De todos los bichos que ha tenido mi madre [y ha tenido unos cuantos, que incluyen a sus hijos], el más querido de todos fue Saya, su perra naranja.
Saya acompañaba a mamá al negocio todas las mañanas, después se volvía a cumplir con su función de cuidadora de hogar y a la noche volvía al negocio a buscarla. Dormía en el garage, en un canasto de mimbre demasiado pequeño para su tamaño.
Una vez que estaba llenísima de cachorros y me estaba acompañando al negocio, un señor pasado de alcohol no tuvo mejor idea que pegarle una patada porque sí y perdió a todos sus cachorros. La tristeza de esos ojos no me la olvido más. Estuvo tirada abajo de la parrilla un montón de tiempo y cada vez que uno de nosotros pasaba cerca largaba un suspiro ruidoso que hacía que nos frenáramos y le hiciéramos mimos mientras le decíamos que ya estaba bien, que ya tenía que dejar de duelar, que salga que había asado en el fondo y seguro ligaba algo. Después adoptó unas pantuflas de ardilla que yo tenía e iba con sus hijos-pantuflas de un lado para el otro, hasta que unos meses después dijimos que basta de sufrir y se las sacamos. Lloró un rato y luego se terminó.
Lily la odió desde la primera vez que la vio, hubo que separarlas siempre porque mi perra, al ser más joven [además de un dogo] tenía ganas de comérsela viva y Saya era demasiado vieja para ganar y demasiado orgullosa para ceder. En general, mi familia tiene la idea que problemas de perros se arreglan entre perros y los dejan formar su jerarquía tranquilos [no es tan razonado, pero es así], pero en este caso y después de ver cómo quedó Saya en una pelea con Lily dijimos que no, una en un patio, la otra en el otro y se terminó.
De todos los bichos que ha tenido mi madre, el más querido de todos fue siempre Saya, su perra naranja, hija de una pastor alemán y vaya a saber qué más, que se fue el miércoles pasado a los catorce años y que está enterrada en el jardín porque "ésta es su casa y acá se queda", dijo mi madre.
El domingo, cuando terminé de bañar a Lily y Emma y las dejé en el patio, mientras Emma corría como desaforada tras de una botella de coca vacía y Lily se acostaba al solcito, sorprendí a mamá hablándole a Lily.
- Al final le ganaste, eh? -mientras le acariciaba la cabeza- por cansancio le ganaste.
Mañana lluviosa en Buenos Aires, voy en el subte sentadita y con los ojos cerrados. De repente escucho un tiqui tiqui tiqui tiqui que se va perdiendo entre los árboles.
El humo negro de Lost
Tiqui tiqui tiqui tiqui tiqui tiqui a lo lejos, más allá de la fila de árboles que está acá nomás. Lo siento. Es el humo negro que viene a buscarme.
Yo estoy agachada junto a un arbusto tratando de pasar desapercibida, pero sé que viene y viene por mi.
Tiqui tiqui tiqui tiqui más cerca.
No voy a correr, porque si corro me va a ver... bueno, si no corro también, es el hermano de Jacob y el hermano de Jacob lo sabe todo.
Me quedo acá, quietita, esperando que pase.
Tiqui tiqui tiqui tiqui.
El ruido se va alejando y el miedo también. Aunque no, no es miedo, es tensión, es la preparación para la pelea, aunque la pelea no sirva de mucho porque él gana siempre, pero por ahí, si le muestro que no tengo miedo -y no lo tengo- se vaya y me deje en paz.
Abro los ojos en Tronador. Esta vez el humo pasó de largo.
Un día de estos voy a brotar, sépanlo. Hoy me levanté border.
Karina siempre se queja de que le pongo mucha yerba al mate. Siempre, siempre. El otro día...
- Che ¿vos tenés un problemita con la yerba, no? - me dice mientras termina el mate que "amablemente" le alcancé.
- ¿Por?
- ¡Porque está hasta las bolas de yerba, nena!
- Ufa, bueno, hacelo vos, mierda.
- No, no, no, pero debe haber una razón... yo creo que para vos el mate es como tu vida y la yerba el cariño que andás buscando, y parece que nunca te alcanza, nunca te alcanza y lo llenás hasta el tope y entonces... ¿qué pasa? que el mate es corto como beso de marido...
- o_O
Karina y sus alegorías, otra que la de la caverna...
Me despierto temprano, desayuno té chino con unas galletas en el patio con las perras, ellas también desayunan. Corren, saltan, se persiguen mutuamente. Emma amenaza todo el tiempo con tirarme la mesita del té a la mierda con su cola -gente, sépanlo, la cola de los perros es inadiestrable-. Leo, mientras vigilo que nada termine en el piso, una selección de los poemas de Alfonsina.
Después voy a tomarme unos mates con mi madre al negocio que ahora, fenicia ella, se puso un mini vivero.
Vuelvo, paso por el pet y le compro un collar nuevo a Lily y caramelos para ambas.
