Hoy, inaugurando una nueva sección en este blog titulada
"Describiendo Obviedades" vamos a hablar de los bobos (sí, ya sé, y las bobas, maldito lenguaje inclusivo que me llena el texto de barras).
Todos y todas hemos tenido que soportar alguna vez a uno de estos especímenes que no, no se confundan, no están en extinción, mal que nos pese. Y son peligrosos, por cierto. A no creer que el mote cuasi naïve les pega de lleno. Lo/as bobo/as son peligroso/as justamente por eso, por la bobez que lo/as caracteriza y describe, cosa que les disculpa la mayoría de las cosas porque "pobre, es bobo/a". No, señor/a, no nos engañemos, detrás de esa cara de zoquete húmedo con pis de gato hay neuronas, hacen sinápsis y se están carcajeando a costa nuestra.
Por ser la primera entrada nos vamos a ocupar sólo de un tipo: el/la bobo/a político (y a partir de ahora voy a usar sólo el masculino por cuestiones de comodidad, pero conste que hablo de ellas también).
El bobo político es una de las peores plagas de la humanidad. Es más, estoy segura de que las plagas de Egipto eran once, la que venía después de la muerte del primogénito era ésta, pero el barba creyó que se iba al carajo y desistió a último momento. Sin embargo, alguno largó por ahí, se juntaron, hicieron lo que
the bunnies do y acá los tenemos en felices montones haciendo bobadas y cagándonos la existencia y, como la bobez política es un gen dominante, éstos que aguantamos en la actualidad están remasterizados y son bobos a la enésima potencia (donde n es un número natural correspondiente al cardinal de generaciones desde lo de Egipto hasta hoy, que no tengo idea de cuál es, pero que si tomamos como base que una generación en promedio son 20 años y ya estamos en el 2012... eh... 100.6 y habría que sumarle 75 más porque si la memoria no me falla eso fue como en el 1500 a.C. corríjanme si me equivoco).
Bobo político es quien lee Clarín y cree hasta la última letra (o Página/12, eh?), quien va a un cacerolazo y cuando un periodista le pregunta por qué está ahí dice "vengo por la inseguridad, por el dólar y por... ay, había otra cosa..., eran tres...", quien no analiza la realidad, quien toma la política como si fuera una religión, es decir, ciegamente.
A no confundir, no es un bobo político el que cree que "con los militares estábamos mejor". No, ese es un hijo de puta que describiremos oportunamente. El bobo político no sabe nada y, lo que es peor, no le interesa. Repite lo que oye por ahí como la verdad revelada, pero es incapaz de resistir una argumentación. No sabe por qué vota a quien vota (y ni hablar de lucha de clases) ni cuáles son las políticas que le interesa en el país que él quiere (Bobilandia, suponemos).
Discutir con un bobo político es asegurarse una úlcera, sus argumentos van desde el "porque sí" al "porque no" y ahí se quedan. Sin embargo creo que es menester hacerlo para tirar un poco de luz en tanta oscuridad, por ahí, quién les dice, tengamos un bobo político menos en el mundo.
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