El barbudo de los doce

Frente a mi casa hay un kiosco. Kiosco, pequeño almacén, intento de librería, etc., es el que me salva cuando no tengo cigarrillos o quiero un alfajor o acabo de darme cuenta de que no tengo algo importante como... mmm... atún o galletitas o minas 2B.

Además de kiosco es iglesia. Ah, sí, trabajan. Lo que es genial, claro. Buena gente, cuidaban a Emma, toda vez que Lily se escapó me avisaron y una vez la guardaron hasta que yo llegué.

Hoy saqué a dar una vuelta a Lily. Pasear a Lily en mi barrio es asegurarse de despertar a cada vecino: todos los perros ladran, Lily ladra, quiere ir a comérselos, medio me arrastra, discutimos en medio de la calle por quién manda, cede (eventualmente) y volvemos.

Cuando volvíamos me engancha el pastor de la iglesia y dueño del little kiosco-almacén.

- ¡Hola! - y saluda a Lily con un mimo - ¿Cómo están?

- Bien, negro, ¿vos?

- Bien. La invito para cuando quiera a una reunión de damas.

(Estuve a punto de mirar para atrás por las dudas le hubiera hablado a alguien más..., dama..., yo..., casi me atraganto con la carcajada.)

- Jajajaja! ¿De damas, negro? ¿Te parece?

- Claro. Toman té, charlan...

(Toman té, por dios, digo..., pikachu.)

- Tas cagado conmigo, negro, yo no creo en dios.

- ¿No? Bueno, por ahí cree a partir de hoy. ¿Quiere pasar?

(Es muy loco que yo lo tutee y él a mí no, no?)

- La verdad que no, no quiero.

- ¿Tiene miedo?

- No. Pero nada religioso es para mí, negro. No creo en dios desde hace muchísimo tiempo, casi tantos como años tengo y la verdad es que cada día que pasa me encuentro con gente que confirma que estoy en lo cierto, pero ¡qué la pasen lindo!

Y me fui. Conste que fui re amable. Conste que no le solté todo mi discurso ateo talibán. Conste que no descargué mi mal humor con él.

Conste.

En actas.

P.S.
Y ahora, en venganza seguro, no me van a dejar dormir la siesta con sus cantitos...