Lily
Llego, juego un rato, almorzamos en el patio (mi familia el asado nuestro de todos los domingos, yo pizza porque ya no como rostro), Emma y Lily se portan como corresponde que se porten perras mías: no movieron ni un sólo músculo mientras estábamos en la mesa y se quedaron tranquilísimas a un costado.
Terminamos, sobremesa, charla, risa.
El solazo sigue.
Qué buen momento para un baño, no niñas?
Primero Lily.
Lily es un bombón de perra. Dos bombones. La bombonería completa. Se queda tranquilísima mientras le cae agua por todos lados, deja que le levante las patas, que le cepille las orejas. Me agacho y me zampa un beso. Reviso: orejas, ojos, dientes, todo en su lugar. Lily me mira. Nadie me ha mirado nunca con tanto amor. Amo a mi perra, sí.
Emma
Emma... bueno, el baño de Emma es más bien un baño comunitario, se baña ella, me baña a mi, baña a mi hermana y a cualquiera que pase medianamente cerca. Prueben bañar a un labrador al que le encanta el agua y van a ver lo que les digo. Salta queriendo morder el chorro de agua, se roba el jabón y hay que perseguirla para que lo suelte, se sacude entera y nos baña otra vez, salta queriendo agarrar el cepillo y, obvio, ella y yo al suelo lleno de agua. Una vez en el suelo le parece buenísima idea pararse arriba mío para lenguetearme por todos lados.
Y yo, que soy de lo más rompepelotas, que tengo régimen militar con los bichos, me relajé y me cagué de risa, y no me importó nada estar empapada y con olor a perro mojado.
Después, y así de impresentable, me senté a tomar unos mates. El baño propio vino después.
La felicidad era esto.
Y para rematarla, la Negra Puta anda con panza de gatitos... vayan reservando que se agotan!
Como todavía no tengo todas mis cosas en mi casa, sobre todo mis libros, algunas siguen en lo de mamá -que, igual, es la casa de al lado eh?-. Este finde se desarrolló la siguiente conversación:
- ¡Mamá! ¿No viste un cuaderno violeta que dice Yahoo!?
- ¿Uno anillado?
- Sep.
- ¿Que tenía un mundo?
- Psé, ponele, dónde está?
- ¿Escrito por vos?
[oh dios]
- Sí...
- ¿Que tenía cartas?
[oh dios oh dios oh dios]
- Sí. ¿Fuiste capaz de leerlo? ¡Hay algo que se llama intimidad, madre! ¿Dónde mierda está el puto cuaderno?
- Claro que lo leí. En el primer cajón de mi mesa de luz.¿Se las vas a dar?
- ¿A qué? Madre, sabelo, no me gusta nada que leas mis cosas y ¿qué hace mi cuaderno en tu mesa de luz eh?
"Hay quienes dicen que asegurar que el punto G existe es algo así como asegurar la existencia de dios porque no hay acuerdo científico respecto a su significado. Los argumentos se refieren a que reconocer su existencia es inútil si se utilizan diferentes definiciones y criterios."
Highway run
Into the midnight sun
Wheels go round and round
Your're on my mind.
Restless hearts
Sleep alone tonight
Sending all my love
Along the wire.
They say that the road
Ain't no place to start a family
Right down the line
It's been you and me
And lovin' a music man
Ain't always what it's supposed to be
Oh, girl, you stand by me
I'm forever yours – faithfully…
Circus life
Under the big top world
We all need the clowns
To make us smile.
Through space and time
Always another show
Wondering where I am
Lost without you.
And being apart ain't easy on this love affair
Two strangers learn to fall in love again
I get the joy of rediscovering you
Oh, girl, you stand by me
I'm forever yours – faithfully…
Radiografía de Homero, el cerebro está perdido en su cabeza...
¿Se acuerdan que yo tenía un parcial el 25, no?
¿Se acuerdan también que me puse a estudiar a último momento?
Bueno, como tengo más de dos neuronas -pero evidentemente por lo que voy a contar después, están muertas ambas- una semana era suficiente para prepararlo [rindo libre], estaba medio ajustada, pero llegaba. Bien: llegué. La materia está preparada, los conocimientos instalados en mi cabecita y todo bien.
Hasta ahí, no hay un tema, no?
Bueno, pues resulta que quien suscribe es la más narda de todas las nardas lepes que andan por el mundo porque lo que no hizo nunca nunca nunca es verificar que el programa -que no cambia hace dos mil años- no haya cambiado.
¿Y adivinen qué?
Claro, cambió.
Así que, aquí me tienen, con un montón de conocimientos que me sirven tanto para rendir la materia como sirve una bolsa de kiwis para hacer milanesas de pollo.
Me estoy cagando de risa desde hace veinte minutos.
Cuando usted, Adrián Alberto Mari, dice, como emulando al tigre de los cereales, que el adoctrinamiento policial a nenes y nenas de entre 9 y 14 años es positivo porque "saca al policía que hay en su interior" yo, sinceramente, me pregunto si usted es boludo todo el tiempo o para en el horario de almuerzo.
