comida.
¡Vieja egoísta de mierda! Tu hijo, tu único hijo, casi la palma encerrado por un tipo en un pozo mágico y vos en lugar de indignarte, llorar, putear por confiada, ¡algo que demuestre que tenés sangre en las venas y que no te chupa una fábrica de huevos todo!..., no, le dice al pibe, como si el pibe pudiera hacer algo: "no tengo plata para la comida, fijate lo que hacés". El genio del anillo sólo lo podía trasladar de un lugar a otro así que decidieron vender la lámpara que Aladino había traído consigo.
Acá tampoco entendemos. Si el genio del anillo lo podía trasladar a cualquier lado, el pibe hubiera pedido que lo traslade a algún campo sembrado, a algún almacén, ¡al puto paraíso de las hamburguesas y listo! Pero no, deciden vender la lámpara, lo que habla mucho y mal de sus capacidades cognitivas porque ¿cuánto vivís de la venta de una lámpara vieja? Y cuando la empiezan a limpiar sale otro genio que dice que es el esclavo de la lámpara y que obedecerá cualquier cosa. Obvio que el pibe será boludo, pero no tanto y a partir de ahí el cuento avisa que nunca les faltó nada, pero como nunca nada es suficiente un día, paseando, vio pasar a la hija del Sultán quien, dice el cuento, "lo enamoró con sólo una mirada".
¿Cómo se enamora a alguien con sólo una mirada? ¿Cómo se mira a alguien para enamorarlo? No, con ganas no, con ganas sólo te lo llevás a la cama, nada de amor. Pero el cuento dice que "lo enamoró". Para mí que quieren suavizar lo evidente. Y lo evidente es que la minita ésta era la hija del Sultán que era mucho Sultán, mucho Sultán, pero que no tenía un mango, que los acreedores lo estaban persiguiendo, que tenía embargado el palacio y hasta el turbante, que la deuda externa crecía como en el 77 y que, conociendo la suerte del pibe éste que de la noche a la mañana estaba forrado en guita, no tuvo mejor idea que decirle a su hija que se lo levantara para ver si se salvaba.
Aladino le pidió a su madre que llevase al Sultán las piedras preciosas que había recogido en el jardín y que le pidiese la mano de su hija.
Otra vez algo que no entendemos. Si el pibe había traído las piedras preciosas, ¿por qué no las vendió ni bien llegó en lugar de pensar en vender la lámpara? Otra vez contesto yo: porque también ahí se terminaba el cuento. Viven de lo que ganan de la venta de las piedras, el pibe se pone un locutorio con ciber y jueguitos online, nunca limpia la puta lámpara, que, de hecho, usa de pisapapeles, jamás conoce su secreto y colorín colorado este cuento se ha acabado.
En fin, la madre va a ver al Sultán, le da las piedras y el tipo le dice que le concede la mano de su hija (a Aladino, no a la vieja) sólo si el pibe construye un palacio antes de la mañana del día siguiente. Es obvio que el Sultán sabía que el chiquito éste en algo raro andaba sino no le pedía semejante huevada. El tipo quería asegurarse que, efectivamente, había guita ahí y que estaba a su disposición de "la noche a la mañana" como se diría en mi barrio.
Como todos y todas sabemos, el que construye el palacio es el genio de la lámpara y entonces el Sultán le concede la mano de la pibita, se casan y viven felices.
Podría haber terminado ahí, pero no. Resulta que el viejo que dejó encerrado a Aladino en el pozo mágico se entera que el pibe no la palmó nada y regresa a buscar su lámpara. Y se entera porque más que seguro que la noticia de que de un día para el otro apareció un palacio en el país no puede pasar desapercibida, seguro que hasta salió en el anuario de Guiness y todo. Hasta acá está claro que el viejo será todo lo hijo de puta que quieran, pero busca algo de "su" propiedad, ¿no? Y como sabe que ni en pedo el pibe se la devuelve, porque hay que ser muy idiota para devolver semejante cosa, compra lámparas nuevas y va pregonando por todo el palacio diciendo que las cambia por lámparas viejas.
La princesa se la cambia porque, evidentemente, Aladino no le dijo de dónde venía la guita temiendo, suponemos, que el Sultán se apodere de todo. Y si no le dijo eso, entendemos que ese matrimonio no era del todo feliz porque el pibito, ahora devenido en príncipe, no confiaba ni en su mujer ni en su suegro. De hecho tenía de amante al genio del anillo, pero esto no lo dicen en el cuento para no asustar a los niños con relaciones homosexuales prohibidas por la Santa Iglesia Católica y seguro que por Alá también.
Nuevamente en posesión de su lámpara, el viejo le dice al genio que agarre el palacio, la princesa y traslade todo a África (con él adentro, claro). ¿Por qué África? Porque le gustaba el clima y cazar elefantes, parece. Un hobbie como cualquiera.