Y cuando dice que es "un juego" me dan ganas de pegarle, y mire que cuesta sacarme de mi centro zen, eh? Pero es que no puedo entender como la militarización de niños y niñas puede ser "un juego". Explíqueme, Mari, si todo lo que implica el concepto "militarización" es un juego para usted, ¿es un juego la formación de una mentalidad represiva y autoritaria? ¿eso es un juego?
Igual, tan cierto como que usted está enfermito es que su "proyecto" fue legitimizado por los padres de esos nenes y nenas. Y acá es cuando digo oh dios.
Los niñxs se educan en el colegio, Adrián, ése es el lugar de educación, ok, como educación pública la escuela dista mucho de estar a la altura de la demanda social, peor, no es todo lo democrática que dice ser, pero bueno, ahí está el meollo, hay que presionar al Estado para que cumpla con su tarea pedagógica. No se te ocurrió, no? Adrián, que en lugar de hacer un grupito militar podías jugar también al "seamos más solidarios, menos elitistas, menos discriminadores, menos violentos".
Te ponés en el papel de 'educador' (y dejame que me ría un poco, o, bastante peor, me asuste) y me gustaría saber contra quién y en favor de quién educás, de qué lado te parás para educar y, básicamente, por qué.
Eso, Adrián, por qué. ¿Por qué trasladar la mentalidad castrense a la que estás acostumbrado -sos capellán- a los niñxs? ¿en serio? ¿por qué? ¿para qué?
Nunca la pensé como "abuela" más que en el nombre, así era como la llamaban todos y entonces yo la llamé igual, pero de la relación abuela-nieta: nada. Nunca.
Mi madre decidió que era una buenísima idea rajarse cuando yo tenía un año [no la juzguen, tenía 17] y me dejó al cuidado de mi padre. Mi padre vivía con su madre, ergo, vivíamos todos juntos.
De la más tierna infancia (ja, dije tierna) no recuerdo casi nada, pero sí me acuerdo de algunas cosas de la niñez. Me acuerdo que a mis seis o siete años, y como yo no quería ir a la iglesia con ella -porque medía un metro, pero tenía este mismo carácter del orto-, ella decidió que yo era prácticamente la encarnación del demonio y entonces dejó de ocuparse de mi.
Tampoco es que yo necesitara demasiado, digamos las cosas básicas, alimento, ropa, etc., papá no estaba en todo el día y yo nunca le hablé de esto, creo que, en el fondo, pensaba que su madre algo de razón tenía y que en algo estaba fallando yo. Entonces sola me levantaba temprano para ir al colegio, me hacía el desayuno y me iba al cole, y a la vuelta, me quedaba en la casa de al lado, donde almorzaba, hacía los deberes y miraba la tele un rato. Aprendí temprano que era mejor no quedarse mucho tiempo en casa, que mejor pasar desapercibida, que para ganar su afecto tenía que ser alguien que no era.
A veces lo hacía, a veces iba a su iglesia y cantaba en su coro y leía su biblia, entonces parecía que podía mantener la paz durante un rato, pero su iglesia me aburría y, muy adentro, no creía en un dios que condenaba a un paraíso de lo más ñoño a los buenos y a un infierno de lo más terrible a los malos, no creía en un dios que castigara, que permitiera que la gente se muriera de hambre o de frío, que no pudiera ver los grises. Creía en un dios que, a veces, salvaba a algún gatito de morir atropellado, pero que varios se le pifiaban, uno que, a veces, hacía que los nenes que se pegaban flor de porrazo sólo salieran con un raspón en la rodilla en lugar de una gamba quebrada, pero no todos. Básicamente creía en un dios falible.
Después dejé de creer en dioses y a la mierda todo.
En fin, el punto es que hoy murió la madre de mi padre. Desde la muerte de mi padre casi no tuve contacto, me la crucé alguna vez, saludé casi de compromiso y listo. No había nada de mi ahí.
En un punto me da tristeza. En varios me angustia.
Nunca la quise, eso es lo que me angustia, no haberla querido nunca.
Fracasamos, eso es todo
sin haberlo intentado
el intento vida mía
es vivir para contarlo.
Y contando lo que queda
cuento lo que se han llevado
de mi barrio tu sonrisa
del ayer nuestro pasado.
No es posible que no queden
nuestros nombres en el árbol
la flecha y los corazones
muertos de frío y espanto.
Estamos en bancarrota
se desvanecen los años
se desdibujan las flores
y se borran los retratos.
El país se desmantela
como quien retira el plato
hay fracasos que parecen
crímenes organizados.
Fracasamos eso es todo
como duelen los fracasos
abrázame vida mía
que tengo miedo y te amo.
Salgo a caminar por el parque a orillas del río. El día está precioso y es ideal para leer un libro sentadita al sol. Aire, sol, agua. No puede ser mejor.
Leo un rato, se levanta un vientito frío y puteo porque tengo que volver a casa. No importa, me preparo unos mates y termino de leer en el living junto a la ventana.
Me voy del parque, camino por la avenida y veo que detrás de mi viene un señor, un señor tan común como cualquier señor, yo doblo y el señor dobla, paro a ver una vidriera y el señor se detiene unos metros antes en otra vidriera. El señor me pone nerviosa. Ese señor estaba conmigo en el parque, sentado a unos metros, mirándome. Sigo caminando.
Llego a casa con miedo, cierro la puerta con las dos llaves y saco las llaves de la puerta en el mismo momento en que una mano entra por la ventanita que está al lado de la puerta buscando el picaporte.
Miedo. Mucho.
La mano sigue buscando y yo retrocedo en silencio hacia la cocina con el teléfono en la mano y sin saber qué hacer. No hay sonido alguno, no le veo la cara sólo la mano buscando abrir la puerta desde adentro. Y yo sin saber qué hacer, tengo tanto miedo que no puedo ni llamar al 911, sólo quiero correr, pero tampoco puedo ¿a dónde?
Gaturro entrando a un laberinto. En la entrada del laberinto un cartel que dice "tu vida". Entra. Va eligiendo opciones "estudio o trabajo", escogiendo caminos "amor o soledad", direcciones "quedarse o irse", a veces quisiera volver a empezar "fácil o difícil", o se siente perdido, sin rumbo, a la deriva, se desespera, quiere llegar a un lugar rapido... Se ve a gaturro corriendo desaforado y dicen "entonces puede ocurrir lo peor de todo, que es haber llegado y no darnos cuenta" y se lo ve escapando del centro del laberinto que rezaba "felicidad"
"Você diz que não me ama, você diz que não me quer
Mas fica pagando pau, qual é que é.
Todo dia seu teatro é exatamente igual,
Você finge que me odeia, mas no fundo Paga-Pau"
Vengo cantando esto hace como una semana y no me la puedo sacar de la cabeza!
Mi amiga A. otra vez por estos lares y me voy a buscar refugio en lo de mi otra amiga, ésta bloggera.
No pude terminar el curso de la respirada loca, si me quedaba me lloraba todo y no tenía ganas de llorar entre pseudodesconocidos, mejor llorar entre amigos.
- Tal, voy para tu casa, me siento mal, estoy angustiada.
Fue todo lo que tuve que decir.
Llegué y ella no había llegado. Esperé. Tres, cinco minutos. La veo venir desde la esquina, se acerca y me mira a mi y a mi bolsito cargado hasta las bolas. La miro. Me mira.
- ¿Qué? No me vengo a instalar a tu casa, son mis cosas del curso!
- Ah..., no, todo bien.
Igual me permití hacerle el chiste mientras subíamos las escaleras... "mañana me traen las perras", si no se muere hoy no se muere más.
Y después sí, hablar hasta que faltan las palabras, hasta decir por vigesimoquínta vez "no sé de dónde venía esto", hasta que dice "vas a tener que crecer de una vez, nena". Hablar del viaje, de decisiones, del pasado, del presente, del futuro que no existe más que en expectativas que no sirven para nada más que para que se caigan de a pedazos, de los por qué, de los miedos. De la soledad.
Del pasado, sobre todo del pasado, que vuelve con lo peor que tiene.
Venía pensando en la entidad llamada "ella". Al principio siempre es ella, ¿en qué momento ella pasa a tener nombre?
"Mamá, ella es mi novia" es una presentación de lo más normal, ante una foto o ante la persona en cuestión, se hace incapié en la palabra ella, tiene un tono especial y se nos ríen todas las ardillas! Incluso al pensar en ella la pensamos como laella, esa ella que veníamos esperando hace rato.
Pero llega un momento en que ella deja de ser ella para ser fulanita de tal.
"¿Con quién fuiste al cine? Con fulanita", ya no es tan mágico, aunque se sepa que fulanita es nuestra novia, amante, amiga con derecho a roce o guachufrei. Cuando ella pasa a tener nombre [o, peor, nombre y apellido] deja un poco de ser ella. Y no me refiero a las charlas entre ambas, obviamente una no va a decirle "ella, mi amor, nos vamos al parque a tomar unos mates?" porque no da, pero incluso si uno la trata por el nombre en la intimidad o, como es mi caso, por el apellido, sabe que se trata de "ella".
Bah! una lo sabe siempre, el tema es cuando lo va enunciando por ahí.
Creo que en el momento en que ella deja de ser ella para pasar a ser fulanita pierde un poco la magia.
Taliten me dice que lo mejor de ella es que tenga nombre y apellido, y yo estoy de acuerdo, claro, pero no me refiero a la idea de ella sino al real ella.
Igual...
No me den mucha bola porque estoy secuestrada por los del curso de la respirada loca y no sé lo que digo.