Cuando el Sultán se entera, de puro perspicaz que es nomás, porque no hay muchas formas de esconder que desapareció un palacio con princesa adentro y todo, le dice a Aladino que le perdona la vida si antes de cuarenta días y cuarenta noches le lleva a su hija.
Claro, para casarla era "antes de mañana a la mañana tal cosa", ahora, para traérsela le da más de un mes. Divino el Sultán. Premio al padre del año.
Aladino va a África gracias al genio del anillo, encuentra a su esposa y le pide que medio lo engatuse al viejo. Suponemos que le dijo algo así como: "Ponete linda, transparencias, escotes, esas cosas que vos sabés, llamá al viejo, invitalo a un buen vino y cuando se descuide lo estrolo". Dicho y hecho, Aladino tiró al viejo por el balcón, recuperó la lámpara, llevó el palacio otra vez a Oriente y fueron felices y comieron perdices.
O sea, recapitulando. Aladino mata al viejo sólo porque quería su puta lámpara. No sólo eso, en toda la trama el pibe miente para que nadie sepa de dónde sale la guita. Básicamente estamos hablando de un ladrón y un mentiroso que es capaz de construir un palacio para la pibita sólo porque ésta le mostró media gamba en un paseo.
Nos preguntamos ¿tuvo que desalojar a mucha gente para construir su palacio? ¿a dónde fue a parar esa gente? ¿pagó la deuda del Sultán? ¿mejoró el nivel de vida del pueblo? ¿construyó escuelas gratuitas y obligatorias para que ningún pibe vuelva a estar "sin oficio"? ¿y guarderías? ¿y jardines de infantes?
En el cuento no dice nada de esto, así que asumimos que, una vez penetró en la crema y nata de la burguesía acomodada, se olvidó de todo lo que había sufrido y pasó a ser el peor capitalista del país.
No sé si hay moraleja. Mepa que no. O sí: "ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón".
6 comentarios:
Gaby:
Como usted pidió moraleja, y estoy ácido como mi estomaguito, le diré que sí hay una:
Votad, votad, que quienquiera asuma el poder, se cantará en todos (y en todas, claro) y se convertirá en el más pérfido de los capitalistas.
Eso.
Y conste que no tenía idea de si comentar esto o no, pero me rempujó su pregunta sobre escuelas, jardines, guarderías y esas nimiedades. Nimiedades para todo político (y política, claro) de mi querido y vapuleado país.
Si se me pasa la acidez, le re-comento otros detalles de su adaptación al submundo ebemerista del relato.
Besos!
Ger
Ger: Todos somos capitalistas porque vivimos en un mundo capitalista.
Si queremos ser otra cosa deberíamos mudarnos de país (y no sé si de planeta, mirá lo que te digo).
Por mucho que reneguemos, lo cierto es eso: capitalistas somos todos. Algunos, además, son hijos de puta, pero ese es otro tema.
Re comentá tranquilo que acá estamos esperando.
Besos.
Ey! ¡Mi cuento! ¡Gracias! Aunque leído así no suene a infancia, golosinas y tiempo al pedo. ¡Jeje!
Y por cierto, cada vez te salen mejor las metacríticas, me gustó muchísimo y también me puso muy contenta que lo recordaras, claro está.
Así que si de casualidad ni siquiera te acordabas y esto es pura coincidencia, evitá la aclaración porque dañaría mi momento feliz. Gracias.
Besos!
Vero: Eh... es pura coincidencia!
Jajaja! Lo cierto es que, o bien no existen más cuentos para metacrítica, o yo me los olvidé todos, porque ahora mepa que el único que me falta es Pulgarcito.
Si vos te acordás de alguno más, se agradece el recordatorio por estos lares.
Besos.
Gaby:
Ahora que ya cumplió 18, y es toda una niña aún, pero mayorcita de edad, le re comento:
Slogan para las elecciones del 27/10:
"Votemos a las putas. Con los hijos ya probamos, y así nos fue"
Bue, tengo la casa enchastrosa - sí, dos niveles peor que muy sucia - dos lavarropas para procesar, unos 600 prácticos para corregir, un semi novio sobre el que decidir si lo mando a la Cochinchina o a la Recalcada Cochinchina de otro planeta, y todo antes de mañana, que tengo el cumple de Andrés (mi amigazo de la carrera, colega y ahora más viejo amigo) y por la tarde viene un grupo de alumnos de la noche para terminar su final ... así que entenderá que no me meta con otros re comentarios, ¿verdad?
Besotes!
Ger.
PD: ¿me diría que etiquetita busco para saber qué cuentos destruyó? Thanks!
Ger: Mucho trabajo tiene ese nene!
Jajajaja!
La etiqueta a buscar es "desmitificaciones", ahí aparecen los cuentos y alguna huevada más, pero sobre todo los cuentos.
Besos!
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