- Gabi... ¿podés creer que Zubi no sabía de la existencia de las viejas junta meo*?
Dice Yésica viniendo de la cocina.
- Jodeme... ¡Magui! - le grito - ¿Cómo que no sabías?
- Y no... -dice y pone cara de "cómo mierda voy a saber".
- Están en todos lados -le explico-, les dejan un bidón y hacen ahí durante toda la semana, una porquería, luego pasa un camión como de la basura ¿viste? que se lleva los bidones y una vez por mes les dejan un regalito... Un asco.
- Ahhhhh, bueno, está bien... antes que tirarlo... Si igual hacés gratis!
- Esta tiene mentalidad de vieja junta meo, Yesi.
- ¡Pero si lo hacés igual gratis! -dice la aludida- ¿Y qué te regalan?
- No sé, tuppers, cosas así... -dice Yésica - debe ser que la que más mea tiene regalos más grandes..., es más -agrega- ya que está podemos juntar lo segundo, total lo hacemos gratis también...
- Claro -dice la otra- y los pelos, los mocos... ¡juntamos todo!
- La madre de mi padre... -digo-
- Tu abuela.
- Sí, ponele... bueno, la madre de mi padre era una vieja junta meo.
- ¡Venís de una dinastía de viejas junta meo!!!!
- ¬¬
- ¿Y para qué lo juntan?
- No sé, empresas de cosmética creo, o laboratorios de fertilidad... ay dios... todas las hormonas que me tomé para quedar embarazada la vez pasada eran, probablemente, del meo de mi abuela... Ahora entiendo el resultado.
* Las viejas junta meo es una raza de viejas del conurbano bonaerense. No señora, en Recoleta no existen, las viejas de esa zona hacen sus necesidades en el inodoro como todo hijo de vecino. Las viejas del conurbano son más solidarias. O no tienen nada mejor que hacer. Ponele. Más información acá.
Tengo que decir que empezó para el orto. Tenía pegado una etiqueta con mi nombre en el diome de una teta y así y todo tenía que presentarme a gente desconocida diciendo, lean por favor sin reírse: "Hola, soy Gabriela y te pertenezco".
¡Te pertenezco había que decir! ¿Entendés? Y yo que vengo sintiendo que no me pertenezco ni a mi misma... ¿cómo le voy a pertenecer a un otro que ni siquiera me gusta? [porque, ponele que hubiera una señorita interesante...].
Éramos como cien personas y yo saludé como a veinte diciendo "Hola... [leo el cartel en el otro] Facu, soy Gabriela, como se lee acá y no, no te pertenezco". ¿Vos pensás que alguno escuchó? Nahhhhh...
Después vino toda una charla acerca de la energía y la mar en coche, los cien en silencio sentaditos en el suelo es una especie de T invertida y acolchadita más o menos, los cien con dos almohadones y una mantita porque nos cagábamos de frío.
Respiramos un rato, meditamos otro (y estuve a punto de carcajearme como cuatro veces y sólo una concentración a prueba de balas lo impidió) y nos despidió, no sin antes decir que no podíamos comer cosas con rostro, ni tomar alcohol, ni café, ni cigarrillos -bue, pocos terminó diciendo-. La que estaba sentada al lado mío, una tal Laura ojos lindos, dijo en voz baja "me prohibe el sexo y me voy a la mierda" y no pude no estar de acuerdo.
Bien, al margen de la bajada de línea, estuvo... mmm... no sé cómo estuvo.
Sí es cierto que salí de ese lugar re pilas, será porque me la pasé sentadita y necesitaba descargar energía o porque la respirada funcionó, no lo sé.
De tozuda nomás salí y me prendí un pucho. Lo apagué a la mitad porque no tenía más ganas.
Esta gente me está cagando la vida y todavía le queda una semanita más.
Si no escribo en los próximos días, ya saben, estoy vestida de naranja en algún lugar cantando Hare Krishna. Vayan a buscarme de los pocos pelos que tengo.
No sé por qué razón tengo la necesidad de describirme. Por ahí porque, a veces, no sé bien quién soy, o qué pienso de algunas cosas, o cómo actuar ante ciertas circunstancias. Quizás sea porque soy una egocéntrica del orto y no encuentro mejor tema (jeje), o, por ahí, porque me siento tan insegura que necesito una especie de back up de mí misma. No lo sé.
Sé que, en el fondo, soy buena mina ¿ven? de eso no tengo dudas. Lo que pasa es que es "en el fondo" justamente, en la superficie no queda tan claro, y eso se nota cuando actúo sin pensar en las consecuencias y mantengo mi posición incluso a sabiendas del error o del dolor. Ajeno o propio.
Me sé capaz de hacer daño y mucho, sobre todo si tengo miedo o estoy enojada o un compendio de las dos. Y como no me gusta nada esta parte de mí, y como tengo toda la cultura judeo-cristiana encima, luego no puedo con la culpa. Me carcome, me angustia y siento que no hay lugar para retroceder porque el daño está hecho y no hay perdón que valga.
Tengo mis traumas, como todos. Un miedo atroz al abandono, y entonces suelo ser yo misma quien sale huyendo, quien abandona, por las dudas, viste?, por esta manía del control, de controlar el futuro como si fuera posible hacerlo, como si los dados estuvieran lanzados y yo pudiera adivinar el resultado.
Tengo un pasado que me persigue a donde vaya y con el que, en mayor o menor medida, hice las paces diez años de terapia después, una madre que eligió estar ausente y un padre que hizo lo que pudo, pudo mucho y hace poco más de un año que no está.
Tengo un hijo muerto hace doce años del que no hablo demasiado, del que me olvido casi siempre, pero nunca del todo.
Mis afectos los cuentos con los dedos de las manos.
No tuve contacto con mi familia paterna luego de la muerte de mi padre, excepto con un primo-hermano, y así está bien. Esto de ser la oveja negra tiene sus ventajas.
No soy tan culta ni tan inteligente como me gustaría.
En mi mundo pocas cosas merecen llamarse 'problemas', pero las situaciones que llevan ese nombre logran paralizarme por un tiempo. Después me levanto y sigo. Eso, justamente, es una característica inherente: me levanto y sigo. Aunque no quiera, aunque sienta que no pueda, aunque crea que lo que dejo atrás es lo más importante del mundo. No lo razono, sigo.
Soy inconstante. Con todo. Tan rápidamente como descubro algo que me gusta, descubro otra cosa, distinta, casi contraria a la primera, que también me gusta, de esta manera hice cursos de casi todo lo que existe, desde acuarismo hasta serigrafía. Le tengo una profunda envidia a quienes encontraron su vocación, yo no lo he podido hacer nunca. Ni siquiera ahora.
Soy implacable con los errores ajenos y poco crítica con los propios.
Tengo miedos que no tienen nombre o forma y que me marcan las noches y los días, pero no todos.
Soy tremendamente fría o, al menos, lo aparento. Pocas cosas me conmueven. A veces creo que tengo callos por todos lados. Karina dice que en el lugar en el que debería estar el corazón tengo una piedrita y le creo casi siempre.
A veces me evado, me voy de donde esté aunque mi cuerpo siga ahí. En general sucede cuando no quiero escuchar o ver, cuando lo que el otro tiene para decir es doloroso o dañino o violento o todo eso junto.
Eso significa que soy increíblemente egoísta, que prima mi dolor al dolor ajeno, que la furia o el miedo me ciegan y no pueda ponerme en el lugar del otro.
Poca gente, muy poca, las cuento con los dedos de una mano y me sobran como tres dedos, me vio desvalida o sin saber qué hacer. Y lo pagaron caro, demasiado. Para el resto tengo siempre preparado un speech, una máscara que muestra la seguridad que no poseo.
Tengo una capacidad innata para olvidarme de las cosas malas y salvar lo bueno. Me juega en contra muchas veces y a favor otras tantas.
Soy muy hábil con las manos, me gusta todo el trabajo manual y me relaja -estamos hablando en serio, che-. Puedo estar días armando un acuario o restaurando un mueble.
No sé contar chistes, tengo la gracia de un clavo oxidado. Tampoco sé bailar, soy tan flexible como pinocho en su peor momento. Ni nadar, tengo la flotabilidad de un canto rodado, hasta el fondo no paro.
Creo que todo puede aprenderse de un libro. Soy autodidacta por naturaleza.
Me gusta tanto la música clásica como valeria lynch, en la misma medida y con la misma intensidad, aunque sepa que no es lo mismo.
Leo a King y a Foucault, a Freire y a Marx, a Juarroz y a Rice, dependiendo de mi estado de ánimo y de qué busque de esa lectura. Nunca pude leer Cien Años de Soledad.
No me enamoro fácil y menos fácil todavía me desenamoro. Una vez que amo, amo para siempre, aunque el vínculo ya no exista o mute.
Armé relaciones desde la salud y desde lo más enfermo de mí. Es fácil distinguirlas porque las primeras sobreviven y dejan, mientras que la otras simplemente pasan sin dejar nada detrás.
No entiendo de moda, tengo una discapacidad en ese sentido. No me importa la combinación de colores o si está arrugado -gente, puesto se plancha- o si nada. Tiene una importancia igual a cero la cuestión estética (igual tengo que decir que unos pantalones que vi mucho el último verano son ho-rri-bles, unos cuyo tiro le llega a una hasta la rodilla, me hace acordar a un pañal sucio).
Me malhumora la estupidez, el desgano, el hacer de cuenta que las cosas están del otro lado cuando claramente están de éste. Supongo que me malhumora porque debe ser un rasgo propio.
Tengo dos perras, dos gatos y dos peces.
No mato hormigas ni murciélagos.
Tengo dos o tres objetos que son importantes para mi.
Tengo una paciencia infinita, pero se me rompió el leed que me avisa cuando va quedando poca, entonces un día voy a buscar y resulta que no hay nada, ni un poquito así quedó. Estallo.
Soy insoportablemente intolerante con las demandas hoy porque fui insoportablemente tolerante con las demandas ayer, estoy tratando de llegar a un término medio.
Hago terapia hace poco más de ocho años -y no se nota, dirán algunas- con la misma psicóloga (Mariana, sabelo, yo te banco).
Duermo tapada hasta la cabeza y boca abajo -la mors position-, pero en medio de la noche a veces giro y quedo boca arriba, entonces ronco. A mi no me consta, pero la gente que durmió conmigo me dice que si.
Tengo una obsesión por las listas.
Fumo veinte cigarrillos por día. A veces menos y casi siempre más, sobre todo los fines de semana.
Leo más de 20 diarios todos los días... bue... menos los fines de semana, que a gatas si leo uno o dos.
Soy oficialista.
Soy de Racing.
Juego al Gran DT y al Cleopatra en el Casino.
Y dos mil cosas más que no se me ocurren ahora, pero seguro a ustedes sí.
He aquí mi back up.
Bueno, no éste exactamente sino la selección que hizo Anagrama para Página/12.
Estoy amando a Baricco por vigesimoquínta vez.
Contratapa: (...) Mediante el análisis de algunos elementos clave de la sociedad actual, como la proliferación de bodegas y el correspondiente crecimiento de los expertos en vino, o los avances de Google en su habilidad para armar categorías, buscar y crear modos de pensamiento, el autor se propone retratar la llegada de"los nuevos bárbaros"(...).
Un fragmento: "... Es obvio que en el seno de cualquier trayectoria artística siempre han existido productos más difíciles y productos más fáciles: pero se trata de una oscilación que nos dice poco cuando Rossini o Mark Twain son lo fácil. Eran sistemas que incluso cuando se dirigían al menos preparado de todos sus espectadores conservaban íntegra la nobleza del gesto. Y cuando se deslizaban hacia la chabacanería pura y simple (todo el arte que hemos ido olvidando después), engendraban horrores que, como queda demostrado, no afectaban lo más mínimo a la posibilidad de cultivar exuberantes plantaciones de productos dignísimos. Admitiendo que por codicia comercial de vez en cuando se le daba a la gente lo peor, era un sistema que no impidió el nacimiento de ningún Verdi."
Esto me lo dice a mí, obvio, yo me hago la boluda todo lo que puedo, pero me dura poco, sobre todo después de que lo repite, y contesto:
- No traje nada, me olvidé.
Me mira así: ¬¬
Y yo le respondo así: o_O
Entre las tres levantamos los platos, una los lava, otra sigue levantando la mesa, la tercera planea bañarse.
Desde el living me dice:
- ¿Querés? -mostrándome un bocadito relleno con marroc.
Hago uso de toda mi fuerza de voluntad y le digo que no, que se lo coma ella.
- Ay, menos mal, era el último... -me dice metiéndose el bocadito en la boca.
- ¿Y me ibas a regalar el último? ¡Sos re buena!
- Sí, soy buena.
- ¡Con las ganas que tenías de comerte algo dulce, me ibas a regalar el último! Lo tuyo es de una generosidad enorme... Yo no lo hubiera hecho ni en pedo, sos re buena!
Mastica, tiene la boca llena, me mira y dice:
- Porque me comí otro antes...
- Ahhhhhhhhhhh... entonces no sos tan buena, sos medio buena nomás.
- ¡No! ¡Porque me moría de ganas de comerme este y te lo di!
- Sí, pero no es lo mismo, porque antes te habías comido uno, no era el último entonces.
- Sí, era el último porque ya me había comido el anteúltimo...
Y la miré así: ¬¬
Y ella me miró así: o_O
Y decí que la conozco hace tantos años que sino...
- Estoy harta de Buenos Aires, Enrique -le digo a mi jefe.
- Somos dos.
- Mudémonos.
- Ojo con lo que pedís en broma que se te puede dar en serio...
- ¡No es broma! Estoy harta de Buenos Aires, de capital y del conurbano, har-ta. Necesito paz..., aunque, claro, por ahí tampoco la encuentro escapándome por ahí, no?
- No te creas, mi lugar en el mundo es Mar de las Pampas, por ejemplo, y me voy a mudar tarde o temprano. No importa, Aguirre, ahora te hacés el cursito ese y te cambia la vida.
- Más te vale, Enrique, con lo que ando necesitando que me cambien la vida...
- Si lo seguís por un mes diariamente, vas a ver cómo te la cambia.
- Mirá, si vos me decís que respirando me voy a sentir mejor, te respiro todo el oxígeno del conurbano. Vengo en caída libre, negro, me agarro de cualquier cosa...
Ya me la veo venir, estos me van a lavar el cerebro antes de empezar.
He descubierto que estudio mejor con esta música que con Abelito.
Abelito canta y no puedo evitar frenar y escuchar -ergo, no presto atención a ningún texto ni a nada más-. Y digo Abelito, pero podría estar diciendo cualquier otro.
Es decir, justo justo cuando yo estoy en el curso de los que hacen del vivir un arte [wtf] y no estoy trabajando.
Ponele, Socie, que si tocás el shofár y me llamás al autoanálisis y al arrepentimiento, primero: va a ser un embole la fiesta porque me voy a agarrar flor de pedo triste y andá a sacarme de ahí, y segundo: tampoco nos vamos a poner en ortodoxas, o sí? Pasemos directamente a Yom Kippur y a la mierda!
O avisame y me voy comprando unos bucles para ponerme en el costadito haciendo juego con el traje negro, la kipá y la mar en coche.
¡Felices 5771 años para todos!
¡Shaná Tová!
Y para ir poniéndonos a tono, voy dejando Matisyahu que la rompe.
Hace un frío de cagarse en Buenos Aires [bue.. de cagarse... ponele que hace frío]. Llueve. El día está gris. Quizás demasiado.
Bajo a fumar y dejo un surco de tanto ir de un lado a otro, prendo el segundo cigarrillo ni bien apagué el primero, ansiedad pura. Sigo caminando sin ir a ninguna parte, se termina mi segundo pucho y abro la caja para agarrar el tercero. Digo no y vuelvo a meter la cajita en el bolsillo.
Hace una semana que no vuelvo a mi casa y con este clima no creo que vuelva hoy tampoco, siempre hay alguna amistad para refugio y no creo que hoy sea un refugio climático.
No sé. Camino de un lugar a otro. Doy vueltas. Doy vueltas en círculos cada vez más cerrados, es evidente que me voy a pegar un porrazo en cualquier momento y el conocimiento de ese hecho no hace que deje de girar. Bue, al menos lo ves y si seguís es pura decisión conciente, dice una voz en mi interior. Otra me dice que adelante mi sesión para ya.
- ... y esto que, talita me decía "estas pobres mujeres que han cometido el error terrible de enamorarse de vos" y yo le contestaba que yo también me había enamorado de ellas!, pero la realidad es que me fui ¿cuándo? cuando no sabía si podía y no me quedé a averiguarlo, me fui.
- Cuando no sabías si podías ¿qué?
- Enfrentar, solucionar, resolver...
- Atravesar una crisis.
- Tal cual.
- Entonces en determinadas situaciones críticas afectiva, en donde hay cierta tensión, más vale abandonar antes de comenzar el juego porque comenzado el juego hay que jugar y no está anticipado el resultado.
- No, claro.
- Ahora, en realidad, hay un error ahí en la idea de la lógica de wondewoman porque la verdadera potencia no está en lo omnipotente, sino en caerse y poder volver a levantarse, quien se sostiene desde la omnipotencia obviamente cuando cae se hace trizas. Es como estar montada arriba de un caballo y caerse de ahí arriba no es lo mismo que ¿viste? ir caminando, tener un esguince...
- Ja! Ah, sí, si me caigo de mi ego me muero de inanición.
- Bueno, me parece que hay algo en vos que hace que creas fervorosamente que hay que sostenerse omnipotentemente.
- Claro, sin grietas.
- Como si no las hubiera. Mejor ni enterarse de que hay agujeros, no? Después te pasan por encima los agujeros, porque a mayor insistencia en no querer enterarse después quedás inundada, entra el agua por todos lados. ¿Por qué no habría de haber agujeros? ¿Cuál sería el inconveniente? ¿Qué implica una fisura, qué implica un traspié, cuál es el problema en equivocarse y volver a andar? ¿Cuál es el miedo a caerse y levantarse?
- El fracaso. Caerse implica un fracaso...
- Depende de qué caída se trate... que caiga un ideal es un fracaso? que caiga cierta teoría...?
- No, de hecho han caído todas las mías.
- ¿Y entonces de qué fracaso me hablás?
- ¡Bueno estamos aprendiendo!!!
- Sí. Y estamos interrogando tus frases que son sentencias y vos te las tomás así: sentenciás y te autosentenciás.
- Es que no me permito otra cosa.
- ¿Cómo que te lo vas a permitir si te rajás antes de empezar?
- Por eso!!!!
- En realidad no te permitis nada, porque abandonás antes de comenzar, con lo cual no sabemos ni cómo te hubiera ido... entonces lo llevas a tal extremo, que lo único que logra este grado de sentencia es detenerte. Se aprende de transitar las cosas y si se hace el intento de capitalizar e ir elaborando la experiencia, te vaya bien, muy bien, mal, muy mal, excelente, no importa, me parece que la verdadera potencia esta en poder sostener algo, con todas las dificultades o facilidades que este algo presente.
- Pero es que yo no sostengo muchas cosas por mucho tiempo. Lo más estable que tengo hasta ahora es el trabajo y la terapia!